Para nuestra suerte, los japoneses Mono llevan visitándonos con frecuencia para hacernos disfrutar de su notable directo desde hace unos años. En esta ocasión el cuarteto venía con «For My Parents», un álbum con el que seguían la senda iniciada con su anterior largo, «Hymn to the Immortal Wind»: en lugar de encerrarse en el estancado cubículo del ‘post-rock’ copiando lo existente, optan por hacer camino con su interpretación sinfónica del género, a veces más cerca de una orquesta que de una banda de rock.
El caso es que un directo de los japoneses es, no por previsible, menos bueno. Aunque la noche empezó con sorpresa y es que adelantaron 25 minutos el inicio del concierto (previsto originalmente para las 21.45h) pero manteniendo la hora de finalización por lo que los de Tokio nos regalaron más tiempo por el mismo precio. Digno de elogio (y no es el único que merecen).
Los nipones, con su habitual disposición, esto es, sus dos guitarras sentados en cada extremo del escenario, la bajista Tamaki Kunishi en el centro y el batería Yasunori Takada al fondo, se vacían mientras nos dejamos llevar por una cadencia que aumenta de ritmo en muchos temas siendo, sin duda, las mejores muestras son la sensacional «Ashes in the Snow» o «Everlasting Light».
De todos modos, si bien el sonido de sus directos no merece crítica alguna, uno se queda con las ganas de poder oír algún día un tema como «Legend», esa maravilla que abre su último disco (y a la que perfectamente podría añadírsele «Of Zelda» porque encajaría sin desentonar en cualquier aventura de Link), con su acompañamiento orquestal original.
Pero bueno, no le demos más vueltas: un concierto de Mono es garantía de calidad y una experiencia altamente recomendable. Es algo más que solo ‘post-rock’.
Texto: Rob Merino
Fotos: Nuria Ocaña
Agradecimientos: Tule (Atzavara)