Crónica Feeder, Sala Bikini, Barcelona (28-03-11)

Tras la muerte del ‘grunge’ surgieron multitud de bandas que bebieron con más o menos descaro y acierto de los jugos que aquellos años generaron. La prensa no tardó en buscar un adjetivo con el que calificar a toda la hornada de bandas nacidas de los rescoldos del sonido Seattle; no es que fuese el colmo de la originalidad la etiqueta pero bandas que cogieron influencias de Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden fueron etiquetadas bajo el nombre de ‘post-grunge’.

Feeder, desde su Gales natal, recogían amplísimas influencias de Nirvana (aunque sin obviar las influencias que bandas como Pixies ejercieron a su vez en el trío de Aberdeen) en sus discos pero pasándolas por un tamiz de ‘brit pop’ que también imperaba por aquellos años en el Reino Unido. Con el paso de los discos, la banda de Grant Nichols y Taka Hirose, fueron cimentando su personalidad logrando un sonido propio que, por otro lado, ya dejaron ver en su primer disco: se notan sus influencias pero no son fotocopias de ellas.

Han tenido que pasar más de 10 años para que el trío de Newport visitara por primera España (bueno, teloneraon a Coldplay en 2003 pero esto es su primera gira como cabezas de cartel) y lo cierto es que la espera ha merecido la pena. Pero, rebobinemos y situemonos al inicio de la noche: los brasileños afincados en Barcelona Turtle Giant calentaban el ambiente con un set bastante más poderoso de lo que su álbum debut hacía preveer. Tonos ‘shoegaze’, incluso ‘post rock’ pero también briznas de ‘jazz’ y un pop/rock melódico que puede recordarnos a unos Build To Spill algo más experimentales. Prometedores.

Pasando poco más de 10 minutos de las 21.30h. y haciendo honor al título de su último disco (y el breve proyecto paralelo que nació para enterrar a Feeder), “Renegades”, salió el trío (aunque en directo ampliado a cuarteto) a ritmo de la banda sonora que Ennio Morricone compuso para “La muerte tenía un precio” (“For A Few Dollars More”) para, en seguida, hacer explotar guitarra, bajo y batería con “Barking Dogs”, uno de los muchos temas de su último disco que tocaron.

El sonido fue muy bueno y la prestancia de la banda sobre las tablas fue digna de elogio: un Nichols bien parapetado tras su guitarra mostró una buena voz en directo (nunca se ha caracterizado por los artificios sino por tener una voz correcta y cumplidora) acompañado por un Hirose activo y animoso mientras que Damon Wilson pasaba con nota como activo batería.

En líneas generales el setlist fue en consonancia con lo que han buscado con “Renegades”, un ejercicio de rock contundente sin dejar demasiado respiro. Así, temas como “Renegades”, “Sentimental”, “White Lines”, “Insomnia”, “Call Out”, “Buck Rogers” y “Lost And Found” sonaban contundentes y algunos revestidos incluso de tonos metaleros, y solo canciones como la genial “Down To The River” o “Just The Way I’m Feeling” levantaban el pie del acelerador pero sin perder ni un ápice de emotividad.

Desde luego el grupo no evidencia los años que llevan en esto y es que, cualquiera diría que Nichols e Hirose se acercan a los 45: ni por su imagen ni, desde luego, por su directo.

Los bises también fueron de gran nivel: empezaron tanteando el terreno con la bella “Yesterday Went Too Soon” para seguidamente encender motores con la festiva “Seven Days In The Sun”, “Just A Day” (el tema que se popularizó vía el “Gran Turismo 3”) y despedirse con una versión del “Breed” de Nirvana, que podemos tomar como una metáfora de lo que estuvieron haciendo toda la noche: cultivar su público para volver dentro de no mucho, tal como prometió Nichols antes de despedirse.

En resumen: Feeder demostraron estar en gran forma. Su último disco lo hacía ver y su directo ha acabado de confirmar. Afortunadamente, nos van a seguir alimentando con nuevos temas y entretenidos directos.