Crónica Limp Bizkit, Sala Razzmatazz, Barcelona (16-09-10)

Nueve años han pasado desde el fatídico Festimad en el que Limp Bizkit era uno de los mayores atractivos. Debido a razones que solo Fred Durst y los suyos saben terminaron suspendiendo su concierto (al parecer adujeron problemas de seguridad al haber poca distancia entre público y escenario) dejando con un malísimo sabor de boca a muchos de sus fans en España.

Posteriormente, en 2004 visitaron nuestro país (Barcelona y Madrid) por lo que su visita a Bilbao, Madrid y Barcelona este mes supone su segunda aparición (y quien sabe si última) por nuestro país por lo que pese a que sus mejores años han quedado atrás, el hecho de ser una de las bandas más representativas de toda una etiqueta (el nu-metal y rap-metal), siempre crea expectación.

Pero antes de los de Jacksonville, los galeses The Blackout se encargaron de calentar el ambiente. O mejor: lo intentaron sin demasiada fortuna. Lo cierto es que cuando el tema que más emoción crea en el público es una versión (que además, no difiere demasiado de la original), es para que te lo hagas mirar. El «Fight For Your Right» de Beastie Boys logró que el público coreara el estribillo; el resto de temas, pese a la voluntariedad de la banda, pasaron sin pena ni gloria. El 'post-hardcore' / 'screamo' -cargado de tópicos y clichés- del sexteto (cuenta con dos vocalistas) llega a causar cierto sonrojo. Y si encima, te crees que te estás saliendo (sin darte cuenta de que no es el caso) y le pides al público que haga un 'circle pit', y no te haga caso ni el Tato, te queda una estampa digna de una comedia de Jim Abrahams.

Tras la media hora de esperar de rigor, Fred Durst, Wes Borland, John Otto, Sam Rivers y DJ Lethal (con sus platos adornados con una senyera), saltaban al escenario presentando un tema nuevo titulado «Why Try» y que presumiblemente podremos oír en «Gold Cobra«, el nuevo disco para el que aún esperamos fecha de lanzamiento. El sonido de la banda era atronador: a destacar los graves del bajo de Sam Rivers. Sin embargo, la voz de Durst quedaba totalmente tapada por el muro sonoro del resto de la banda. Afortunadamente fue un problema temporal ya que a partir del siguiente tema todo sonaba como debía.

Uno debe admitir que a estas alturas de la película pensaba que el quinteto no sería más que una parodia de lo que fue. Sin embargo -y dejemos de lado las letras de niño de 13 años de Durst– la actitud de la banda en el escenario es totalmente positiva y su actitud desacomplejada ayuda a que no dejan margen a chanzas. Tampoco nos engañemos: el repertorio de éxitos que maneja Limp Bizkit es de aúpa. Canciones como «Nookie», «My Way», «My Generation», «Break Stuff», «Take A Look Around», por coger algunos ejemplos, serían envidiados por una inmensa cantidad de bandas de su generación (y de otras). Si a ello le sumas una ejecución solvente y un sonido potentísimo como el que presentaron, el resultado es satisfactorio. Hombre, puestos a pedir se agradecería no abusar del humo pero bien es cierto que ello no influye en el sonido.

El hecho de que Durst no tenga lo que se dice una gran voz juega a su favor: si lo quisiera -y sus compañeros le acompañaran- podría tirarse muchos años sobre un escenario con Limp Bizkit. Su presencia en el escenario se nota (pese a en ocasiones parecer desganado) pero quien tiene el carisma en esta banda es Wes Borland. Su disfraz, su torso pintado y su reconocible forma de tocar (sin duda, su baja en «Results May Vary» fue determinante y extraña que tocaran «Eat You Alive», tema de ese álbum) dotan a la banda de su particular sello, aquel que hace que cuando oigas un tema sepas de es de ellos. Y en directo no pierde ni un ápice de su personalidad. Es más, se gana su merecido protagonismo (su sucesión de riffs de temas conocidos es ejemplo de ello; sonaron versiones del «All Apologies» de Nirvana, «Crazy Train» de Ozzy Osbourne o el «Alive» de Pearl Jam, entre otros, además de una improvisación jazz y otra rock'n'roll).

Entre trallazo y trallazo («Hot Dog», «My Way», «Break Stuff», «Fast Lane», «Rollin», «Re-arrange») la banda iba intercalando interludios que, la verdad sea dicha, en ocasiones se hacían tediosos.

También no deja de ser curioso como la banda centra prácticamente todo el concierto en su segundo y tercer disco, ignorando por completo su excelente debut (no hubiera estado de más oír «Counterfeit» o «Pollution» porque «Faith» no deja de ser una versión aunque, si, es parte de su primer disco) y dando cancha a dos temas de su mediocre último largo (la ya citada «Eat You Alive» y la lamentable versión del «Behind Blue Eyes» de The Who, que, en honor a la verdad, en directo suena mejor que en disco). Tampoco su último material de estudio, el EP «The Inquestionable Truth Part 1«, recibió la atención del grupo (y eso que tiene temas mucho más rescatables que «Results May Vary«).

Concluyendo: el directo de Limp Bizkit goza de buena salud pese a que el 'nu metal' ya no es la moda del momento; la acogida del público (gran entrada en Razzmatazz) da fe de ello. Veremos qué nos trae «Gold Cobra» y si sirve para añadir temas a su setlist o no deja de ser una excusa para seguir gravitando alrededor de sus dos discos más exitosos.