Crónica Kylesa, Sala Salamandra 1, l’Hospitalet (21-01-12)

El anterior paso de Kylesa por España (y Barcelona, concretamente) nos dejó con buen sabor de boca: si fuésemos profesores encargados de ponerles nota, le habríamos dado un bien. Un 6 alto. ¿Por qué no mejor nota? Bueno, el local (BeCool) no ayudó a que los de Savannah demostraran su potencial. Y Laura Pleasants no anduvo fina de voz.

En esta ocasión, el cuarteto se ha acompañado por los canadienses KEN Mode y sus compatriotas (y colegas de ciudad) Circles Takes The Square, y han pisado las tablas de la sala Salamandra, donde han superado con nota la reválida.

La velada daba inicio con KEN Mode, que puntualmente, a las 21h. ante un escaso y desinteresado público, sacaban de paseo su arsenal sonoro que tiene munición hardcore, sludge, doom o incluso noise. El pasado año editaban su cuarto disco, “Venerable”, producido por Kurt Ballou (Converge) con el que lograban finalmente licenciarse y afianzar su personalidad. El directo de la banda de los hermanos Jesse y Shane Matthewson pone sobre el tapete de lo que adolece su discografía: una línea continuada. Vamos, van picando de distintos géneros sin lograr hacerlo un sonido propio, sin hacerlo suyo. Desde luego, empeño le ponen y su sonido en directo es contundente pero, como decíamos, les queda editar un par de discos más en la senda de su último trabajo para tener ese qué diferenciador. Ese es el camino.

Tras el set de la banda de Winnipeg llegaba el turno de salir a la pizzarra a Circles Takes The Square. Lo cierto es que su sonido chapotea en una experimentalidad que varía del hardcore, al sludge, al thrash, al punk y al screamo, en temas que extensa duración en los que los estribillos brillan por su ausencia. El juego de voces entre el frontman Drew Speziale (algo desubicado tras hacer saber al público que “es la primera vez que estamos en Madrid”) y la bajista Kathy Coppola es poco aprovechado, todo sea dicho: normalmente ambos cantan a grito pelado y la voz de Speziale es, eso, especial y queda diluída con la de Coppola, que a su vez, tampoco destaca cuando ambos cantan a la vez. Sin duda cuando ambos cantan por separado -ya sea en tono melódico o simplemente en estilo ‘spoken word’- es cuando más destacan en el aspecto vocal. Así pues, tienen aún trabajo por delante para concretar sus múltiples ideas en un caos más ordenado. La habilidad instrumental la tienen. Aunque quizá su objetivo no diste demasiado de esa mezcla inconcreta.

Y finalmente era el momento para que Kylesa se enfrentaran a su nuevo examen para el que se presentaron con la lección aprendida: el sonido mejoró mucho con respecto a su anterior actuación, logrando traer su muro de hormigón sónico desde su Savannah natal. Si, la voz de Laura Pleasants en directo dista mucho de ser perfecta pero Phillip Cope si que suena con bastante similitud a como lo hace en disco (también ha de decirse que la voz de Cope no es tampoco un canto divino). Aunque da igual: las guitarras, el bajo y el dúo de baterías cimentan el directo y suenan más salvajes, contundentes y muy compactos. Si, pierden quizá parte de los aires psicodélicos que se entremezclan en sus dos últimos trabajos pero no se echan de menos: la potencia de su directo te hace olvidarte de cualquier sutileza que pueda contener su material de estudio.

Basando el repertorio en sus dos últimos discos (“Static Tensions” y “Spiral Shadows”) -en los que han logrado equilibrar la contundecia y la melodía- los de Georgia disparaban tema tras tema sin descanso: que si “Tired Climb”, que si “Scapegoat”, que si la excelsa “Unknown Awareness”…

Pero donde la banda se destaca sobremanera es en su percusión: ver la sinergia y compenetración de Carl McGinley y Tyler Newberry es alucinante. Cuando ambos tocan al mismo ritmo y compás es como ver una máquina perfectamente engrasada, una cadena de montaje que sin embargo no solo tiene precisión mecánica sino que es capaz de desdoblarse y mostrar un alma, un factor humano que hace que sea aún más admirable el resultado final.

Lo cierto es que pese a que su directo no llega a la hora de duración, uno queda saciado. Kylesa es ese alumno que en un examen de 2 horas, a los 50 minutos lo entrega pero sin dejarse ni una pregunta en blanco. Para qué perder el tiempo. Y luego leyendo las respuestas uno queda impresionado como en tan poco tiempo son capaces de explicar tanto.

Nota final: notable alto, rozando el excelente.