En la era del LP, el arte de un álbum podía ser nuestra primera impresión de un disco o una forma de llamar nuestra atención sobre algún grupo desconocido. La música estaba siempre asociada a un objeto: algo que ocupaba lugar en nuestras bibliotecas, que reconocíamos en revistas, posters y camisetas. Además, a veces escuchábamos un álbum mientras leíamos sus letras, revisábamos el tracklist u ojeábamos las fotos del artista que acompañaban la edición.
Hoy tenemos acceso a una cantidad de música mucho mayor, la escuchamos en computadoras, teléfonos móviles y reproductores portátiles; las descargas o las tiendas online siguen creciendo como medios para obtener nueva música. Nuestra experiencia musical es cada vez más digital, y en el camino han ido perdiendo importancia muchos de sus aspectos tradicionales.
Ya no es raro que hayamos escuchado un álbum y no sepamos cuál es su portada o que no conozcamos la cara del artista. A veces, aunque lo hemos escuchado varias veces, no tenemos idea de los nombres o el orden de sus canciones. Incluso puede que tengamos discos que ni recordamos ni reconocemos.
Muchos han dicho que el arte de un disco ha muerto, o que se ha transformado en algo menos relevante. Pero todavía estamos en una etapa de transición, en la que es difícil asegurar si se convertirá en algo del pasado.
¡Queremos saber tu opinión! ¿Cómo crees que evolucionará el arte en los discos del futuro? Y, de paso… ¿Cuáles son tus portadas favoritas?
Por nuestra parte, hemos seleccionado algunas de las portadas más memorables, más originales y más curiosas de la historia del rock. Haz click en cada una para verla más grande y conocer algún detalle de su creación: