En 1992 el periodista Michael Azerrad entrevistó a Kurt Cobain, líder de Nirvana, de quien había oído toda clase de leyendas: que si era un heroinómano, que si era un maníaco paranoico, que si era un auténtico terror para ser entrevistado.
Sin embargo, la impresión que se llevó Azerrad de Cobain fue tan buena que se convirtieron en buenos amigos.
«Todo lo que sabía es que era un yonki que destrozaba guitarras y gritaba,» indica Azerrad a MTV.com. «Courtney (Love) me saludó a la entrada de su apartamento, y entramos por ese largo pasillo, que llevaba a un dormitorio. Y yo temía lo que me iba a encontrar en ese dormitorio. Pero lo que me encontré era un hombre tumbado en su cama, con sus pies dirigidos a la puerta. Sus pies sobresalían por debajo de la sábana, y las uñas de los pies estaban pintadas de rojo. Fue extremadamente amable, me dijo que entrara y que me sentara. Y me ofreció unas uvas.»
La amistad que labraron se basó en «el hecho que los dos fuimos niños que no nos relacionábamos con los atletas del instituto.»
«Alguna gente tiene una cierta imagen mental suya…,» prosigue el periodista. «Piensan que era una especie de yonki estúpido pero no lo era. Era inteligente, un tipo muy profundo. Era la clase de tipo al que acudirías si tenías algún problema y necesitabas hablar con alguien. Suena irónico pero era verdad. Daba el mejor de los consejos.»
Así, con el buen rollo surgido entre ambos, Azerrad le propuso a Cobain escribir un libro sobre Nirvana, cosa que a Cobain le emocionó.
«Yo volaba a Seattle desde New York y él me llamaba y decía, 'OK, genial, ven a eso de medianoche'. Así que me echaba una siesta, y me iba para allá. Y empezábamos a hablar, y a menudo seguíamos hablando hasta que el sol salía. Era básicamente un tío en su cocina hablando con alguien en quien confiaba a las horas matinales de hacer un río. La tele estaba siempre encendida. Era un gran fan de 'Speed Racer'. Le encantaba el mono Chim Chim. Estaba sentado en su cocina con unos tejanos rotos y el jersey del pijama.»
De todas esas charlas, 25 horas quedaron registradas en cassette, siendo usado la mayoría del material para el libro «Come As You Are», pero lo sobrante -mucho y jugoso, según parece- quedó en barbecho tras el suicidio de Cobain. «Su muerte me chocó muchísimo, y no podía hacerme oír esas cintas. Tampoco he sido capaz de oír un disco de Nirvana (desde su muerte). Quizá alguna vez haya oído una canción de Nirvana en algún sitio pero cuando pasa, dejo la habitación.»
Una década después, Azerrad hizo buenas migas con el director de un documental de They Might Be Giants, AJ Schnack, a quien le contó la existencia de las cintas. Schnack enseguida tuvo una idea: «Recordé hace unos años, cuando mi sobrino estaba muy metido en Nirvana. Todo lo que se hablaba era sobre la controversia acerca del final de la vida de Kurt: las drogas, el suicidio, lo típico de los tabloides. Y pensé, 'Uau, está mal que él y su generación queden ligados a esta iconografía'. Así que ahí, decidimos hacer algo con las cintas.»
Empezaron a escuchar las entrevistas de Cobain, haciendo anotaciones y decidiendo como convertir esos fragmentos sonoros en una película. Y ambos llegaron a la misma conclusión: que las cintas fuesen la película.
«No queríamos llamarlo un documental,» afirma Azerrad. «Lo llamaremos una película de no ficción porque no va a seguir una narración periodística. Se convirtió más en una visita íntima a una persona que mucha gente pensaba que entendía pero probablemente no era así. Le oyes hablar en esas conversaciones íntimas y tienes una sensación acerca de Kurt que no creo que nunca nadie haya tenido sobre él. Habla de su generación – como era el mundo cuando era niño y en lo que se convirtió luego.»
Añade Schnack: «No se ajustará a las expectativas que cualquiera tuviera sobre un documental de Kurt Cobain, y no es un documental tradicional de rock. No hay imágenes de archivo en el film, y Kurt solo sale muy al final. Básicamente es el momento de sentarte con él y oír su historia.»
Dos años de trabajo se han traducido en «Kurt Cobain About A Son» recopilará imágenes de los lugares en los que Cobain vivió en algún momento de su vida: Aberdeen, Olympia y Seattle.
«Kurt se ha convertido en una cifra en estos últimos 12 años, habiendo la gente construído una opinión acorazada de lo que pensaban qu era basada en especulación y algunos libros,» indica Azerrad. «Pero no hay nada como oír al propio hombre hablar. Puedes oír el tono de su voz. Habla cándidamente a veces; otras veces habla con la boca llena; en varios momentos le puedes oír fumándose un cigarro. Y en otro nivel es solo otro tipo, y en otro te das cuenta que era un hombre muy, muy especial.»
La banda sonora queda conformada por música de artistas del gusto de Cobain: Melvins y David Bowie, aunque también por Queen, REM y Cheap Trick. El frontman de Death Cab For Cutie, Ben Gibbard y el productor Steve Fisk completan la banda sonora con temas instrumentales / ambientales.
«En mis conversaciones quedó claro que Kurt era una enciclopedia andante de música,» asegura Azerrad. «La música jugó un importante papel en su desarrollo como persona y como artista, así que era un imperativo que hubiese música en el film.»
La peli que se estrenará en el prestigioso festival de Toronto el 10 de septiembre está lejos de ser de fácil digestión. «Solo le he mostrado la película a mi novia,» cuenta Azerrad. «Y me dijo, 'He quedado muy tocada por esto'. Es muy intensa. No la ves y dices, 'Oh, esto es agradable. Ahora siento que estoy mucho mejor'. Saldrás del cine y necesitarás un minuto para recomponerte. Es brutalmente honesto y eso te ayuda a romper los 12 de mitificación y exageración de dibujos animados y especulaciones sobre su vida. Te deja absolutamente en cueros.»
Concluye Schnack que «la película es divertida de algún modo, y de otro es brutal. Y oyendo su voz, junto con las imágenes de los lugares donde vivió, es hipnotizante y obsesivo. Tienes la sensación que era un tipo ordinario – con sus cosas y sus problemas – que, pese a ello, se hizo famoso. Era ese hombre ordinario extraordinario.«