Koi No Yokan

¡Koi No Yokan fue elegido el mejor disco de 2012 por nuestros usuarios!

Independientemente de la popularidad que han alcanzado a lo largo de estos años, siempre he pensado que no debe ser fácil estar en la piel de una banda como . Tras discos como «Around The Fur» y, sobre todo, «White Pony«, se convirtieron en una de las grandes sensaciones del metal moderno, nu-metal o como queráis llamarlo. Hablamos de inicios de la pasada década, cuando las ventas de discos en formato físico aún eran importantes y bandas como , o incluso abanderaban este metal y copaban las primeras posiciones en las listas de ventas.

Curiosamente mientras esto sucedía, los de Sacramento sacudían la manera de entender el metal hasta entonces con “White Pony” (00), el álbum que debió convertirles en unos superventas. Básicamente fueron y siguen siendo la banda más innovadora e influyente de su generación, aunque tal ‘status’ nunca ha tenido su correspondiente reflejo en la cantidad de discos vendidos.

Para muchos, alcanzaron su techo creativo con “White Pony” (2000), sobre todo viendo como fueron las cosas en sus siguientes trabajos. “Deftones” (2003), supuso un giro hacia sonidos más duros, una especie de vuelta al pasado, lo que contribuyó a generar ciertas disputas entre los dos grandes cerebros del grupo: Stephen Carpenter (guitarrista) y Chino Moreno (voz). Mientras Carpenter parecía más interesado en seguir una orientación musical dirigida al metal, Moreno apostaba por una línea de corte más experimental. Muy probablemente a partir de este momento la banda inicia una etapa disfuncional, donde ambas personalidades entran en disputa a lo largo de sus siguientes trabajos. “Saturday Nigth Wrist” (2006) sufrió diversos retrasos en su grabación debido a las discrepancias musicales, cambios de productores y estudios; y el resultado final acabó siendo tremendamente irregular, marcando un nuevo descenso en ventas para la banda.

A partir de este momento, se ven envueltos en una nueva tormenta: el fatídico accidente de Chi Cheng (bajista) a pocos días de finalizar la grabación de lo que debió ser el nuevo trabajo de la banda, “Eros” (2009), supuso un duro golpe y aquellas canciones jamás vieron la luz (recuerdo las palabras de Chino Moreno indicando que la evolución de Cheng sería lenta, de modo que no podían publicar el material que formaba parte de “Eros” porque sentían que ya no los representaba). Así que un año más tarde, veía la luz “Diamond Eyes” (2010), álbum que fue convenientemente compuesto y registrado tras posponer la edición de “Eros”. Debemos suponer, por tanto, que este factor afectó de un modo determinante a las canciones, dando lugar a un disco que tras las sucesivas escuchas deja la sensación de ser demasiado inmediato para lo que acostumbran a ofrecer en sus discos.

Si algo parecía obvio antes de que “Koi No Yokan” cayera en nuestras manos es que los de Sacramento necesitaban dotar a sus composiciones de nuevas direcciones, y todos los indicios parecían apuntar hacia un trabajo de carácter más experimental. Las informaciones que tanto Stephen Carpenter como Chino Moreno nos fueron ofreciendo durante todo este año hablaban de cambios importantes en cuanto al sonido de sus canciones. Para ello incluso Carpenter ha trabajado con un tipo de guitarras diferentes y, por primera vez, Steph pasaba a utilizar guitarras de 7 cuerdas.

Durante el verano, Moreno anunciaba que el sonido de “Koi No Yokan” resultaba lo más ‘futurista’ y experimental que la banda había grabado nunca. Como viene siendo costumbre en los últimos años, semanas antes de la publicación de “Koi No Yokan” adelantaban “Leathers”, primer sencillo del álbum y la más efectiva confirmación de lo que nos habían anunciado y de lo que estaba por llegar con el resto de “Koi No Yokan”. La sonoridad, el tempo y arreglos de “Leathers” resumen la idea sobre la que se sustenta el disco: intensidad rítmica y la voz de Moreno interactuando con gemidos y creando melodías que se transforman en un instrumento más de la banda.

Semanas más tarde llegó el resto del álbum, que nos abre sus puertas de par en par con “Swerve City”, un tema intenso, con una poderosa sección rítmica, que a mi juicio sirve de nexo de unión con los más tradicionales. El disco da paso luego a “Romantic Dreams”, donde el bueno de Steph comienza a marcar la diferencia con su imaginativo trabajo a la guitarra, perfectamente acompañado por Frank Delgado en materia de ‘loops’ y ambientaciones.

“Poltergeist” es la canción más rockera del disco, donde Steph consigue un sonido absolutamente genuino, y nos da paso a «Entombed», el tema más preciosista del disco, donde debo destacar la interpretación de Moreno, que canta como nunca y aporta esos matices que solo cantantes como él o son capaces a sumar a una buena canción para convertirla en una preciosa oda.

“Graphic Nature” no deja de ser una melancólica canción construida a partir de intensos riffs, cuya cadencia la convierte y transforma en un ejercicio de sutil originalidad.

Llega el turno de “Tempest” que, personalmente, me recuerda mucho a “Change (In The House Of The Flies)”, aunque con una mayor carga hipnótica. Probablemente el corte más magnético de todo el álbum.

“Gauze” aporta energía al disco, se le aprecia un carácter cercano al ‘shoegaze‘, mientras que lo siguiente, “Rosemary”, es una canción compleja, de espíritu progresivo.

El disco toca a su fin con “Goon Squad”, un ejercicio de convencionalismo, el tema que encantará a los fans más clásicos de la banda.

“What Happened To You” cierra las puertas de “Koi No Yokan”; un tema de concepción ‘popera’ con muchas conexiones ambientales que os recordaran a y, lo que son las cosas, a pesar de su oscuridad suena fresca en sus manos.

Definitivamente el quinteto de Sacramento vuelve a dar un giro a su propia carrera. Muestran una inusual atracción por la singularidad. Han conseguido completar un disco, que envejecerá con una dignidad que superará con mucho las ventas que vayan a conseguir. Y por encima de todo diría que han conseguido llevar sus canciones a la categoría de ARTE. Son reconocibles pero prácticamente inimitables. Son por encima de todo, más allá de géneros y/o estilos.