Desde su debut en el 2004, Jeff Sanders álma mater de Mountain Mirrors, uno de los secretos mejor guardados de Massachussets, ha ido entregando puntualmente un nuevo disco cada 2 años. Por tanto «Dreadnought» es su tercer album, y su tercera entrega donde el bueno de Jeff sigue llevando las riendas de todo el proceso creativo,
Desde la composición, la producción o la grabación hasta la edición y distribución están bajo su propio control, siendo otro ‘outsider’ de esta nueva generación de músicos y compositores, que son capaces de ir constuyendo una carrera más o menos sólida al margen de la industria musical.
En este nuevo album Mountain Mirrors nos entregan de nuevo un trabajo de concepción acústica con algunos de los ingredientes clásicos que han venido mostrando en sus anteriores trabajos, si bien en esta ocasión consiguen dotar a «Dreadnought» de un sonido mucho más clásico y a la vez variado.
Si con su anterior trabajo se les comparó con unos Days Of The New pero de corte más progresivo, en la actualidad sería mucho más preciso buscar similitudes con bandas tan dispares como Opeth, Blackfield o incluso unos Porcupine Tree más acústicos. Sin olvidar nunca a la principal influencia que desde sus inicios han venido reivindicando, ni más ni menos que Pink Floyd.
Se inicia el disco con la emotiva y drámatica, «Born Damaged», donde ya J. Sanders nos avisa que los pasajes de este largo estarán más cargados que nunca del hipnotismo de unos teclados increíblemente coexionados con sus guitarras acústicas, de un preciosista trabajo de piano e incluso de chelos, violines y algunas secciones de viento que contribuyen a dotar definitivamente a este nuevo trabajo de esa idea conceptual que Sanders viene buscando desde hace tiempo. Y es que su música actúa como una especie caleidoscopio de rock acústico y poético tremendamente viajero (algo así titula el propio músico en la web de la banda).
El disco continua con «Field Of Grass», una pieza semiacústica con una increíble base ritmica y unos solos de guitarra realmente épicos que pueden recordar a los Opeth de «Blackwater Park«.
Los dos temas siguientes, «I Dont Belong» y «End Of Days» definen a la perfección el sonido que a dia de hoy caracteriza a Mountain Mirrors: pasajes acústicos, cargados de atmosferas progresivas y donde la voz de J. Sanders, susurrante y aterciopelada por momentos (personalmente me recuerda al Nick Drake más intimista) es capaz de transportarte por los paisajes más insospechados que la mente pueda crear.
El álbum se toma un respiro hacia la mitad con la inclusión dos temas instrumentales: el primero, «The Elemental» no deja de ser una sucesión de ruidos desacompasados sin muchas gracia, y «Your Dirge» que junto a «Birds In A Rat Race» son las piezas más cercanas de todo este álbum a lo que Mountain Mirrors entienden por metal y donde nuevamente se descubren y apuntan ecos a Opeth.
De aquí en adelante «Dreadnought» deambula por ambientes sumamente melancólicos, con la excepción del noveno corte, «Better Days», el contapunto más curioso del album, una canción que se aparta del tono general de este trabajo mostrando la cara más pop y póstiva tanto en el aspecto lírico, como en la sencillez de la canción donde el apartado ritmico incorpora únicamente un timbal y que puede recordar mucho al caracterísitico estilo del grupo indie Guster (tambien de Massachussets).
El disco finaliza con «Angelic», una excelente, preciosista y dramática interpretación de Sanders cantando únicamente sobre una melodía de piano y donde nos muestra una de sus grandes capacidades, como es escribir unas preciosas letras que en este caso nos invita a ese optimismo que tanta falta hace en el mundo.
En resumen un buen trabajo, que de contar con un presupuesto y una producción a la altura del gran músico que es Sanders, podría mostrarnos un poco más de ese barroquismo que demandan tan buenos temas como los que forman parte de «Dreadnought«, un trabajo intima y dramáticamente bello.