El dúo Aviv – Wilson hace más de 6 años que vienen haciendo esta fusión de Pop/Progresivo con muchas dosis de melancolía, resultando en el no temor a las baladas y dejandose llevar por las melodías.
Wilson es un experto en hacer hermosas melodías y de todos sus proyectos este es en donde mas puede impulsar esa faceta, quizás esa sea la razón por la cual se unió a Aviv Geffen y dio a nacer a esta banda.
Su tercer disco comienza con «Glass House», que no es de mis preferidas en el disco, y me suena a una de esas canciones de transición y con un toque progresivo. Le sigue la efectiva «Go To Hell», que aunque la letra sea bastante simple y cabreada (lease el «Fuck you all, i don’t care), uno no deja de engancharse con ella.
Continuando con uno de los puntos más fuertes del disco como «Rising The Tide», tan melancólica muy del estilo «Blackfield 2». Aunque este disco no es tan oscuro como ese, lo vemos en «Waving» que suena muy optimista y alegre, la cual es la única canción del álbum compuesta por Steven Wilson, el resto son de Aviv Geffen.
Otra balada entrañable es «Far Away», otro punto fuerte y con una muy linda letra, habla de una persona que tiene la dificultad de encontrar su lugar en el mundo. Así también de profunda me resulta «Dissolving With The Night» donde vemos al dúo Aviv – Wilson en una gran forma cantado cada uno se estrofa, hasta que al final la canción se disuelve con el sonido del piano.
«Blood» es quizás la canción mas agresiva del disco, con sonidos folk (recuerden que Aviv Geffen es de Israel) y me suena a que es anti-belica.
«On The Plane» tiene algo de Pink Floyd, y retrotrae a la niñez de alguien que recuerda el nerviosismo de esperar el regreso de su padre, luego de sus constantes viajes en avión.
«Oxygen» tiene el mismo rumbo (aunque no en melodía) que «Cloudy Now» del «Blackfield I». Una muestra del ahogo frente a la falta de oxigeno, el stress por tanto ruido, polución y violencia en el mundo.
Generar un ambiente tan pacifico no les resulta nada difícil a estos 2, así es como lo hacen en «Zigota», que fue compuesta originalmente en Hebreo, toda esa atmósfera de tranquilidad se va transformando y va tomando intensidad. Hasta que llega el final del disco con «DNA», otra vez las cálidas voces del dúo, dando un gran cierre para un disco, quizá un tanto irregular para algunos y con gran potencial para otros.