Crónica Pennywise + Strike Anywhere + A Wilhelm Scream, Sala Apolo, Barcelona (6-05-10)

Asistimos al concierto de Pennywise en la sala Apolo de Barcelona ,siendo la primera vez que la banda venia a España sin su cantante original, Jim Lindberg, que el pasado año decidía abandonar la banda de forma voluntaria.

Los de Hermosa Beach venían acompañados por dos bandas con las que comparten etiqueta: 'hardcore melódico'. A Wilhelm Scream abrían la velada tras hora y media de espera desde la apertura de puertas. El pequeño Nuno Pereira y los guitarristas Mike Supina y Trevor Reilly se dejaron la piel con intención de caldear el ambiente y a fe que lo lograron. Su 'hardcore' que a ratos bordea el metal y a otros el punk, es efectivo y contundente, sin caer en la monotonía que muchas veces asola el género.

Tras los de Boston, Strike Anywhere pisaron con fuerza e hicieron vibrar la sala con un hardcore más virado hacia el punk, que el público supo agradecer a medida que el sudor y el calor se apoderaban del ambiente. Los de Virginia tocaron alguna muestra de su último álbum, el que más les acerca al terreno melódico popero y en directo sonaron algo más punk, ideal para el desahogo adolescente.

Y por fin llegaban los californianos Pennywise, que dieron buena cuenta de sus clásicos. Canciones como «Society», «Fuck Authority» (con las habitual perorata de Fletcher Dragge) o «Same Old Story» sonaron más metaleras con la voz de Zoli Teglas, vocalista de Ignite, que de algún modo, ha tratado de adaptar su voz a las canciones y no hacerlas suyas. Su voz suena más lineal de lo que lo hace en su banda: imaginamos que para tratar de no desmarcarse demasiado de los temas originales de Pennywise. Si bien hay quien dice que el tipo de música no tiene mucha complicación lo cierto es que, en este caso, se notaba el cambio; aunque Teglas logró meterse en el bolsillo a todo el que quiso disfrutar de una noche en la que, cabe decir, cumplieron con creces.

Nuevamente -y como ya es costumbre- la banda, entre peticiones de saltos y 'circle pits', terminó con «Bro Hymn», con la consiguiente subida masiva de gente al escenario para compartir ese himno que todos hemos llevado dentro en alguna ocasión (ya sabéis, el tema está dedicado al malogrado bajista Jason Thirsk, que se suicidó en 1996, y no es otra cosa que una oda a la amistad y hermandad). Cabe decir que algunos de los asistentes no veíamos a Pennywise desde sus memorables épocas de finales de los 90, donde esto no era un simple evento sino más bien una verdadera unión público – grupo, algo apoteósico, cosa que la rutina ha convertido en algo más normal y menos cercano.

De cualquier modo, es digno de elogio que una banda que lleva camino de los 20 años en el mundo de la música y en el exigente (especialmente en el aspecto físico) mundo del 'hardcore', siga sonando con la fuerza y vitalidad con la que suena Pennywise y se comporten en el escenario con la profesionalidad y solvencia con la que lo hacen.