Scott Weiland, ni muerto ni en venta

El 17 de mayo se publicará en EEUU la autobiografía de Scott Weiland, vocalista de Stone Temple Pilots y Velvet Revolver. La web de la Rolling Stone ha tenido acceso a uno de los capítulos del libro y nosotros os lo transcribimos a continuación.

Deslizando y resbalando, espiando y escondiendo.

Básicamente, la historia fue que Mary estaba limpia y yo no. Yo estaba nervioso y jodido. Mary quería terminar con el matrimonio -la agonía de nuestro divorcio duró años- pero Mary aún se interesaba por mi carrera. Siempre le ha interesado. Y siempre le interesará. Cling-cling-caja.

Me dijo que había estado saliendo con Susan McKagan, una ex-super modelo de trajes de baño y esposa de Duff, el bajista de Guns N Roses cuando la banda estaba en todo lo alto. Susan le dijo a Mary que tres tipos de GNR -Duff al bajo, Matt Sorum a la batería y Slash a la guitarra- habían montado una banda. Inicialmente, Izzy Stradlin también estaba, pero pronto decidió irse. David Kushner de Wasted Youth tomó su lugar.

‘Suena a muchos egos,’ dije. ‘Suena a muchos problemas’.

‘Pondrán algunas canciones en un CD que quieren que oigas,’ me dijo Mary. ‘Creen que te gustará lo que están haciendo’.

No me gustó. Sonaba a rock clásico estilo Bad Company. Y nunca me gustó Bad Company. Pero siendo buen chico dije, ‘Hay algo de material que está bien pero mandadme otro disco cuando tengáis algunas canciones nuevas’.

Una semana o así después, llegó otro CD con canciones hechas para mi. Los temas tenían escrito STP por todos lados.

Duff me llamó y me dijo, ‘Hey tío, pásate por el estudio’. Conocía a Duff del gimnasio y le dije que me pasaría. Aún no estaba seguro de si quería quedar con esos tíos.

‘Mira, Scott,’ me dijo Duff, ‘hay una cosa de unas bandas sonoras que nos han pedido hacer. Y el dinero está genial’.

El dinero me atrajo.

Mis managers, empujándome a que me uniera a esta banda, me dijeron, ‘Van a hacer un cover del Money de Pink Floyd para una nueva película llamada The Italian Job. Y luego Ang Lee quiere canciones para su remake de The Hulk. Esto va a ser una banda potente. Pruébalo’.

A regañadientes acepté. La idea era simplemente hacer jams. No podía ser malo ver si había alguna clase de química. Mientras tanto, seguía haciéndome daño químico. Seguía pinchándome. Esa es la razón por la que aparecí tan tarde (a los ensayos).

Cuando llegué, quedé conmocionado. Los chicos habían montado un gran evento para la industria. Había toda clase de ejecutivos musicales. Iba a ser vendido como ‘Guns N Roses con Scott Weiland’ y se iba a ver como si fuese algo hecho, no como un ensayo casual. Estaba confundido y, debido a mi adicción a las drogas, estaba hecho un Cristo. Pero, qué coño, ahí estaba e incluso quizá debía cantar.

Hicimos dos canciones – ‘Set Me Free’ para The Hulk y la versión de ‘Money’. Quedé alucinado por la poderosa química que había entre nosotros. El resto de gente estaba igual. Esos tíos atacaron el rock and roll como una pandilla callejera. Me gustó su ferocidad y su compromiso de dejarse el culo. Además, mirar y ver a Slash tocando a mi lado – Slash, que había sido uno de mis ídolos en los ochenta- era emocionante. Conocía a Dave de los Electric Love Hogs, una banda de rock underground. En su día, STP aspiraba a estar al nivel de los Love Hogs. Recuerdo verles en el English Acid, un sitio de moda en West Hollywood. También conocía a Matt Sorum de rehabilitación; él y yo habíamos estado ahí juntos.

La cosa es que tenía mucho en común con estos tíos. Habíamos estado en callejones oscuros, nos habían asaltado, habíamos caído y vuelto a levantarnos. Cuando quedé con ellos, tenían buen aspecto. Gracias a las artes marciales, Duff llevaba ocho años sobrio. Matt llevaba seis años. Y Dave llevaba una docena. Cuando vieron mi nerviosa situación prometieron hacer todo lo que estuviera en su poder para ayudarme.

Volví a rehabilitación pero la rehabilitación no funcionó. Entonces Duff empezó a hablarme de su entrenador en Lake Chelan, Washington State. ‘Tráete tus medicinas para desintoxicarte y vente ahí conmigo,’ me ofreció Duff. ‘Conocerás a mi maestro de artes marciales, un tipo que realmente puede ayudarte’.

Su ayuda llegó rápida y poderosamente. Su nombre es Sifu Joseph Simonet y es maestro de seis artes marciales distintas. Planeaba quedarme un mes pero me quedé tres. En sus instalaciones de Wind And Rock, también trabajé con su socia y prometida por entonces, Addy Hernandez, una luchadora de kickboxer y cinturón negro de kenpo karate. Sifu Simonet tiene experiencia en kung fu sumada a la formación artística de Pentjak Silat Tongkat Serak. Creó su propia forma llamada Key Fighting Concepts y, desde el primer día, me relacioné con su energía. Es un hombre profundamente sabio con algo de genio y facilidad para la enseñanza de las artes marciales y las explicaciones filosofales.

‘Mi arte nunca termina de evolucionar,’ le gusta decir. ‘Nunca puedo repetirme porque el pasado se ha ido y el presente siempre es nuevo, siempre cambiante’.

Con intenso entrenamiento diario aprendí a canalizar mi agresión, confusión, miedo y atleticismo (sic) en direcciones positivas. La rigurosa rutina me permitió desengancharme de los opiáceos. El escenario también ayudó. Lake Chelan Valley está en medio del magnífico bosque nacional North Cascades. El lago es un cuerpo precioso de quitar el aliento de agua cristalina alimentada por un glaciar. La naturaleza es virgen. Osos y cabras montesas deambulan por las montañas. Me enamoré del área y decidí comprarme un terreno ahí, y en con el tiempo, construirme una cabaña en el bosque.

De vuelta a Los Angeles, quedé con Benny ‘The Jet’ Urquidez, un cinco veces campeón de kickboxing. Benny presume de no haber sido derrotado nunca y, cuando entrenas con él, no lo dudas. Fue mi instructor durante dieciocho meses tras mi vuelta de Lake Chelan. Esto fue un periodo difícil -allá por 2006- porque Mary y yo seguíamos haciendo el baile de la muerte alrededor de nuestro matrimonio. Entraba en el dojo de Benny -su gimnasio de kárate- y en seguida, Benny podía leerme la mente. ‘Estás deprimido,’ me decía. ‘La energía entre ti y tu mujer se ha convertido en especialmente tóxica esta semana’.

‘¿Como lo sabes?’

‘Te estoy mirando a los ojos – así es como lo sé’

Entonces Benny me explicó el concepto de ‘cristalizado’. Me dijo que obviamente cualquiera puede sufrir daño físico. Pero una vez estás ‘cristalizado’, estás mental y espiritualmente protegido de cualquier daño. La cristalización resiste pensamientos negativos. Por supuesto, como cualquiera, te afectarán circunstancias externas, sensaciones, humores pero el impacto será mínimo por la fortaleza de tus músculos espirituales y mentales.

Cristalizado.

Listo para volver al mundo un hombre completo, listo para aceptar el mundo bajo sus propios términos. Listo para salir ahí, unirse a una banda de la hostia y reinventarme como cantante y artista.

Iba a funcionar.
Tenía que funcionar.
Lo hizo.
Y luego no.

Volviendo a 2003, tras unirme a Velvet Revolver y sobrio, escribí todas las letras y todas las melodías de nuestro primer álbum, ‘Contraband’, que terminó vendiendo más de cuatro millones de copias. El gran éxito fue ‘Fall To Pieces’. Duff y yo la compusimos en Lavish, el estudio que construí en Burbank. Fue hecha con un riff de Slash y, de alguna manera, en medio de la noche, la convertimos en una canción acerca de comprender -o no comprender- mi adicción a la heroína. También iba sobre mi relación con Mary y como se iba derrumbando. Cuando Mary escribió sus memorias el año pasado las tituló ‘Falling To Pieces’. En la canción yo canté…

‘Todos estos años he intentado
Con más por ir
¿Morirán los recuerdos?
Estoy esperando
¿Te encontraré?
¿Puedo encontrarte?
Estamos cayendo
Estoy cayendo

Salimos a la carretera durante dos años, giramos por el mundo y nos establecimos como una banda de rock de primer nivel. Velvet Revolver era una fuerza poderosa. Había tanta energía en ese escenario que a veces daba la sensación de ser totalmente combustible. Cualquier cosa podía pasar en cualquier momento. Éramos un puñado de renegados unidos por una basta pasión que ninguno de nosotros entendía del todo. Éramos peligrosos. Estábamos en un tren fuera de control y el público era atraído a nuestra velocidad rompecuellos.

Me gustó nuestro primer disco pero no puedo decir que sea la música de mi alma. Había un cierto cálculo comercial detrás. Queríamos éxitos; queríamos probar que, independientemente de Guns N Roses y STP, podíamos causar gran revuelo. Y lo hicimos. Mis colegas STPeros -Robert, Dean y Eric- probaron un número de configuraciones musicales sin mi pero ninguna tuvo éxito. Les deseé lo mejor pero he de confesar que, como tipo competitivo que soy, no me desagradó estar en una banda que los fans venían en manada a ver.