John Baizley recuerda el accidente que casi acaba con la vida de los integrantes de Baroness

Si recordáis, el pasado 15 de agosto, el autobús de gira se vio envuelto en un accidente que pudo haber acabado con la vida de todos sus integrantes. Habiendo pasado un tiempo prudencial, el vocalista/guitarrista John Baizley ha querido rememorar como fue el desgraciado accidente en un largo post en la web del grupo.

El 15 de agosto, justo antes de las 11AM, y nuestro equipo, nos vimos envueltos en un grave accidente mientras estábamos de gira. Los frenos de nuestro bus fallaron totalmente en una cuesta notoriamente peligrosa con un increíble desnivel (12%) en Monkton Combe, Reino Unido, de camino de un concierto en Bristol a otro en Southampton. Nuestro bus perdió el control por completo y no tuvimos otra opción que chocar contra el guardarraíl perpendicular cayendo montaña abajo a 80 km/h.

El guardarraíl y los 20 ó 30 árboles contra los que chocamos se partieron como cerillas mientras íbamos volando y caímos desde un viaducto 10 metros abajo. La mitad de la banda/equipo dormía cuando fallaron los frenos y unos pocos estábamos despiertos y sentados en el salón trasero. Yo estaba delante con nuestro chófer y fui testigo de todo. Una vez nuestros frenos fallaron, el bus poco más pudo hacer que ganar velocidad y caer en picado desde la montaña. Nadie en el bus podría haber hecho nada para evitar el choque durante nuestro descenso y nadie, los residentes locales, la policía o ninguno de nosotros, puede creerse que sobreviviéramos el impacto. La mayoría de gente que ha tenido un accidente entiende la traumática sensación previa del tiempo ralentizándose. Fueron casi dos minutos en los que supe que íbamos a chocar. Dio la sensación de ser dos horas. Recuerdo el sonido de los frenos fallando y los insultos de pánico de nuestro chofer mientras lentamente nos dábamos cuenta de lo desesperada que era la situación.

Traté de gritar lo más fuerte posible para despertar a todo el mundo y que pudieran prepararse para el impacto. Recuerdo los sonidos de confusión detrás de mi mientras nuestro terror colectivo se incrementaba. Recuerdo ver como el guardarraíl se rajaba, luego un grupo de árboles chocando contra el parabrisas. Mientras volábamos mis ojos se cruzaron con los de nuestro chofer. Entonce supe que ambos compartimos la misma mirada en nuestro rostro; y no la olvidaré en mucho tiempo. Pasamos suficiente tiempo en el aire para apreciar, preparar y aceptar un destino que pensábamos inevitable, y nos miramos el uno al otro con un horrible y silencioso ‘adiós’ en nuestros ojos. Cuando el bus impactó contra el suelo, volé como un misil contra el parabrisas. Aún veo como el doble cristal de la luna se vuelve azul y se van haciendo grietas como telas de araña del impacto que causó mi cuerpo. Le di tan fuerte a la luna que todo el parabrisas se salió contra el suelo y yo volví a rebotar dentro del bus. Aterricé en la repisa del parabrisas. Esto vino acompañado de un abrumador dolor en todo mi cuerpo. Aguanté el dolor para ver instantáneamente que mi pierna izquierda estaba rota. Entonces levanté los brazos para ver si también me los había roto. El brazo derecho estaba lleno de quemaduras, sangre y cristales rotos pero respondían bastante bien.

Mi brazo izquierdo estaba machacado de mala manera, roto por la mitad del hueso (húmero) y colgando 90 grados hacia atrás, con espuelas de hueso asomando a través de los músculos y tendones en la superficie de mi piel. El hueso estaba hecho trizas en siete partes que flotaban libremente y mi muñeca y mano colgaban detrás de mi espalda, con espasmos incontrolados. Instintivamente, me alcancé detrás de la espalda, agarré la muñeca y me volví a romper el brazo hacia adelante, abrazándomelo en el pecho, donde permaneció las siguientes tres horas hasta que fue enyesado. Mientras tanto, vi como algunos de la banda fueron capaces de salir del bus y ayudaron a los otros, muchos de los cuales estaban destrozados también y algunos estaban inconscientes. Había sangre, cristales y gasolina por todos lados.

Fuimos llevados a toda prisa al hospital de Bath y tratados de nuestras varias lesiones, brazos rotos, piernas, vértebras, rasguños, cortes, etc. Nuestro chofer fue llevado en helicóptero a otro hospital, también con muchas roturas. Algunos de nosotros tuvimos que quedarnos en el hospital por algunos días, yo estuve hospitalizado durante dos semanas, después de ocho horas de cirugía donde me reconstruyeron el brazo con la ayuda de dos gigantescas placas de titanio, 20 tornillos y una malla de 45 cm.

La incisión de 15 cm necesitó casi 50 grapas para ser cerrada. Quedé completamente inmovilizado durante el resto de mi estancia en el hospital, no pudiendo hacer casi nada por mi cuenta y necesitando cuidado constante. Tras esas espantosas dos semanas, estuve literalmente atascado en un apartamento otras tres semanas con mi familia mientras esperaba que mi médico me permitiera subir a un avión, por miedo a coágulos e hinchazones.

Acabo de volver la semana pasada a mi casa en EEUU donde estoy atado a una silla de ruedas para varias semanas más de terapia física, aprendiendo de nuevo a usar mi brazo y pierna.

Aunque no puedo levantar un vaso de agua para beber con mi brazo y mano izquierda, sigo pudiendo tocar música. Cogí la guitarra y toqué el día después de volver. No sin dolor (hasta ahora) pero la mano sigue respondiendo a los impulsos creativos que le doy. Me dijeron que tuve bastante suerte de que haya podido volver a tener alguna clase de movilidad en mi mano y brazo, ya que he sufrido daños en los nervios bastante importantes.

Por esto y contra mi lógica y razón, cuando cojo un instrumento, mi mano recuerda exactamente qué hacer. Está lejos de ser perfecto y necesitaré mucha terapia para recuperar la movilidad y fuerza pero me anima lo que puedo hacer. No creo en señales supersticiosas pero estoy altamente abrumado por poder seguir usando mis manos.

Como resultado del accidente, me siento animado no solo para recuperarme sino para seguir adelante con como habíamos estado haciendo cada día previo a ese 15 de agosto. Este accidente ha infringido una herida que ha dejado marca en la banda: física, mental y espiritualmente. Para poder rehabilitarnos totalmente tenemos que trabajar y superar las metas que teníamos antes del accidente. Consideraré nuestra recuperación un éxito el día que volvamos a tocar un concierto.

No podemos permitir a este accidente, que creo no está relacionado ni con la banda ni nuestra música, que baje nuestro ritmo o ahogue lo que se ha convertido en mucho más que un apasionante hobby para los cuatro. A través de hemos descubierto un método con el que utilizamos nuestro impulso para crear y canalizar toda la emoción, ansiedad y dolor de nuestras vidas en algo constructivo. La música es el sentido comunicativo universal que hemos escogido para expresarnos. Nuestro mensaje nunca ha sido uno absolutamente positivo o negativo, ni blanco ni negro. La vida transcurre entre sombras de grises y yo veo esta experiencia desde esa perspectiva. Me parece que encaja perfectamente que sigamos trabajando para crear y tocar de nuevo lo más pronto posible, ya que la banda y su música es el vehículo a través del que crecemos como individuos, artistas y hermanos. La lesión que ha sufrido la banda es una lesión de mi familia y mis seres queridos. Más que permitir que se convierta en un obstáculo que nos separe me gustaría que esta experiencia se convierta en parte del pegamento que nos fortalece.

Acabamos de empezar a obtener lo que queríamos hacer con esta banda. Queda tanto por decir y aunque necesitamos curarnos un poco, no permitiremos que esas cosas queden sin decirse.

No me arrepiento de salir de gira. No culpo a la música o el estilo de vida de giras por mi actual estado físico o el propio accidente. Pasó de la misma manera en que todo pasa: por azar. Si fuese carpintero y me lesionara yendo hacia el trabajo, no me plantearía dejar el trabajo. Así es como veo la situación.

no para porque nos lesionáramos de camino al trabajo. Amamos lo que hacemos mucho más que eso y hemos elegido este camino porque nos ofrece aventuras impredecibles. Con cualquier aventura que lleva aparejada el viajar, y con cualquier objetivo apasionante, uno se encontrará de frente con la realidad de vivir al otro lado de la línea amarilla. No elegí ser músico para tener una vida libre de riesgos, evitando baches y rasguños. No escogí hacer música porque pareciera una oportunidad fácil de hacer dinero rápido. Ni asumí que las cosas se hicieran más fáciles a medida que progresáramos. No podemos hacer nada más que intentar hacer algo constructivo y bonito de todo este desastre y todos estamos en el buen camino para volver a estar activos. He usado este tiempo, metido en mi propia cabeza, para considerar la importancia de la música y de en mi vida. Puedo decir, tras seis semanas de reflexión, que me siento más decidido y apasionado sobre nuestra música que nunca. He llegado a entender la importancia del tiempo en esta ecuación, en cuanto a que no tengo para desperdiciar ni de sobra. No hay mejor momento que ahora, rotos y en este estado, para dedicarnos con más dedicación aún a nuestro arte. No podemos permitir que nuestro traumático accidente nos lisie internamente.

Parece simple: los conciertos que hemos cancelado, los volveremos a programar y tocaremos en el futuro. No será la semana que viene ni el mes que viene. Pero lo haremos. Volveremos a salir de gira tan pronto como podamos.

Hubo un momento en el accidente que me marcó profundamente. Por un momento temporal pequeñísimo, desconecté por completo. Fue, específicamente, el momento en que impacté con el cristal. En ese nímio instante, estuve cara a cara con el infinito. No vi una luz o un túnel ni escuché ninguna clase de música. Tampoco vi un montaje de ‘lo mejor’ de mi vida.

En lugar de eso, noté la punta de mi nariz chocando contra el mismo destino que había aceptado momentos antes. Miré un frío e irreflectante espejo. Era la oscura, silenciosa, desapasionada lógica del fin. Me di cuenta en ese momento que la vida puede ser vista como un interruptor: ‘on’ o ‘off’. Cuando el momento pasó y escuché los gritos, sentí el dolor y probé mi propia sangre, me invadió la alegría. Estaba extasiado de volver a estar en medio de todo ese caos y horror porque estaba vivo y era real. Tuve una breve visión de la relativa importancia de las cosas.

El apoyo de nuestros fans, amigos y nuestras familias tiene un verdadero significado para mi ahora. Lo digo ahora sinceramente, sin falsa humildad. Gracias. A todos.

Hasta que las ruedas se suelten…
John Baizley & Baroness

Impactante relato el de Baizley y deseamos una prontísima mejora a toda la banda para que puedan seguir obsequiándonos con música como la de su último doble disco, “Yellow And Green”.

BARONESS – «Take My Bones Away»