The Incident

Porcupine Tree es uno de los estandartes del nuevo ‘rock progresivo’ el cual vienen llevando hace varios años, y con este último disco se reivindican nuevamente. En las primeras noticias sobre la grabación se hablaba de una canción íntegra de 35 minutos, compuesta en su totalidad por Steven Wilson, cantante, fundador y mentor de la banda y de muchas otras más. De a poco esos 35 minutos se convirtieron en 55 minutos, esos minutos agregados serían compuestos en gran parte por toda la banda, y llevaría el nombre de «The Incident«. A fin de cuentas terminaría siendo un disco doble, el disco 1 dividido en 14 partes y en el disco 2 con 4 temas apartados del concepto del primer disco.

Hablar de un disco conceptual en estos tiempos es una jugada arriesgada, ya que casi nadie tiene tiempo para esas cosas, pocos extrañan o estarían acostumbrados a discos dobles, con un packaging especial, y a eso sumarle fotografías de Lasse Hoile y un DVD. Pero en los tiempos que corren todavía hay bandas que se preocupan por esas cosas. Además, ¿quien tiene tiempo para 55 minutos de canción? y ¿como hacer valer todo ese tiempo?

Si bien la primera vez que uno escucha el disco puede suceder que el traspaso entre tema y tema sea abrupto e incluso sin sentido, con el correr de las escuchas uno va captando hacia donde va el disco, por decirlo de alguna manera es un sin fin de estados anímicos. Empezando por «Occam’s Razor», una intro al disco, instrumental y muy corta, que nos lleva hacia «Blind House», empieza con mucha energía, con letra muy marcada, que tiene su tiempo para la psicodelia y el sonido ambient, como dando una pauta para los siguientes temas, «Great Expectations» y «Kneel and Disconnect», ambos muy intensos y muy relajados, recordando su pasado acústico y de pop-rock. Y hablando de ese estilo se viene la facilona «Drawing the Line», uno de los 6 temas extensos que tiene el disco 1, y por muchos criticada por su repetitivo estribillo, pero que tanto puede importar si tan solo es una sección del disco. Además no deja de ser potente por momentos y ya habrá tiempo para el metal también.

Y así­ como puede salir el sol a la mañana, los días también pueden ponerse oscuros, y así es «The Incident», oscura y electrónica. El disco da un giro y se mueve hacia otro de los temas centrales y que le da nombre al disco. Steven Wilson explicó que se le ocurrió el concepto del disco luego de ver un cartel que decía «Incidente», y eso le disparo distintas ideas: las sensaciones del momento en el cual uno ve que ha ocurrido un accidente a metros de donde uno está parado, de que alguien puede haber muerto, de que a alguien le cambió la vida luego de eso, además de que cada canción está escrita en primera persona y de que trata de humanizar lo que es un reportaje periodístico.

El disco sigue con «Your Unpleasant Family», volviendo al concepto del incidente esto puede dirigirse a una familia destrozada por la muerte de alguien luego de un accidente, y que eso puede llevar a uno recorrer distintos momentos de su vida, otro tema corto y que hace de pasaje a la pequeña «The Yellow Windows of the Evening Train», sintetizadores y demas sonidos para ir a otra de las piezas fundamentales del disco, «Time Flies». El recorrido de la vida y de como el tiempo vuela, y el consejo de no desperdiciar las oportunidades que le aparecen a uno en la vida. Tiene la típica cosa de tema tópico y quizás la versión hecha para la radio y vídeo no le llega ni a los talones, hay que escuchar los 11 minutos que dura, porque realmente lo valen, si bien la cercanía a «Dogs» de Pink Floyd es bastante obvia, no deja de ser un buen tema, que va incrementado su fuerza, tiene su momento relajado-ambiental como nudo y su final, ese final que llega los 35 minutos que se tení­an planeado en un principio y por eso podemos escuchar a «Degree Zero of Liberty», muy parecida a «Occam’s Razor», pero con distinto final y solo un poco mas extensa.

«Octane Twisted», comienza relajada y va tomando intensidad con el correr del tema, con frases que se van cruzando entre si, luego llega ese sonido de banda afilada que sacaron el su anterior disco, («Fear of a Blank Planet«) con un Gavin Harrison afiladísimo que maneja unos tiempos fuera de este mundo y con gran precisión. Luego de ese momento de inspiración y locura, «The Seance» retoma el inicio de el anterior tema, pero esta vez mas relajado para volver a la potente e instrumental «Circle of Manias», un tema que puede recordar a las bandas con las que Steven Wilson trabajó como Opeth y Meshuggah. Sin embargo el toque electrónico de fondo le da el sonido particular de la banda, y así como sube todo tiende a bajar. Para finalizar, respirar, suspirar y deprimirse (?), con un comienzo muy por lo bajo de «I Drive The Hearse», un tema que habla de la muerte, quizás de algún ser querido, como para finalizar la primera parte de manera muy emotiva e intensa. Un tema que se va incrementando poco a poco, otro de los puntos fuertes del disco.

En resumen de la primera parte, es un tema iíntegro y como dije antes en un principio puede parecer forzado el enganche entre tema y tema, pero lo que si está muy logrado es el hecho de que uno tiene que escuchar el disco 1 completo para apreciarlo de mejor manera, se pierden muchas cosas escuchando temas sueltos.

Disco 2, tan solo 4 temas. Tranquilamente podrí­a haber sido un EP aparte, como hicieron con el anterior «Nil Recurring[«. En Lineas generales los temas no están nada mal, muy menospreciados quizás porque no están tan cerca del ‘metal-progresivo’ que vienen haciendo, con temas como «Flicker», «Black Dahlia» y «Remember Me Lover». «Flicker» es un pequeño tema, 2 estrofas que se repiten, pero de todas formas no deja de ser un hermoso tema. El segundo tema «Bonnie The Cat» es el más cercano a sus recientes trabajos, un poco de base electrónica y retorcida con la voz distorsionada de Steven. «Black Dahlia» con música compuesta por Richard Barbieri, muy atmosférica y trae recuerdos de los inicios de Porcupine Tree. Y para finalizar la frutilla del postre, el mejor tema de este segundo disco es «Remember Me Lover», un intimista tema, otro de los tantos que compone Steven, un tema que va en increscendo y tomando forma nostálgica; es increíble como siempre logra hacer eso con este tipo de temas, resolviendo de una manera un poco oscura, pero dándole cierre a algo típico.

En conclusión, el disco es muy bueno, es como un gran mezcla de toda su discografía sin ahondar demasiado en un estilo muy especifico. Espero con ansias con que nos podrán sorprender la próxima vez.