Soundgarden, reviviendo lo desconocido

Debido a su interés os transcribimos en su integridad el artículo de David Peisner para Spin:

«Desde la distancia, no parece que las cosas hayan cambiado mucho.

En junio, en una fresca noche de jueves, tres cuartos de Soundgarden se hallan de pie esperando en una esquina de la sección Belltown de Seattle, fumando cigarrillos. Desde una manzana de distancia, puedo vislumbrar la alargada y delgada figura de Chris Cornell vestido con una chaqueta militar verde, apoyado en una ventana fuera del Palace Ballroom, un restaurante llevado por el conocido chef local Tom Douglas. Los largos mechones oscuros del frontman de Soundgarden llegan más abajo de sus hombros, un guiño a los días exitosos de la banda y un recuerdo de su estatus como auténtico sex symbol grunge. El guitarrista Kim Thayil, 49 años, está de pie, frente a Cornell, tiene una coleta serpenteando hasta la mitad de su espalda que sale de debajo de un gorro. Unos metros más allá, el bajista Ben Shepherd, de 41 años, alto e imponente con un pesado abrigo negro, observa desde la distancia.

Al cruzar la calle hacia los tres, los años entran en escena. Shepherd es más corpulento que antes, la poblada barba de Thayil es más gris que blanca, y la cara de Cornell muestra surcos y marcas demostrando sus 46 años. Dentro del restaurante, el batería Matt Cameron, de 47 años, está de pie hablando con uno de los nuevos managers de la banda, el veterano de la industria musical Gary Gersh.

Pese a que mucha gente data el descubrimiento de la escena musical de Seattle – y por extensión el principio de la revolución del rock alternativo de los primeros 90 – al momento de 1990 en que Nirvana ficharon por Geffen Records (por obra y gracia de Gersh, todo sea dicho), Soundgarden llegaron ahí los primeros. En el momento del fichaje por una multinacional de Nirvana, Soundgarden ya habían firmado por A&M, habían sido nominados a un Grammy, salido de gira con Guns N Roses. La banda empezó en 1984 como un extraño trío de post-punk pero para mediados de los 90, era la banda con la que los punks, metaleros y rockeros clásicos estaban de acuerdo: un pesado gigante con gusto por el pop que acabaría vendiendo más de ocho millones de álbums solo en EEUU.

Soundgarden se separaron en 1997, semanas después de un feo último concierto en Honolulu que terminó con Cornell y el batería Cameron tocando algunas canciones solos después de que Shepherd se fuera del escenario frustrado por los fallos con el equipo, y Thayil le siguió. No fue exactamente 'El último vals'. En ese momento, según Cornell, las tensiones en la banda eran altas y la comunicación era mínima pero para una banda que tronó hacia la prominencia, Soundgarden parecían extinguirse.

«Lo que la mayoría de gente no pilla sobre Soundgarden es que siempre nos llevamos bien,» dice Cornell. «Bebíamos, y cualquier banda que bebe tendrá caos pero nunca tuvimos esa negatividad interna que suele significar las razón obvia que hace que una banda se rompa.»

Así las cosas, la reciente reunión de la banda era bastante inevitable. En abril, Cornell, Thayil, Shepherd y Cameron se subieron juntos a un escenario por primera vez en 13 años en el Showbox de Seattle para tocar durante 90 minutos como los anagramáticos (sic) 'Nudedragons'. En agosto, fueron los cabeza de cartel del Lollapalooza, y este mes, la canción inédita 'Black Rain' aparecerá en el 'Guitar Hero 6' y en el nuevo recopilatorio deluxe de Soundgarden, «Telephantasm«, que incluirá también vídeos, apariciones en TV, tomas alternativas y canciones en directo. Esta noche, están sentados en una larga mesa, comen buena comida, hablan de los buenos viejos tiempos y se comportan como cuatro tipos que disfrutan de su compañía. No hay intercambio de miradas de cabreo, nada de tirar platos y la discusión más sustancial – acerca de cuantos estómagos tiene una vaca – se zanja con una rápida consulta en el teléfono de Thayil (respuesta: un estómago con cuatro compartimentos). Ni siquiera mencionar a la ex-manager de Soundgarden y ex-mujer de Cornell, hace salta chispas.

«Muchas veces las bandas se reúnen y la gente ha cambiado de forma negativa, y acabas peleando para poder tocar la música con cierto nivel de eficiencia,» dice Cornell. «Nosotros no somos así.»

Tras la cena, Shepherd, Thayil y yo cruzamos la calle hacia el bar del Palace Kitchen. Shepherd me invita a una cerveza y le pregunto donde vive. «En ningún sitio,» dice. «Literalmente. He estado durmiendo en sofás de estudios y en casas de amigos. Estoy totalmente arruinado.» Shepherd es copropietario de un bar a 15 minutos de aquí llamado Hazlewood pero dice que invierte cualquier dinero que consigue en el álbum en solitario en el que lleva trabajando desde el pasado otoño. Hace seis meses, rompió con su novia y se fue de la casa donde vivían. «Esta es mi casa ahora,» dice mientra agarra ambos lados del pesado abrigo.

Pese a ser el último de los cuatro en unirse, en 1990, Shepherd fue el que peor llevó la disolución de la banda. «Toda mi vida parecía haber terminado,» dice. «Soundgarden se separaron; mi otra banda, Hater, se separó; mi prometida, rompió conmigo; y luego me rompí tres costillas. Me hice un adicto a los analgésicos, bebí demasiado y acabé teniendo una sobredosis de morfina. Estuve tirado en mi casa durante cinco días in que nadie lo supiera. Fueron tiempos horribles – es un cliché rock'n'roll total.»

Los años tras la separación, tocó en álbums de Mark Lanegan y Tony Iommi, participó en algunas de las 'Desert Sessions' de Josh Homme y estuvo durante breve tiempo en algunas bandas, incluyendo a Wellwater Conspiracy, la especie de super grupo de Seattle del que Cameron también es miembro. Para Shepherd, la ruptura de Soundgarden fue innecesaria – «Deberíamos habernos relajado por un tiempo y vivido la vida» – y no desautoriza la idea de que él lleva con el mono de volver desde entonces. «Simplemente he estado esperando a que estos viejales se espabilaran,» dice.

Eso tampoco quiere decir que no tuviera sus reservas. El dinero le vendrá bien («Si alguien se cabrea porque nos paguen, que se vayan a cagar; no tienen que vivir nuestras vidas«) pero es el único de los cuatro decepcionado por el concierto del Showbox («Fue aburrido; el público estaba mortalmente callado y todo el mundo estaba en plan, '¡Sip! ¡Las antigüedades se mueven!«. De muchos modos, Shepherd parece un tipo que busca algo aunque ni él mismo sabe qué. «Nunca estoy satisfecho» dice. «No me gusta dormir hasta tarde, no me gusta levantarme. Me siento roto.» Thayil me ha hablado muy favorablemente del álbum en solitario de Shepherd pero Shepherd no está seguro de que vaya a editarlo nunca. «Todo el material que hago – Hater, el disco que estoy haciendo – todo me suena amateur. Da igual lo que haga, siempre se me asociará con Soundgarden.»

Thayil y yo condujimos un par de manzanas desde el bar hasta Bad Animals, el estudio donde Soundgarden grabó el disco que vendió más de cinco millones de discos, «Superunknown» de 1994 y su canto de cisne de 1996, «Down On The Upside«. El productor e ingeniero Adam Kasper, que trabajó en ambos álbums, está mezclando «Black Rain» y nos pone la última versión. La canción, un descarte del «Badmotorfinger» (1991) suena como, bueno, un descarte del «Badmotorfinger«, con sus riffs pantanosos y la voz de Cornell gritando al modo de dios del metal. «Lo increíble, dice Kasper mientras mira desde detrás de la mesa de mezclas, «es que Chris grabó nuevas partes de voz y su voz aún llega a todas esas notas. No puede diferenciar entre las voces de hace 20 años y las de hoy.»

Desde la separación de Soundgarden, Thayil dice que ha estado «felizmente semiretirado«. Ha contribuído con partes de guitarra a discos de bandas como Sunn 0))) y Pigeonhead y tocado con Jello Biafra y Krist Novoselic en NO WTO Combo, un proyecto excepcional para protestar contra la Organización Mundial del Comercio. Pero la mayor parte del tiempo, ha evitado conscientemente cualquier compromiso creativo srio. «Tuve muchas ofertas,» dice. «Pero quería que me dejaran solo. Disfruté no tener que contestar a nada. No tenía ni que contestarle al sol. Me levantaba y estaba oscuro. Me sentía tan jodidamente libre.» Cuando le pregunto sobre qué quiere sacar de la reunión, ríe. «Si, tengo la sensación de que quiero salir de aquí. Mira, ciertamente, hay beneficios. Hay camaradería. De hecho, esa quizá sea una de las cosas más importantes, simplemente poder salir con los chicos.»

La reunión de Soundgarden no empezó como una reunión sino simplemente como un esfuerzo para solucionar algunos temas financieros.

«Nos juntamos hará como unos dos años y decidimos que queríamos relanzar todo nuestro catálogo, hacer una web, ponernos en Myspace» cuenta Cameron cuando me reuní con él y con Cornell al día siguiente en el Hazlewood, metido entre una tienda de tatuajes y un salón de uñas en el suburbio costero de Ballard. «Simplemente mierda básica. No estábamos en la red. También tenemos un puñado de material no editado que queríamos tratar de sacar.»

Cameron es el único miembro de la banda que necesitó pedir tiempo libre de su trabajo diario para atender a esta reunión. Desde 1998, ha sido el batería de Pearl Jam, y todo el mundo sabe que, da igual lo bien que progresen estos Soundgarden 2.0, Pearl Jam es su prioridad. «Andamos encajando todo el material de Soundgarden en mi agenda de Pearl Jam,» dice. «Hasta ahora ha ido bien pero no quiero que llegue al punto en que me vaya a explotar la cabeza.»

Cameron ha ayudado a aportar muchos de sus conocimientos financieros de Pearl Jam a Soundgarden, al igual que parte del equipo de apoyo de esa banda. Las reuniones de negocios periódicas progresaron durante el pasado año y así, en marzo de 2009, cuando el ex-colega de banda de Cornell en Audioslave, Tom Morello pasó por Seattle con su proyecto en solitario, The Nightwatchman, Thayil, Shepherd y Cameron se subieron al escenario y tocaron tres canciones de Soundgarden con su viejo amigo Tad Doyle, de los titanes del sludge-rock de los 90, Tad, a la voz.

«Fue genial ver la cara de la gente cuando Ben, Kim y Matt salieron» recuerda Doyle. «La gente lo flipaba.»

Pero algunos vieron ese concierto, que había sido organizado parcialmente por Silver, como una fosa. «No sentí ninguna clase de negatividad,» dice Cornell. «De algún modo, espoleó la idea: si Matt, Kim y Ben pueden meterse en una habitación, ensayar un par de canciones y tocar, quizá podríamos hacer eso todos como Soundgarden.»

El pasado día de año nuevo, Cornell mandó un 'tweet' – 'Los 12 años de separación han terminado y el colegio ha vuelto a abrir. Firmad ahora. ¡Los caballeros de la mesa de sonido vuelven a cabalgar!' – eso fue ampliamente malinterpretado como un anuncio del regreso de la banda.

Como Thayil me cuenta más tarde, «no somos los caballeros de la mesa de sonido, eso era nuestro club de fans. Simplemente estábamos retomándolo con la nueva web. Pero los rumores generaron ofertas. La demanda era abrumadora. No diré que consintiésemos pero de algún modo, precalentamos la idea.»

Gersh, que había estado llevando la carrera en solitario de Cornell, fue llamado para sustituir a Silver pero la reunión ha avanzado a un paso muy deliberado. En cuanto a la prensa, pese a rumores de más conciertos, solo había un concierto confirmado en el calendario: Lollapalooza. Se habla de un disco en directo montado de conciertos de mitad de los 90 y quizá una colección de caras B pero la banda aún no ha compuesto música nueva.

«Sería emocionante grabar una canción,» dice Cornell, «para oír como de Soundgaden-iano sería esto tanto tiempo después. Pero para mi, esto es alucinante, tener que aprender de nuevo las canciones y tocarlas juntos. Algunas de las canciones que estamos viendo, no las hemos tocado nunca en directo.»

Tras la ruptura de Soundgarden, Cornell trató de transitar a una carrera en solitario pero casi inmediatamente le surgieron problemas durante la creación de su debut de 1999, «Euphoria Morning«. «Era mental, física y espiritualmente un punto muy jodido en mi vida,» dice. «Me levantaba y me tomaba un vaso de vodka para lograr tono de llamada. Mi matrimonio no funcionaba, y en lugar de afrontarlo, me emborrachaba constantemente y luego llegaron las drogas.»

«Euphoria Morning» no era nada malo – más medios tiempos y más tranquilo que Soundgarden – pero sin duda vendió por debajo de los números de Soundgarden y cuando en 2001 recibió una oferta para entrar en Audioslave, junto a tres cuartas partes de Rage Against The Machine, le vio el sentido. «Puedo decir sin dudarlo que no era capaz, en ese momento, de ser capitán de mi propio barco. Estaba hecho una mierda,» dice. «La decisión no estaba basada en el hecho de querer volver a estar en una banda pero eso ayudó.»

Cuando Audioslave sacó su disco debut el siguiente año, los problemas de abusos de sustancias de Cornell habían ido a peor. Acabó en rehabilitación y limpio, luego se divorció de Silver en 2004. El éxito comercial de Audioslave no borró las diferencias entre Cornell y el resto de la banda, y pocos fueron los sorprendidos cuando, entre disputas sobre royalties y decisiones creativas – Cornell ha dicho que mezcladores y músicos de sesión fueron llevados a trabajar en sus grabaciones sin su conocimiento – se marchó en 2007 para hacer otro álbum en solitario. Para entonces, había dejado Seattle por Paris, se volvió a casar, abrió un restaurante y tuvo dos niños. «Carry On» terminó siendo una razonable caja de sorpresas de riffs hard rockeros, pasajes suaves de cantante-cantautor, y florituras de R&B clásico, pero la reacción del público fue débil.

No se puede decir lo mismo de «Scream«, de 2009.

«Scream» emparejaba la voz de Cornell con ritmos de Timbaland en una suite continua de 60 minutos, y aunque sobre el papel esto suene atrayente, los resultados fueron confusos. La colaboración fue, al menos en parte, orquestada por el jefe de Interscope Records, Jimmy Iovine y se nota: el choque de sonidos era, en ocasiones atrayente pero al final artificial. Aún así la vituperante reacción entre críticas y fans de Soundgarden fue excesiva. Cornell, que aparece en la portada destrozando una guitarra, fue etiquetado como un virtual traidor al rock'n'roll (el que cante 'Whole Lotta Love' en el nuevo álbum de Santana quizá sea una especie de penitencia). En un infame 'tweet' que más o menos resumía la respuesta del público, Trent Reznor escribió: «¿Sabéis esa sensación que tienes cuando alguien se pone en tal vergüenza que TU te sientes incómodo? ¿Habéis oído el nuevo disco de Chris Cornell? Dios.»

Cameron y Shepherd expresan ambos admiración por «Scream» como un experimento con agallas mientras que, Thayil, menos entusiasmado, le vio potencial. «Sé que si yo, Matt y Ben hubiéramos estado en el estudio con Chris y Timbaland, no habría sido malo,» dice. «A veces solo necesitas apoyo.»

«Me pareció natural,» dice Cornell de «Scream«. «Lo pasé bien haciéndolo y el único obstáculo fue la percepción. Y la percepción es algo en lo que no invierto demasiado tiempo preocupándome.»

Pero esa percepción solo parecía sumarle problemas a la vida de Cornell. En los años precedentes, su separación de Silver se había puesto fea: en 2005, interpuso una demanda de un millón de dólares alegando que Silver le había defraudado con royalties y que nunca le devolvió, entre otras cosas, sus Grammys y algunas grabaciones y diarios; dos años más tarde, solicitó una orden de alejamiento contra un tipo del que decía que había sido contratado por Silver para seguirle; en 2008, anunció vía su web que había recuperado 15 de sus guitarras (que tenía Silver). Por su parte, Silver se arrepiente del modo en que la ruptura se hizo tan pública, aunque mantiene que no fue su elección. «No puse la otra mejilla hasta este momento,» dice. «Nunca he hablado de nada de esto. Tras cortar con los chicos (de Audioslave) pareció rodearse de muchas malas elecciones. Nunca tiene porque ser agria (la ruptura). Es increíblemente dolorosa, innecesaria y cara cuando alguien abusa del sistema legal para hacer daño a otra persona.»

Silver, que sigue siendo manager de Alice In Chains, sigue siendo popular y una figura influyente en Seattle, y con Cornell viviendo en otro sitio, mucha de la gente de Seattle se puso de su lado. «Chris y Susan han tenido sus problemas, que han ido polarizando,» dice Jonathan Poneman, fundador de Sub-Pop, que editó los dos primeros EPs de Soundgarden, «Screaming Life» y «Fopp», a finales de los 80. «La comunidad musical de Seattle está muy unida y hay mucho orgullo regional. Entre la ruptura de Soundgarden y que Chris no estuviera en el área, no creo que hubiera mucha tendencia a apoyar lo que él estaba haciendo.Quizá habría habido mayor perdón por algunos caminos sospechosos que tomó de haberse quedado por aquí.»

Para Silver, esta es la verdadera historia de la génesis de la reunión: «Chris no tenía donde ir,» dice. «Su carrera en solitario estaba tan descentrada que empezó a modificar su comportamiento para hacer que esto funcionara y ganarse la confianza de los otros chicos. Enmendar la plana lleva su tiempo, que es el motivo por el que solo ha habido un concierto en un club y un compromiso para un concierto a nivel nacional.»

Pese a ser imposible separar los comentarios de Silver de su estatus de ex de Cornell, hay cierta lógica en ellos. Pero Thayil se muestra en desacuerdo con su versión sobre la agenda de la banda o su ausencia de ella. «Susan entiende algunos aspectos de Chris de forma distinta a mi,» dice Thayil. «Creo que su perspectiva tan adulta, profesional y objetiva como lo pueda ser la de cualquier ex-mujer. Pero nunca hubo ninguna animadversión fuerte entre nosotros. Si hubiera alguna alta montaña que subir, no creo que perdiera el tiempo con ella ni me imagino que Chris lo hiciera.»

En cuanto a la percepción general de que Cornell dejó Soundgarden, su pasado y -al menos en «Scream«- el rock, admite que es culpable de esos cargos. «Para mi, para sobrevivir, tenían que haber muchos cambios,» dice Cornell. «Tras suficientes años de estar jodido, llegué a un punto donde física y mentalmente estaba en peligro.La idea de que no soy la misma persona – bueno, espero que no, porque esa viene a ser la clave.»

© David Peisner para Spin