Robb Flynn, frontman de Machine Head, ha dedicado su última columna de sus diarios a comprar como han cambiado los tiempos al respecto de la música en directo y el estado de la música en general.
Tras explicar la anécdota de un viejo amigo que le contaba como allá por los 70 acudió a un concierto de Journey, otra banda y Montrose, en el que los dos primeros hicieron hasta 4 bises y los últimos 5, lo compara con como hoy eso sería imposible.
Fui a ver a Pearl Jam hace cosa de un mes e hicieron uno de los mejores y más auténticos conciertos de rock and roll que haya visto en años. Fue jodidamente mágico, Eddie Vedder se bebió 3 botellas de vino, y a las 2 horas de set, empezó a estar torpe, olvidándose de la letra y perdiéndose, y parecía que todo iba a descarrilar.
La banda se tomó un pequeño paréntesis y volvió y tocaron «Black».
Dejadme que os diga, ¡fue mágico! Tengo escalofríos al escribirlo solo de recordarlo. Fue un concierto tan grande; llevó la noche a un nivel aún más alto. En ese momento ya eran las 11.45. Tocaron algunas canciones más y finalmente el Oakland Arena (actualmente llamado «Oracle Arena» hasta que alguna estúpida empresa compre el patrocinio y lo cambie a algo tan ridículo como el «Anfiteatro 1-800 Pregúntale a Gary») encendieron las luces marcándoles que pararan. Pearl Jam dijeron, «¡a la mierda!» y ¡tocaron 2 canciones más con las luces encendidas! Eddie Vedder volvió a traer de vuelta al escenario a la banda para hacer una despedida especialmente larga. Me encanta su actitud, joder.
Al final se pasaron de 70 minutos del ‘curfew’ (hora límite) e imagino que dejaron a Oakland con 70.000 dólares menos por hacerlo. Por supuesto que Pearl Jam puede permitírselo y, sinceramente, le dio a todos y cada uno de los que estábamos, uno de los mejores conciertos de su vida. Pero este gesto de mantener la «habitación» en un buen ambiente y la conversación (que tuvo con su amigo), me dejó pensando.
Esto ha cambiado.
Por un lado, me encanta la actitud de «a la mierda, lo hacemos a nuestra manera» de Pearl Jam pero por otro lado me cabreó y me deprimió.
Solo los ‘Metallica’s’ y ‘Pearl Jam’s’ pueden hacer cosas así. Bandas que han vendido millones de discos y se lo pueden permitir.
Si Machine Head tratara de tocar una hora por encima del límite en, digamos, el House Of Blues de Dallas, Texas, nos iríamos de ahí sin fianza. Aún queriéndolo los fans, cualquier local haría lo posible por acortarlo, quitar la electricidad, echar la cortina, lo que fuese.
La industria musical le ha chupado la vida a la creatividad. A nadie se le alienta para que se arriesgue, a nadie se le alienta para que vaya más allá porque ¡todo se basa en las ventas de la primera semana! Todo se basa en las veces que suenas en la radio y lo bien que fue tu última gira. Como los locales y promotores exprimen la última gota de espontaneidad de tu alma al no «permitirte» tocar pasado el límite horario y no salirte de la línea.
Cuando jugamos ese juego, en esencia, estamos aplaudiendo la mediocridad.
No hay nada de peligro en la música de hoy en día, no hay tampoco nada sorprendente. No se puede. Aparte de Pearl Jam, la única banda a la que le trae al pairo todo y que sigue sus reglas no es ni siquiera una banda, no? Axl y los Roses son conocidos por doblar las reglas y decirle al poder que se «joda» pero siendo su banda tan confusa acaban siendo un chiste. Pero la gente no lo ve. ¡La gente no ve nada de esto!
Y la razón por la que no te importa es porque es demasiado fácil quedar atrapado en tu teléfono o tu Facebook o Twitter o Tumblr o Instagram o tus juegos o tus programas de TV.
La música ya no importa. Decid todo lo que queráis pero el hecho es que los dos discos de rock más importantes del pasado año solo vendieron 400.000 copias, ninguno llegó a disco de oro.