Oceania

Retrocedamos 12 años e imaginemos lo que en aquellos momentos suponía el lanzamiento de un nuevo álbum de : potente campaña de marketing, portadas de los principales medios del sector musical, escucha previa del disco para unos cuantos privilegiados periodistas y, sobre todo, miles o millones de personas esperando con curiosidad que tendrían para ofrecernos los Pumpkins.

Claro que ahora, en pleno 2012, la situación del negocio musical ha cambiado sustancialmente y, desde luego, no pueden ser ajenos a este proceso. Mediáticamente ya no ejercen la influencia del pasado y, desde luego, una parte importante de la culpa la tiene el grandullón de Chicago.

Con respecto al bueno de Corgan, poco se puede decir que él no haya dicho o hecho. Desde sus ya lejanos días de éxito mayoritario, a mediados de los 90, cuando «Mellon Collie and the Infinite Sadness» le convirtió en uno de los iconos del rock alternativo, hasta su particular y progresiva caída al infierno tras «Adore«, las críticas e incomprensión se han ido cebando con Billy hasta acabar por convertirlo en una especie de lunático, incapaz de retomar el pulso de esa historia de éxito e influencia a la que el propio Corgan parece haber esquivado con cada nuevo movimiento musical y, desde luego, con cada declaración pública a través de la prensa.

En todo caso, lo que nos ocupa ahora es la publicación de «Oceania» el nuevo largo de o, lo que es lo mismo, de su alter-ego musical ; dos unidades que forman una única e insoluble máquina de crear música, con independencia de quienes sean sus compañeros de viaje o incluso de por donde discurran las tendencias musicales. Lo suyo es seguir a sus propios demonios por aquí y por allá… ¿En busca de salvar su propia visión del rock’n’roll? ¡Es posible!

Como decía, desde «Adore«, Corgan decidió seguir el camino más complejo. No quiso repetirse, trató de innovar dentro de su particular estilo, y aquel atrevimiento todavía hoy le sigue pasando factura. «Adore» nunca fue del todo aceptado por los fans más tradicionales de la banda.

Luego «Machina – The Machines Of God«, lejos de reconducir la situación, profundizó más en la incomprensión y forzó el proceso de descomposición de la banda. Aunque tenía algunos buenos temas, y el propio Corgan compuso y grabó decenas de canciones, la magia de sus arpegios multidisciplinares había perdido toda capacidad de seducir como lo hizo años atrás.

«Zeitgeist» supuso el regreso de los Pumpkins algo más de 6 años después de su anterior largo, reconvirtiendo el 50% de la banda. Y quien más o quien menos esperaba un guiño definitivo al pasado, a la dorada época de «Siamese Dream«… Pero de nuevo, las impresiones generales no fueron todo lo satisfactorias que el disco merecía.

Honestamente, con el paso del tiempo «Zeitgeist» me sigue agradando tanto como en sus primeras escuchas, y no me parece que se trate de un disco menor, como gran parte de la critica se ha empeñado en señalar.

Es muy probable que «Oceania» sea el primer trabajo de los Smashing Pumpkins en el que el entorno de la banda ya no ejerciese ningún tipo de presión y, por tanto, ya no esperase nada en particular de sus nuevas composiciones. Desde este punto de vista, podría decirse que Corgan se sale con la suya, aún a pesar del tiempo perdido en ello.

Se ha tomado su tiempo en desarrollar el disco, y bien sabido es que el resultado final fue gestándose a través de una idea que se transformó: inicialmente Oceania iba a ser editado gratuitamente en una serie de EPs que se ofrecerían por parte de la banda. La idea no cuajó. Así que Billy ideó de nuevo Oceania. Primero filtró a la prensa que seria un disco doble, e incluso llegó a manifestar que tenia mucho material preparado (algo a lo que ya nos tiene acostumbrados), pero finalmente el disco contiene 13 canciones. Respecto al resto del material que supuestamente debió formar parte del disco… Conociendo a , sabemos que encontrará el modo de hacérnoslo llegar.

Oceania comienza con «Quasar», un poderoso ejercicio de rock alternativo a base de riffs psicodélicos, para continuar con «Panopticon», tema cuyo mayor atractivo radica en el fatalismo que desprenden sus letras y el excelente trabajo vocal de Billy.

«Celestials» no deja de ser uno de esos temas de espíritu folk a los que nos tiene acostumbrados en los últimos años, dónde la combinación de guitarras acústicas y eléctricas no sorprende, aunque si resulta tremendamente efectiva. Con «Violet Rays» resulta imposible no emocionarse con su estribillo, que personalmente me recuerda la cadencia melódica que caracterizó a «Mellon Collie…».

“My Love Is Winter”, “One Diamond One Heart” y “Pinwheels” son las apuestas más atrevidas del álbum. Todas ellas tienen un feeling muy 80s, jugando incluso a convertirse en canciones de espíritu electro-poperas, con elegantes combinaciones de sintetizadores, guitarras acústicas y sobrias melodías.

La parte final toma su rumbo con el tema que da titulo al disco, “Oceania”, cuyo registro y ambiente me traslada a la etapa «Adore» mientras «Pale Horse» me sigue anclando a la misma etapa, aunque renunciando al barroquismo que caracterizó a aquel disco.

De un modo bastante inteligente, el disco nos reserva para los 2 siguientes temas una nueva dosis de rock guitarrero, sin renunciar a la psicodelia: “The Chimeira” y “Glissandra”, dos temas que en otra época hubieran tenido una mejor acogida por sus fans más tradicionales.

Con “Inkless” bajan las revoluciones aunque Corgan no podía despedirse sin hacer gala de uno de los solos de guitarra mas espaciales del disco. Y, finalmente, tenemos la preciosista “Wildflower”, canción atmosférica y delicada que me parece muy adecuada para finalizar un trabajo tan ambicioso y variado como Oceania.