Los japoneses Mono volvían a Barcelona prácticamente un año después de su anterior visita en la que presentaron lo que por entonces era su recién editado disco, «Hymn To The Inmortal Wind«. Uno se extrañaba de esta nueva visita teniendo en cuenta el relativamente poco tiempo transcurrido desde su paso por la ciudad condal en abril de 2009 pero, en fin, a nadie le amarga un dulce.
En esta ocasión Takka y los suyos echaron mano de los neoyorquinos Obits como teloneros que, siguiendo la estela del eclecticismo de los teloneros habituales de Mono, poco tienen que ver con ellos. Tras un retraso respecto al horario previsto de media hora, el cuarteto formado por varios veteranos de la escena 'indie-rock' (Hot Snakes, Drive Like Jehu o Edsel) saltó al escenario demostrando una vitalidad y frescura envidiables. Los de Brooklyn se marcaron un set en el que dieron buena cuenta de las canciones de su repertorio que navegan entre el 'indie rock', el surf, el punk o incluso algún lejano eco rockabilly. Cumplieron con creces y dejaron claro que Rick Froberg es un tipo con talento.
A eso de las 22.30h. se subieron al escenario Mono y siguiendo con su habitual costumbre, los dos guitarristas (Taka y Yoda) se sentaron en sendos taburetes y al más puro estilo de los músicos de flamenco empezaron con una «Ashes Of The Snow», que sonó especialmente saturada y caótica. Afortunadamente el sonido mejoró a partir de «Burial At The Sea» y los japoneses volvieron a hacer gala de su profesionalidad y rectitud a la hora de ejecutar sus canciones.
El siguiente tema, «The Kidnapper Bell», los retrotrajo a su primer álbum, «Under The Pipal Tree«, época en la que estaban cercanos al post-rock más 'tradicional' y en la que aún no experimentaban con orquestaciones, para dar paso a una más relajada «Pure As Snow», perteneciente a su último trabajo.
«Sabbath» y «Yearning» nos mostraban a los Mono más distorsionados y cercanos, en ocasiones, al 'noise', con guitarrazos hipnotizantes mientras tanto Taka como Yoda iban extasiándose (con las típicas posturas de guitarrista de «distorsiones», a lo Kurt Cobain, por poner un ejemplo gráfico).
Tamaki (bajista) se sentaba al piano en «Follow The Map», que nos devolvía a la ternura de su último CD, para dar paso a «Halcyon (Beautiful Days)», que servía de puente para «Everlasting Light», donde conjugaron la belleza y la fuerza que define su discografía.
Concluyendo pues, los japoneses ofrecieron una nueva muestra de su saber hacer y dieron buena cuenta de las distintas etapas de su discografía, y pese a la ausencia de comunicación verbal con el público, el grupo logra crear una complicidad con los asistentes que éstos reconocen con un discreto silencio durante sus momentos más calmados y estallando en pronunciados aplausos al terminar sus canciones más enérgicas.