Coheed-o por la droga

Si recordáis, a mediados de noviembre del pasado año , anunciaba el regreso al grupo del batería Josh Eppard, que en su momento dejó la banda neoyorquina por graves problemas de adicción. Alternative Press recoge una columna escrita por el propio Eppard en la que habla de su descenso a los infiernos y su afortunada resurrección.

Si me hubieras preguntado a los 21 si alguna vez probaría la heroína, me habría reído. En esos momentos, el pensar en usar una droga como esa era absurdo. De hecho, recuerdo de adolescente darle el peñazo a una heroinómana reconocida, diciéndole lo ‘guarra’ y como solo gente ‘sucia’ se metía una droga como esa. Tío, como cambian las cosas. Así que, sin más entretenimiento, te pido que dejes cualquier mierda y me sigas porque voy a explicar todo lo que fue convertirse en un drogadicto – y aún más importante, convertirse en un ex-drogadicto.

Allá por 2000-2003, mi banda, , andábamos ganando notoriedad a nivel nacional. Yo andaba por el aire. Mis sueños se estaban haciendo realidad, literalmente y, por la razón que fuese, eso no era suficiente para mi. Quería más. Empecé a tontear con analgésicos y otras drogas hasta que acabé descontrolado. Empezó como algo divertido – ‘algo de fin de semana’ o algo ‘de tanto en cuanto’. Antes de saberlo, ya era ‘algo de cada día’, ‘algo de tres veces al día’, a veces más. Para entonces, Coheed estaba a un nivel más allá de mis sueños más salvajes y las cosas no podían ir mejor a nivel de carrera, gastaba entre 700 y 1000 dólares al día en drogas. Podría haber sido el orgullo de mi pueblo pero en lugar de eso y de centrarme en mis habilidades, me hundía más y más en este hoyo que me había cavado y del que me costó años salir.

La cosa es que nunca recuperaré esos años. Ahora mismo, hay un chaval leyendo esto que cree que mola meterse algún Oxi (Oxicodona) de vez en cuando. Quizá sus amigos se metan coca o alguna estupidez así. Mira lo que me costó. Me reía cuando la gente me decía que tenía un problema. Pensé que era tronchante. Me llevó años abrir los ojos y darme cuenta de que a la clase de gente con la que estaba le importaba una mierda si moría.

Una vez esto se descontrola, no puedes decidir cuando parar. Cuando invitas a esto en tu vida, corroe todo lo que quieres. Para mi, desintoxicarme fue un largo y doloroso proceso y aún ando arrastrándome.

La verdad, lo que me ayudó más que nada fue evitar los lugares donde sabía que iba a encontrar problemas. Ahora, eso quizá suene fácil, pero hablo de decirle adiós a amigos de toda la vida e incluso tu pueblo natal. Para mi, dejar la ciudad donde crecí -Kingston, Nueva York- fue algo a lo que tuve miedo y luché por evitar.

Mirando atrás, tengo que agradecer a mi maravillosa prometida, Tammy, y su hija, Maggie, por creer en mi espíritu lo suficiente para aguantar la tormenta y quedarse a mi lado. Sé que no podía haberlo hecho sin ellas y les debo el mundo.

Dicho eso, aún así tuve que confrontarme en el espejo y dejar de mentirme. Hubo incontables veces en las que sin mucha convicción, traté de dejar las drogas pero esta batalla requiere cada gramo de coraje que puedas reunir.

Finalmente, la decisión tiene que salirte del corazón. Dejar la heroína es quizá lo más duro del mundo. Sentir la ira. Ver lo que las drogas te han quitado y a los que te rodean. Eso es lo que hice. Me puse en serio y me dije, ‘Vale, esto es un problema’. Hace falta coraje para resistir.

Una vez estás listo para dejarlo, tienes que encontrar un médico en tu zona que te preescriba Suboxone yendo a suboxone.com. Mucha gente abusa del programa de suboxone pero sé por experiencia personal que funciona y me ha salvado el culo incontables veces. Tras eso, encuentra algo que te apasione. Sin música, no estaría vivo. Sin duda. Cuando eres un adicto a las drogas, ¡no te apasiona nada más que la droga! Tratad de recordar qué era lo que os encantaba cuando erais jóvenes y estabais llenos de vida, antes de la oscuridad.

Así que si estás ahí aguantando esa carga, que sepas que no estás solo. Esto no es una campaña de marketing tratando de capitalizar un lado. Llegué tan lejos como cualquiera. Tendré las marcas en mi brazo para recordarme lo asquerosos que fueron aquellos años. Nunca pensé que pudiera estar limpio. Pero aquí estoy, casi dos años limpio -no mucho tiempo, la verdad, así que voy a sentarme aquí sermoneando como si lo tuviera todo controlado- pero si yo puedo hacerlo, todo el mundo puede.