Yo te digo desde mi experiencia y mi desconocimiento en esto del crowdfunding. Hoy en día cualquier músico con ordenador y unos leves conocimientos de Cubase o Pro Tools puede hacer una maqueta bastante decente. A partir de ahí puede dar a conocer su música y si se hacen con una buena legión de fans pues hacer un crowfunding a lo «Protest The Hero» o más modestamente si usan un estudio de grabación modesto.

Además de lo interesante que es el modelo, también es muy curioso poder ir viendo en todos estos casos como se desglosan los gastos y cuanto cuesta cada cosa en la grabación de un disco «profesional», no?

Así es Rob, obliga al músico a esforzarse por no sacar una castaña porque sabe que si saca un ñordo la gente no lo va a apoyar para sacar sus discos. De hecho, corrígeme si me equivoco pero creo que el que aporta en el crowdfunding tiene derecho al producto o parte de las ganancias (si las hubiera) según lo aportado. Con lo que yo estaría encantado de darles 18 euros por adelantado a cualquiera de mis bandas favoritas si eso como mínimo me asegura una copia del disco, quitas intermediarios y si tienen éxito puede que encimas pilles algo.

Sobre el ‘crowdfunding’ publicaba Muro de Sonido (blog de El País) una interesante reflexión hace unos meses a propósito del disco que publicó Amanda Palmer: quien pasa a ser el fiscal de todo lo que haga el artista es el fan, que quiere que su inversión sea utilizada para algo tangible. Antes había ese intermediario que de alguna manera también podía hacer de parapeto en momentos difíciles (discográfica): ahora el artista se encuentra de frente y sin escapatoria ante los fans, a los que deben rendir cuentas.