Crónica Caspian, Sala Sidecar, Barcelona (22-10-12)

Con su nuevo álbum recién salido del horno («Waking Season«), se embarcaban hace una semana en una gira europea que les llevará a recorrer el viejo continente durante unas cinco semanas. España ha tenido la fortuna de que los de Boston hayan elegido hasta cuatro lugares en los que mostrar la categoría de su post-rock y a juzgar por sus prestaciones en el escenario de la sala Sidecar de Barcelona, estamos de enhorabuena de haber disfrutado de sus directo.

Antes de que el quinteto liderado por el gigante (y no solo es una metáfora) Philip Jamieson empequeñeciera el ya de por si pequeño entarimado del local barcelonés, los también barceloneses Xavi Forné (guitarra), Oscar Linares (guitarra), Kandro Dillinger (bajo), Carlos Alonso (guitarra) y Oscar Caselles (bateria) – demostraban que lo que podemos oír en su excelente primer disco («Drawing A Future«) es fruto de un trabajo constante y continuado. Su post-metal de contundente factura (ojo a la fuerza con la que Caselles atiza a su batería) recuerda a o en cuanto a que comparten ese objetivo de construir armazones sonoros a base de capas y capas de sonidos.

Iniciando la noche con la tremenda “Renaissance” y la no menos potente “Stampede”, el quinteto arrasaba los oídos de los presentes a base de guitarrazos pero también dejaba espacio para ahondar en las típicas dinámicas post-rockeras que combinan la suavidad y lo heavy. El presente de es todo lo contrario a la frialdad que su nombre pueda denotar y su futuro se vislumbra como de auténticos derretidores de hielo.

A las 22.27h. era el momento en el que enchufaban sus amplis (empezaron con algo de retraso al tener que comprobar todos los micros del escenario) y lo hacían enseñando el ADN de su nuevo largo Waking Season, que con su in crescendo en seguida pavimentó lo que iba a ser la noche: capas de guitarras (sin pisarse, logrando una precisa escalinata de notas que permiten oír también ciertas sutilezas), ambientación sonora con algunos samplers e interludios (nunca excesivos ni alienantes) y una base de bajo y batería que sirven de segura alfombra.

También sonó lo que puede considerarse su primer tema vocal (pese a que la voz queda enterrada entre la fuerte instrumentación) que gana en calidez en directo (“Gone In Bloom and Bough”). Pero no todo fue recorrer su notable nuevo largo: la -iana “Malacoda” suena cruda y “Concrescence” bella, logrando exponer todos los fuertes del grupo.

El colofón de la noche fue la maravillosa “Sycamore” en el que, nuevamente, el grupo enseña los dientes previo paso por ese mar calmado que suele preceder los finales tormentosos en el ‘post-rock’. El incendio con el que finaliza el tema es fagocitado por los miembros de la banda que acaban dejando de lado sus instrumentos para aporrear bombos o platillos en una escena final ciertamente original.

demostraron que sin duda merecen un sitio en la primera división del ‘post-rock’ por derecho propio.