Será que últimamente veo demasiado nubarrón suelto, pero saber con semanas de antelación que Greg Mackintosh, que junto Nick Holmes son los que cortan el bacalao en Paradise Lost, no va a venir a tocar por problemas familiares te crea una serie de dudas. Se va de todos modos porque el grupo es mucho grupo… y se acaba encantado de la vida. Pero empecemos desde el principio.
Con un apenas perceptible retraso sobre el horario salieron a escena Samael. Y seamos sinceros: la voz de Vorph no es de aquellas que destaquen precisamente por sus matices. Será útil para el género musical que practican los suizos, pero es poco dada a dejar impresionados al personal. Aún así, si a este pequeño handicap le unes una actitud y puesta en escena más que correcta, y le añades una base rítmica atronadora y pegadiza, al final lo que se acaba obteniendo es un directo que resulta convincente y bastante entretenido. Al menos si no te quedaste en la parte de la voz.
Y tras los preceptivos preparativos llegó el turno de los ingleses. Planeaban algunas dudas sobre Milly Evans, ex-teclista de Terrorvision, ahora metido a técnico del grupo y con la difícil tarea de sustituir a Greg en la guitarra solista, pero una vez que Paradise Lost comenzaron a descargar la artillería pesada con «Rise of the Denial» los nubarrones se disiparon corriendo. Y no sólo eso, sino que al final visto lo visto hizo algo más que cumplir.
Me resulta difícil ser objetivo con Paradise Lost, pero creo que el concierto de Barcelona fue de aquellos que se te hacen cortos aunque lleves más de dos horas y media de pie. De aquellos que van empalmando canciones y todas te gustan. ¿Que tocan «Erased»? A corearla. ¿El turno de «The Enemy»? A menear la cabeza. ¿Y ahora «Enchantment? Pues ojo que llega el orgasmo total. Y por supuesto no faltaron canciones como «First Light», «I Remain» o «Faith Divide Us – Death Unite Us», que en esta ocasión lo que tocaba era presentar el disco nuevo.
En definitiva, gran concierto del grupo inglés en la Ciudad Condal.