Crónica Eastpak Antidote Tour (Sum 41 – The Black Pacific – Riverboat Gamblers – Veara), Sant Jordi Club, Barcelona (11-11-10)

La quinta edición del Eastpak Antidote Tour traía a España un cartel de lo más punk (en su vertiente más melódica, eso si) aunque cada una de las bandas del cartel se decanta por camino distinto a la hora de presentar su plato, todos de fácil digestión pero unos con más azúcar y otros más amargos (o directamente indigestos).

Ante un público eminentemente joven (la media de edad no debía superar los 20 años) las 3 bandas norteamericanas cumplieron como mejor supieron con su papel antes de dar paso a los cabezas de cartel: los canadienses Sum 41, que visitaban por primera vez España (algo que, viendo la cantidad de público, que se aproximaría a los 4000 espectadores, hizo que su frontman Deryck Whibley autocalificara a su banda como 'idiotas' por no haber venido antes).

La tarde-noche se abrió con los pop-punkers Veara que dieron un buen repaso a su primer disco, «What We Left Behind«, en el que juegan en la liga de A Day To Remember, de algún modo sus tutores, tirando de un pop-punk melódico con todos los tópicos del género que en su día bandas como Green Day primero y luego Blink 182 se encargaron de establecer: cambios de ritmo, voces a coro y estribillos con intención de ser pegadizos. Entre tema y tema animado también hubo momento para uno más pausado. ¿Hablábamos de tópicos? De cualquier modo, el sonido del cuarteto no fue nada malo y la voluntad y ganas demostradas (obviemos los lamentables intentos por chapurrear castellano del guitarrista) hicieron que el público disfrutara de su amable música.

Turno para Riverboat Gamblers, que pese a intentarlo, no lograron conectar con el público (¿realmente el frontman de una banda que no logra la complicidad del público no es consciente de que pedir un 'circle pit' es arriesgado y puede terminar quedando mal -por ser generosos- al ver como nadie le hace caso? Dejando de lado que el punk con aires 'clashianos' tampoco es quizá el ideal para montar 'circle pits'…) La banda, perteneciente al sello de la marca de ropa Volcom, basa su repertorio en un frontman ágil y movido, que sin embargo, con sus amanerados movimientos, en ocasiones resulta algo paródico y con una voz que de tanto en cuanto recuerda a Billy Idol, no consiguió levantar demasiado a un público, que, afortunadamente para ellos, ya estaba lo suficientemente excitado.

Antes de que Sum 41 se subieran al entarimado, fue momento para que The Black Pacific, el nuevo grupo de Jim Lindberg, ex-vocalista de Pennywise, mostraran su directo interpretando temas de su recientemente editado primer álbum (producido por Shaun Lopez de Far). Con problemas de sonido que se solucionaron a medias a mitad del tema inicial, el grupo aún dio muestras de encontrarse en proceso de ensamblaje ya que el sonido no fue del todo compacto. De cualquier modo, Lindberg demostró que sigue manteniendo el tono vocal que le dio a Pennywise parte de su personalidad y, obviamente, su pasado se trasluce en los temas de su debut y en su directo, además de otros momentos más 'Bad Religion-anos'.

Tras una espera mayor que para el resto de bandas (para algo eran los cabezas de cartel, dirán), Sum 41 saltaban al escenario del Sant Jordi Club a ritmo de «Hell Song», tema que abría «Does This Look Infected«, álbum de 2002. Los canadienses, que si bien no mostraron un sonido demasiado (la acústica de la sala no ayuda), si demostraron que la interacción con el público es lo suyo y solo empezar ya hicieron subir al escenario a 3 afortunados fans. Varios de los temas más destacados de sus mejores discos cayeron («We're All To Blame», «My Direction», «Motivation», «Over My Head (Better Of Dead)») aunque muchos de ellos alargados de forma insulsa con partes dedicadas a interactuar con el público. Y vale, con un tema está bien pero convertirlo en un recurso constante hace que la música pierda intensidad y urgencia. ¿Y qué es sino el punk?

De cualquier modo, cuando se tienen temas del calibre de los citados o otros clásicos como «Still Waiting», «Fat Lip» o «Into Deep» (que sonó en los bises) en su repertorio, uno puede tomarse el lujo de entretenerse con (desesperantes) tonterías.

También hubo tiempo para otras más graciosas o curiosas: versión del «From Whom The Bell Tolls» de Metallica, una simpática versión del «My Sharona» a cargo del guitarrista Tom Thacker (GOB), donde el estribillo fue cambiado por «Bacelona» y una del «Paint It Black» de The Rolling Stones.

Ciertamente, el hueco que dejó con su marcha el guitarrista Dave Backsh, parecía complicado de llenar: los toques metaleros de muchas de las canciones más reconocidas del grupo son firma de Backsh aunque tampoco sería justo decir que sin el guitarrista la banda no sea nada y además, visto el entendimiento del nuevo seis cuerdas con sus compañeros, la ausencia de Backsh queda minimizada.

En definitiva, cerrando su actuación con el intercambio habitual de papeles (el batería Steve Jocz pasa a cantar y el ex-marido de Avril Lavigne toma las baquetas) en la «Pain For Pleasure», el cuarteto se despedía de sus fans dejando un aceptable sabor de boca y haciendo que a partir de ahora España pase a ser también parte de sus planes de gira. O no.