Steven Wilson ha charlado con Noisecreep sobre su nuevo disco en solitario, «The Raven That Refused to Sing (And Other Stories)».
En lo que respecta a estar en una banda o ir en solitario, una es colaborativa y la otra no. Pero en general, cuando voy en solitario, yo soy el jefe. La gente puede contribuir con ideas pero yo soy el jefe. Cuando colaboras, te comprometes y buscas un punto en común. Dos o tres personas buscan un terreno común y una dirección a la que quieren ir juntos. Esta fue una oportunidad de juntar todos los hilos de mis intereses musicales, potencialmente, en un solo proyecto. Por primera vez, podía levantarme y decir, «Sabes qué, este soy yo. Has visto aspectos míos en Porcupine Tree y Storm Corrosion pero por primera vez, este es el que soy cuando voy a la mía».
Las reacciones al nuevo trabajo han sido como siempre: diversas.
Hay gente que dice que es parte de una obra ya que les gusta todo lo que hago y esto es parte de ese trabajo. Otra gente dice que es lo mejor que he hecho nunca mientras otros piensan, «Guau, esto no me gusta nada, vuelve a hacer otras cosas». Inevitablemente cuando llegas a este punto en el que estoy, habiendo hecho 50 álbumes en 20 años con varios proyectos, cualquier cosa que hagas dividirá a tu audiencia.
Precisamente otro proyecto que causó división fue Storm Corrosion, en el que compartía esfuerzos con Mikael Akerfeldt de Opeth.
Tuvimos una extrema reacción con Storm Corrosion. Estamos orgullosos de ello pero dividió a la audiencia. Los fans del metal se dividieron. Algunos lo acogieron. Otros lo odiaron ya que no era el grupo de metal progresivo que esperaban.
En cuanto a lo que esperan los fans de su trabajo, surge la eterna paradoja de un artista.
Es la gran paradoja de ser un artista. Ser un artista que sigue produciendo obras, tienes que vivir de ello y por ello, tienes que tener fans. La definición de un artista para mi es la de alguien bastante egoísta de su creatividad. Si quieres ser un «entretenedor», quieres complacer a tus fans y normalmente trabajar en diferentes áreas del espectáculo. Al final, los artistas reales es gente que no tiene en cuenta a su público y son casi incapaces de tener en cuenta a su público. Pueden hacer lo que hacen y ellos mismos se animan.
Yo soy uno de esos… Pero tengo la fortuna de encontrar público. Si lo haces de un modo inmoderado y egoísta, juegas con tu sustento. La señal de un buen artista es el que puede andar por la precaria línea y no permite que el trabajo se convierte en producto o parte de una máquina de salchichas que lo va sacando.
Sobre sus otros intereses:
Mis proyectos son pomposos proyectos multimedia (risas) «The Raven That Refused to Sing» tiene un libro de narraciones cortas que empecé escribiendo historias de fantasmas y sobrenaturales y usándolas como base para las letras. Hay artwork, película y animaciones para promocionar el disco y el directo. Puedes ver que mis intereses van más allá de la música viendo el directo, las proyecciones de pelícilas y el libro que trae la edición especial del disco. Hay inspiraciones literarias y el directo ahonda en el mundo del cine. Si no fuese músico, estaría trabajando en algún medio.
Preguntado por su artista favorito:
Me gustan los peces fuera del agua, cosa que se aplica a Frank Zappa, Thom Yorke de Radiohead – me encanta como condujeron su carrera de forma tozuda. David Lynch, Stanley Kubrick, Orson Welles – son todo gente que fue contra el sistema y la manera en que se supone que deberías llevar tu carrera. Crearon sus propios universos y esos tíos me han servido de gran inspiración, dándome, de alguna manera, fuerzas.
Realmente se trata de hallar tu sitio, expresarte. Admiro a gente que no hace cosas. Radiohead es un gran ejemplo. Tras «OK Computer» podrían haber sido los próximos U2 pero no quisieron. El siguiente disco fue bizarro, experimental, electrónico y fue un un shock. Dieron la espalda a heredar la corona de U2 y me encantan por ello.