Rick Rubin es un productor reverenciado: se le considera co-autor de muchos de los mejores discos de la historia del rock y su figura es vista como la de una especie de oráculo por muchas bandas. Sin embargo cuando uno logra cierto estatus también puede llegar a ser objeto de críticas algunas sin fundamento. Pero las que ha vertido sobre él Corey Taylor, frontman de Slipknot, tienen base: la banda de Des Moines grabó con el barbudo productor su álbum de 2004, «Vol 3 The Subliminal Verses» y su experiencia fue del todo menos agradable, según ha reconocido en uno de sus recientes conciertos acústicos, tal como recoge RockNewsDesk.
«Hay alguna gente a la que le encantaría que soltara lo de todos, 'Trabajar con Rick Rubin es una experiencia muy enriquecedora'. Bueno, dejadme que os diga la jodida verdad: Rick Rubin apareció 45 minutos en una semana. Rick Rubin, en esos 45 minutos, se sentaba en un sofá y hacía que le trajeran un micro al lado de su cara para no tener que moverse. Y luego no decía más que, 'Ponme (la canción)'. Y el ingeniero (de sonido) se la ponía. Y llevaba gafas de sol todo el tiempo aún no habiendo sol en esa habitación. Llegados a ese punto, pareces gilipollas.
Y se atusaba su gran barba y trataba de sacar cuanta más comida mejor de ella. Decía, 'Vuélvela a tocar', y decía, 'Para – vuelve a hacer eso'.
Tenía un asistente que medía 2 metros 10. Básicamente se encargaba de llevarle la vida a Rick. A mitad de nuestros preciosos 45 minutos, trajo un plato de mierda – supongo que sería comida. Era de color verde azulado y olía como si alguien hubiera tirado de la cadena del WC. Se lo comió tan rápido como le fue posible, con todo por ahí, manchándose por todos lados, lo cual, ver eso cuando estás trabajando es una imagen tan maravillosa.»
Considera el vocalista de Stone Sour que Rubin vive de réditos: «El Rick Rubin de hoy es una pequeñísima sombra de lo que fue Rick Rubin. Está sobrevalorado, cobra demasiado y mientras viva no volveré a trabajar nunca más con él.«