Fue Andy Warhol quien dijo que a lo largo de la vida todo el mundo tendría sus «15 minutos de gloria». y algo así podríamos aplicar al post-rock, un género que hace algunos años tenía todas las papeletas para convertirse en algo grande, algo así como la nueva sensación dentro de los territorios del rock más «vanguardista», trascendiendo más allá de los limites del underground y que con el paso de los años ha ido cayendo en la masificación, con multitud de grupos tratando de emular a los grandes nombres de la escena pero, eso sí, con una importante falta de capacidad creativa.
De modo que en un periodo de tiempo más bien corto, lo que fuera el «prospero» y «revolucionario» post-rock pasó a convertirse en un ejercicio muy previsible de intenciones y distorsiones que incluso ha ido mutando a otros estilos dando lugar a etiquetas o subgéneros como el post-metal y otras derivaciones, hasta el punto que en muchos casos resulta complicado establecer los limites que separan o diferencian a todas estas bandas.
Más allá del anquilosamiento en el que se encuentra el género, siempre existen bandas que tratan de ir más allá, de evolucionar y seguir su propio camino. En este reducido núcleo de grupos destacan sin duda los Irlandeses God Is An Astronaut, posiblemente una de las bandas más excitantes dentro del actual post-rock en Europa. Su nuevo trabajo, el cuarto álbum largo de su carrera (seria el 5º si tenemos en cuenta el EP «A Moment Of Stillness«), en esta ocasión con titulo homónimo «God Is An Astronaut«, supone un nuevo reto en la carrera del prolífico trío de Dublín.
Si echamos la vista atrás desde que allá por el 2002 los irlandeses irrumpieran en el panorama independiente británico con «The End Of The Beginning«, un trabajo que proponía interesantes influencias propias del post-rock que combinaron con bastante acierto junto a elementos del ambient electrónico y que les reportó algunos temas ya hoy considerados como clásicos en su repertorio, canciones como «Coda», «Remembrance» o «Route 666» ya forman parte de la memoria colectiva de cualquier buen fan del post rock de esta década.
Con paso firme y alejados de cualquier tipo de presión comercial en el año 2005 nos sorprendían con un nuevo album, «All Is Violent All Is Bright«, donde sin olvidar los elementos más característicos de su debut, nos sorprenden y convencen incorporando influencias cercanas al sonido ‘progresivo’, de modo que consiguen subir un peldaño más en su sonido y desde luego los irlandeses comienzan a dar que hablar a lo largo y ancho de Europa. Una buena muestra de ello fue el tema «Fragile» que sonó incesantemente en emisoras de radio y TV (tanto en el Reino Unido como el resto de Europa). En resumen, este álbum fue uno de los más frescos y auténticos que se había editado en años dentro de la escena. Gran parte de los beneplácitos que la banda ha ido adquiriendo con los años se deben, en gran medida, a la enorme capacidad que el trío ha tenido para trasladar todo su concepto musical (y visual) al directo, donde un grupo debe demostrar que la máquina funciona… ¡Y vaya si estos irlandeses la hacen funcionar!
En pleno proceso de crecimiento e inspiración God Is An Astronaut ya no han parado desde 2005: en 2006 nos entregaban el EP «A Moment Of Stillness» que servia como perfecto preámbulo de lo que un año más tarde seria «Far From Refuge«, el álbum donde definitivamente ensamblan magistralmente todas las ideas que nos habían mostrado en sus anteriores discos. Así que su fusión de post-rock con clarísimas influencias ‘progresivas’, a la que añaden sonoridades más propias del ambient electrónico alcanza su mejor nivel de cohesión en «Far From Refuge«.
Estos irlandeses se han encontrado con una curiosa situación a la hora de afrontar este 4º disco. Y es que no lo tenían nada fácil para superar lo que nos habían ofrecido a lo largo de los 6 años anteriores manteniendo unos altos niveles de progresión. Además la publicación del nuevo material venia acompañada de las mayores cotas de expectación por parte de los miles de fans de la banda a lo largo y ancho del mundo.
Y el resultado una vez más no es decepcionante en absoluto. Si bien es cierto que seguramente este trabajo, en general, es el que menos niveles de evolución muestra con respecto a sus anteriores obras, sirve de perfecta continuación a «Far From Refuge«. Parece claro que God Is An Astronaut se mueven con bastante creatividad y soltura a través de los sonidos ‘progresivos’ que han ido ganando espacio en sus composiciones en detrimento de las secciones electrónicas que caracterizaron su sonido en sus primeros años.
Destacaré especialmente el trabajo en este album de Niels Kinsella a la batería, que en mi opinión dota a los temas de una personalidad muy especial. Una buena muestra es el tema «Zodiac» con unas lineas de batería realmente originales rozando la percusión. Por no hablar de «Shores Of Orion» donde nos deleita con unos pasajes en clave ‘jazz’ realmente dinámicos e intensos. Muy destacable la versatilidad de este músico a las baquetas, un grato descubrimiento sin duda alguna.
En su totalidad el disco es notable, una vez han apostado por entregarnos 10 temas sin fisuras, donde ninguna canción destaca especialmente por encima de las demás, todas ellas forman una unidad muy disfrutable en una sola escucha.
Buscan y encuentran en cada corte un lugar para las emociones. La nostalgia de «Shadows», el dinamismo de «Echoes» (que de algún inexplicable modo me recuerda a Pink Floyd), el dramatismo de «Snowfall» o el misticismo de «No Return» son sensaciones que solo una banda como esta es capaz de transmitir con cada una de sus canciones.
Por lo demás este trabajo consolida definitivamente el sonido del trío de Dublín; vamos, a los grandes nombres de la escena.
Ya podemos ir añadiendo God Is An Astronaut como una de las pocas excepciones que nos confirman que este sonido, este estilo, tiene nuevos e interesante territorios que explorar más allá de las ya poco efectivas explosiones guitarreras que nos ofrecen la mayoría de grupos.
Para mi uno de los discos imprescindibles para este año.
¡Buen viaje amigos!