Por segunda vez en cosa de tres meses los escoceses Biffy Clyro volvían a España aunque, ciertamente, en circunstancias muy distintas. Si en noviembre del pasado año hicieron de teloneros de Muse, ofreciendo un concierto voluntarioso pero que falló estrepitosamente en cuestiones de sonido tal como nos comentaba jonah en la crónica de aquel concierto, en su nueva visita, ya como cabezas de cartel y en una sala (en este caso Razzmattazz 2), fueron capaces de desplegar toda su artillería sin cortapisas de ninguna clase.
Pero vayamos por partes: lo que tendría que haber sido un cartel de tres grupos (los propios Biffy, los madrileños Nothink y los británicos Blakfish) quedó reducido a dos después de que Blakfish se separaran al llegar a Bilbao. Leemos en su Myspace que el vocalista Sam Manville anunció al resto del grupo antes del concierto que se marchaba por lo que Blakfish ya es historia. Una pena porque su debut, «Champion«, es un buen álbum y anticipaba grandes cosas.
Así las cosas, Nothink quedaban como únicos teloneros y se sirvieron y bastaron para calentar la sala: como excelente podemos catalogar el concierto del trío. Enérgicos y con gran complicidad con el público, Juan, Alex y Miguel se dejaron la piel con un set que bebió principalmente de su brillante último disco, «Spotlights«, abriendo y cerrando su set con sendos temas del álbum. Se les vio con ganas de volver a estar sobre un escenario y no desaprovecharon la ocasión para dejar su carta de presentación a todo aquel que no los conociera. A fin de cuentas, la labor de un grupo telonero, además de calentar el ambiente, no es otro que el darse a conocer y pese a que Nothink no son unos desconocidos precisamente, con conciertos como este, no harán sino ganar más fans.
Tras la espléndida actuación de Nothink llegó el turno para Biffy Clyro que sin duda se resarcieron de su último paso por España y con un sonido de barniz mucho más metalero que sus discos, ofrecieron un concierto solvente y profesional. Quizá demasiado mecánico en cuanto a que los escoceses repiten rutinas concierto tras concierto.
Abrieron el concierto con «That Golden Rule», recibida con jolgorio por el público, que ya dejaba ver como el trío apuesta por un tono más metalero en directo que les sienta más que bien. El set se centró básicamente en su último disco, «Only Revolutions«, que quizá es el disco más variado e irregular de la banda. Sin embargo, los temas elegidos para el directo son de lo más efectivo: no se puede negar que «Bubbles» (uno de esos temas coreables que encajarían perfectamente en un estadio), «The Captain» o la refrescante «Born On A Horse», son temas redondos y en directo crecen. Ocho temas de los 12 del álbum acabaron sonando; no en vano, venían a presentar el álbum.
Sin embargo, también sirve para ver el cambio de sonido que ha ido tomando el material del grupo: poco tiene que ver la progresividad de «There’s No Such Thing As A Jaggy Snake» con los temas de «Only Revolutions«, de corte mucho más comercial y eso se nota en directo.
La voz de Simon Neil sonó perfecta al igual que los acompañamientos tanto de James y Ben Johnston. También debe hacerse hincapié en el buen hacer a la batería de este último, ayudando a que el sonido más metalero en directo del grupo provoque aún mayor implicación del público.
Tras deleitar a un entregado público con poco más de una hora de concierto, la banda se retiró para volver con los bises poco después: «Cloud Of Stink», la melosa «Machines» y como final «Mountains», dando por concluido un concierto que se hizo corto (1 hora y 15 minutos aunque parece ya ser tónica habitual en muchos conciertos) y que para acabar de ser redondo debería haber incluido algunos temas de sus dos primeros trabajos.
En definitiva el trío escocés cumplió con lo esperado aunque dejando con ganas de más.