Crónica Pulled Apart By Horses, Sala Apolo 2, Barcelona (04-03-12)

Cuando uno oye a Pulled Apart By Horses, no los relacionaría ni por asomo con Radiohead pero, por si no lo sabíais, su nombre surge de combinar el pub donde se reunía habitualmente el grupo (The Pack Horse) con el título de uno de los primeros temas compuestos por la banda que lidera Thom Yorke. La referencia a los caballos sí que les encaja más: su sonido nos monta en un caballo salvaje, nos convierte en vaqueros tratando de dominar a un équido que, en ocasiones, anda tan desbocado que no queda más que ver el espectáculo desde la barrera. Y, al igual que un caballo bronco, el cuarteto de Leeds muestra su mejor nivel delante del público, añadiéndole esa pizca de salvajismo necesaria en su música y que un disco nunca podrá representar.

Pero antes de que PABH se desarrendaran, los tinerfeños This Drama trataron de caldear el ambiente con su punk-rock / post-hardcore y aún poniendo voluntad no lograron animar al poco público congregado en la sala. Su actuación, de cualquier modo, fue correcta y mostraron que su sonido de amplio espectro (oímos cosas de punk californiano pasando por referencias a The Hives o The Bronx en sus canciones) les está consiguiendo abrir puertas de sitios importantes lo cual tiene, desde luego, mucho mérito teniendo en cuenta su procedencia.

Con puntualidad británica llegaba la hora de que Tom Hudson (voz y guitarra), James Brown (guitarra), Robert Lee (bajo) y Lee Vincent (batería) hicieran su particular remake de “El hombre que susurraba a los caballos”. Eso si, los susurros fueron sustituidos por gritos, un potente chorro de guitarras y una sección rítmica que galopaba constante hacia el objetivo final: recrear con fidelidad y crudeza los temas de sus dos excelentes trabajos.

Y es que tanto los temas que cayeron de su enérgico debut (“I Punched A Lion In The Throat”, “Meat Balloon”o “The Crapsons”) como los de su más oscuro y variado segundo álbum sonaron instrumentalmente tremendas, con algunos problemillas en las mezclas (debido a que sus técnicos de sonido no pudieron acompañarles en sus dos últimas fechas de gira europea) agudizados en la voz de Tom Hudson, que no siempre lograba hacerse notar (y no sería por falta de empeño). Canciones como “V.E.N.O.M.” o “Wolf Hand” sonaron avasalladoramente salvajes, compactas, con una fidelidad absoluta al álbum, y la actitud del grupo ayudó a que el ensordecedor sonido (literal) no fuese un simple efecto para cubrir otros defectos: en el segundo tema de la noche, Hudson ya se metió entre el (lamentablemente poco) público presente marcando la línea de lo que iba a ser la velada: un rodeo con una cuadra excitada e imposible de dominar. No fue la única vez en que se bajaban de las tablas y es que, con la ayuda de Asdrúbal, vocalista de This Drama, convertido en su improvisado caballo, James Brown se subió a la barra de la sala para restregar su guitarra por el techo.

Si bien los de Leeds se han alimentado del pienso del post-hardcore más aguerrido, las influencias de un grupo como Nirvana son evidentes y el hecho de versionar en los bises un tema como “Tourette’s” lo deja claro. Y eso, aún haciéndolo con un grado menos de velocidad. Para terminar la noche, “Back To The Fuck Yeah!”, uno de los himnos de su autotitulado debut supuso un excelente colofón a un concierto en el que el cuarteto demostró que lo suyo es el rodeo y no el elitista hipódromo de Ascot.