La gente de Spin publicaba hace unos días una extensa pieza con manifestaciones de Chris Cornell, Kim Thayil, Ben Shepherd, Michael Beinhorn, Adam Kasper, Jeff Ament, Jack Endino y Tad Doyle, sobre la creación de «Superunknown», disco del que se cumplen 20 años.
Chris Cornell: Empezamos como banda en 1984 así que veo «Superunknown» como un periodo tardío, el momento en que andábamos reinventándonos y yendo más allá de lo que hacíamos, ampliando nuestro enfoque creativo a la hora de grabar.
Jack Endino: Soundgarden ya eran desde el principio una banda realmente buena, igual que Nirvana. Era simplemente cuestión de no cagarla como productor.
Tad Doyle: A todo el mundo le encantaba Soundgarden. Eran héroes locales. Fue la primera banda en sacar algo en una multinacional.
Michael Beinhorn (coproductor de «Superunknown»): Por entonces, simplemente notabas algo en determinados artistas; sabías lo que iba a pasar con su siguiente disco incluso antes de hacerlo. Y con Soundgarden fue como, si hacen un siguiente disco realmente grande, habrán definido su carrera.
Adam Kasper (ingeniero asistente en «Superunknown»): Ya habían hecho un par de discos buenos. Era momento de mandarla fuera del campo. Chris estaba en su punto álgido, compositivamente y como cantante. Además él mismo se exige mucho.
Chris Cornell: Me sentía muy orgulloso de ser parte de una escena musical que estaba cambiando la cara de la música comercial y la música rock internacional pero también sentía que era algo necesario para Soundgarden – igual que para todas las bandas de Seattle – demostrar que merecíamos estar en un escenario internacional y que no éramos simplemente parte de una moda pasajera basada en cuestiones geográficas. Sabía que teníamos la capacidad de hacer eso y también sabía que medir los tiempos era lo importante. Ese era el momento. Era una mezcla de esos maravillosos momentos de inspiración y una simple brizna de estrés, sudar la gota gorda, ese esfuerzo agotador de dejarse los cuernos.
Jeff Ament (bajista de Pearl Jam): Estábamos de gira con ellos el año antes de grabar «Superunknown» y Lollapalooza, y recuerdo que fue una pasada. Habíamos estado girando un montón: salimos a girar con «Ten» y ellos con «Badmotorfinger». Creo que Lollapalooza siendo como era, el fin de ciclo para ambas bandas, fue divertido salir por ahí con tus amigos. Estuvieron en el lateral del escenario cuando tocábamos y nosotros en el lateral cuando ellos tocaron. Es uno de los recuerdos de gira que guardo con más cariño.
Michael Beinhorn: Mi impresión fue que ya habían decidido prácticamente con qué productor iban a trabajar – creo que habría sido Rick Rubin – pero picaron para que me reuniera con ellos así que dije, «Vale, mola». Y nos conocimos y, de algún modo, nos llevamos bien.
Adam Kasper: Yo era el ingeniero principal que llevaba Bad Animals Studio, que era un sitio nuevo y de vanguardia. Era uno de los sitios donde se estaban haciendo muchas cosas de rock de Sub Pop. Conocía a algunos de los miembros de Soundgarden y cuando supe que estaban trabajando con Beinhorn, fui a verles y les dije, «Hey». Simplemente me presenté y me emocionó trabajar en ello.
Michael Beinhorn: Quise aprovechar todas las oportunidades de hacer el mejor disco, el más interesante e impresionante posible, así que esa fue mi meta. Creo que hubo mucha presión extra porque les dejé muy claro lo que sentía del proyecto y lo que creía que significaba el disco para ellos. Es decir, no pensé en las ramificaciones a largo plazo de algo así aunque esa clase de cosas son también realmente importantes.
Tad Doyle: Para mi, Soundgarden siempre han sido muy innovadores y siempre han ido más allá en lo que intentaban hacer. Especialmente cuando Ben Shepherd entró en la banda. Ese tío es un compositor maravilloso así que cuando empezaron a componer juntos, fue algo especial.
Kim Thayil: No hay solo un piloto en Soundgarden. Si lo hubiera, sería mucho más fácil manejar algo temáticamente o tener un vector particular que dirija nuestra inspiración. Hay cuatro tíos produciendo material y criticando el material, es un proceso muy dinámico.
Jack Endino: La formación había cambiado un poco. Tenías a Ben Shepherd en la banda y sus contribuciones como compositor y aportaciones creativas ya se habían integrado. Chris Cornell componía más música. En los viejos tiempos, muchas de las canciones eran compuestas por Kim Thayil y Hiro Yamamoto (bajista fundador).
Ben Shepherd: Cuando me uní a la banda, empecé a aportar afinaciones raras. Todo el mundo empezó a adoptarlas y tocando sus propias canciones en esas afinaciones raras. Son todos tan inteligentes y creativos que todos se apuntaron a ello, y eso es lo que da sentido a estar en una banda.
Jeff Ament: Pudiste ver un poquito en «Badmotorfinger», en el que Chris empezó a estirarse en lo que composición se refiere. Creo que con Temple Of The Dog también tienes esa sensación de que pudo ir por diferentes caminos y que no solo estaba encerrado en hacer heavy rock con afinaciones raras. Tenía un elemento pop y también tenía esas melodías raritas a lo Syd Barrett. Creo que una vez Matt (Cameron) y Ben metieron su influencia en el disco, eso lo hizo aún más único.
Ben Shepherd: Este es uno de los discos donde trajimos (al estudio) canciones completas. Sabes, no las ensayamos juntos para tener las estructuras.
Chris Cornell: «Head Down» era una demo completa que Ben me tocó, en la que cantaba y es muy similar a lo que acabó en el disco. Ese fue un momento maravilloso porque fue una de esas veces en las que me sentí como, «Esto es lo que debía ser estar en los Beatles», donde uno de los miembros entraba y saca una canción así – ya está hecho y no tienes que hacer nada y sabes que va a ser una de las mejores canciones del álbum.
Kim Thayil: Chris tenía un cuatropistas – o quizá había cambiado a un ochopistas – así que hacía las voces y las guitarras y nos lo presentaba para ver cual era nuestra respuesta. Hubo parte del material que compuso al que no respondimos con tanto entusiasmo como con, por ejemplo, «Let Me Drown» o «Black Hole Sun».
Michael Beinhorn: Metiéndonos a ello, no estoy seguro de si su intención era la misma que la mía. Es decir, no diría, ni por asomo que no quisieran hacer un gran disco pero no creo que quisieran dedicarle el mismo tiempo y esfuerzo que yo.
Adam Kasper: Beinhorn trajo toneladas de equipamiento por lo que tuvimos diversas baterías, toda clase de micros. Fue, ciertamente, la mayor preparación que había hecho o visto. Recuerdo que nos llevó dos o tres días decidir qué clase de cinta usar, cuán fuerte darle a la cinta, como alinear las máquinas, empezando, literalmente, desde ese componente. Teníamos docenas de micros en la cabina de grabación para ver cual funcionaba. Todo lo dirigía Beinhorn. Estábamos acostumbrados a trabajar mucho más rápido, así que eso fue interesante.
Kim Thayil: Recuerdo haber estado mucho tiempo dentro del estudio mientras fuera hacía sol y calor, lo cual es raro en Seattle.
Michael Beinhorn: La primera canción que grabamos fue «Kickstand». Fue tras pasar de cinco días a una semana tratando de dar con el sonido de batería que buscaba. Diría que Matt hizo (la pista de batería) entre 15 y 20 veces o más, lo cual es muchas veces para una canción.
Jeff Ament: Una canción que de verdad me encanta es «Kickstand». Creo que es porqué es una canción que compuso sobre su bici y mi relación con Chris está unida para siempre con ir en bici. Esa canción supone algo personal para mi.
Chris Cornell: Me recuerda a ese periodo. Creo que tras la muerte de Andy (Wood), Jeff y yo pasamos mucho tiempo yendo en mountain bike por las cuestas de Seattle y hablando. Ese es uno de los mejores recuerdos de esa época, en serio.
Jeff Ament: Probablemente pude conocer mejor a Chris tras la muerte de Andy. Salíamos juntos al menos dos veces a la semana. Nos íbamos de paseo en bici, normalmente de noche, a algunos de los grandes parques de Seattle. Normalmente terminaba con una fogata en la playa y una botella de cualquier cosa. Creo que era un poco tratar de entender porqué Andy estaba muerto. Nos ayudaba más que ir a un bar o quedarnos en casa compadeciéndonos de nosotros.
Chris Cornell: Mi historia cantando siempre ha estado más cercana a David Bowie que, por ejemplo, a AC/DC. Nunca me vi siendo un cantante que quisiera crear una identidad y seguir con ella. De niño, era un coleccionista/oyente que se sentaba en una habitación y escuchaba el catálogo completo de los Beatles solo, una y otra vez. Creo que eso afectó mi enfoque vocal porque había cuatro cantantes en esa banda y nunca sabía quien cantaba. Yo era un niño pequeño; no me importaba. Creía que eso era la música rock y que eso era hacer un álbum: cantabas en el estilo y el sentimiento que pedía la canción. «Superunknown» es un gran ejemplo de eso. De canción a canción, la encaraba del modo que sentía que era más natural para ella. ¿Quien era esa persona que cantaba esta canción? ¿De qué cantan? ¿Como debería sonar esa persona? ¿Como debería sonar esa persona? Así lo enfocaba, y a veces, esa era la parte más difícil de todo el proceso: encontrar la voz adecuada que me pareciera más natural para esa canción.
Adam Kasper: Hacer las voces fue un reto en muchos sentidos. Chris canta a plena voz en algunas de las canciones y uno de los problemas fue ser capaces de lograr la mezcla de auriculares por encima de su volumen interno. Así que cuando cantas y gritas, te puedes oír a ti mismo, pero tienes que oír la música por encima y está altísima y con feedback.
Artis the Spoonman: La gente iba en oleadas cada vez que tocaban en Seattle pero yo no los conocía. Conocía, y aún conozco, a la hermana de Ben. Yo actuaba en la calle – era muy visible – y recuerdo ver a Kim. Kim puede ser lo más visible que te puedas imaginar cuando no le conoces.
Chris Cornell: «Spoonman» no fue compuesta para ningún álbum. Se compuso por diversión. La banda había oído la demo que acababa de hacer en casa y creo que, quizá Kim, se me acercó y me dijo, «Es una canción divertida para que la hagamos». La demo era solo con guitarra acústica sin batería, solo tocando en botes y ollas.
Ben Shepherd: Esa era rockera. Era de ese gran setlist que el personaje de Matt Dillon (en «Singles») tenía cuando se separó. (Jeff Ament) había escrito títulos falsos de canciones para la banda. Y Chris estaba en el set porque salía en la película, y su regalo para Cameron (Crowe) fue componer canciones para el setlist y «Spoonman» fue una de ellas.
Artis the Spoonman: Me invitaron a hacer un número entre Melvins y ellos en un local muy prestigioso en Seattle. Al llegar, la que por entonces era la mujer de Chris y manager de la banda, estaba en el backstage y me dijo que Chris estaba componiendo una canción titulada «Spoonman» y si me gustaría grabar algo en ella cuando estuviera acabada. Y dije, «Si, claro, sin problemas».
Michael Beinhorn: Básicamente, Artis aparece y es un loco; es como un músico callejero. Básicamente, supongo, una especie de ‘sin techo’. Y llega con un rollo que despliega delante suyo y está lleno de cucharas y todas esas herramientas de metal y cosas así, y me quedé, «Oh, dios mío, ¿qué demonios va a pasar?» Se quita la camiseta y dice, «Espero que alguien tenga una cámara porque vais a querer grabar esto». Empezamos a grabar el tema y empezó a coger esas herramientas y empieza a darse hostias como panes con ellas. No estoy hablando de golpecitos; además, algunas eran piezas grandes y duras. En un cortísimo periodo de tiempo, había sangre volando por todos lados. Aunque de hecho era bastante bonito de ver porqué era como un bailarín; fluía y era elegante. Y, ya sabes, tiene mucho talento con esos instrumentos pero también era increíblemente brutal. Tuvimos cinco o seis pases y para el final estaba hecho polvo y sangrando por todos lados. Fue realmente maravilloso. Es decir, es un artista en muchos de los significados de la palabra. Es una de esas cosas que nunca olvidaré. Me gustaría que todo el mundo lo hubiera visto.
Artis the Spoonman: Probablemente toqué una cuchara de abajo, quizá dos de arriba, el mismo par de palillos con los que las toco y una cuchara de servir tartas. (En) la instrumental, el sonido de campana: esa es una cuchara de servir tarta. Así que toqué un máximo de ocho o nueve cucharas de las 20 que llevo. Quizá también toqué una cuchara de madera; no me acuerdo.
Adam Kasper: Me sorprendió que la eligieran como el primer single. Oí que cuando salió, Artis no se impresionó y quedó decepcionado. Pensó que quizá deberían haber habido más cucharas y (oírse) más alto.
Artis the Spoonman: La primera vez que la oí, pensé, «Oh, ¿estás de broma, no? No vayáis ahí». Sabes, «¿Save me?» Es decir, por favor. O dios mío. Es como, lo siguiente de exagerado. Tu no vas a alguien y le dices, «Sálvame». No vas a tu general favorito, tu cura o estrella del rock (y le dices eso). Eso es bastante peculiar.
Michael Beinhorn: Es gracioso porque no era realmente mi canción favorita. Pensé para mis adentros, «¿Qué tiene?» Y cuando salió, la gente lo flipó. Siempre mola pensar que quizá tengas un punto ciego que otra gente ve. Aprendes algo nuevo cada día.
Artis the Spoonman: Una de las cosas que me decepcionaron de verdad fue cuando recibieron un Grammy. Subes ahí y le das las gracias a los productores – cosa que se supone que debes hacer – pero no me das las gracias. Creo que salían imágenes mías tocando justo detrás por lo que simplemente se quedaron sin tiempo. Personalmente, fue uno de mis momentos de bajón.
Ben Shepherd: Me cabrea mucho eso porque Artis debería haber recibido un Grammy también y no hablé en el micrófono y le di las gracias a mi madre y a todos. Nadie le mencionó y no recibió uno. Aún me arrepiento de eso; aún quiero que le hagan uno. La canción se llama como él; toca en ella. Es lo justo.
Michael Beinhorn: No me enteré de que habíamos sido nominados a un Grammy hasta que alguien me mandó eso – ¿qué es? Ni una placa. Un papel. Era en una categoría en la que el productor no recibe un galardón (mejor interpretación metal).
Artis the Spoonman: ¿Pero quien ha tenido alguna vez una canción ganadora de un Grammy, una canción multiplatino sobre uno mismo? La mezcla entre responsabilidad y alegría y el privilegio y el honor. No sé si debería usar «honor» pero es un honor. Dios mío. Toda mi vida, quise ser una estrella del rock. La gente se rió de mi; no tenía colegas musicales de niño. Todo lo que hacía era tocar mis bongos o hacía playbacks de Elvis en mi dormitorio durante horas porque me encantaba.
Chris Cornell: «Black Hole Sun» fue compuesta una noche en un coche yendo a casa desde el estudio. Casi todo lo que oyes lo compuse en mi mente.
Michael Beinhorn: Esa es una de las mejores piezas musicales en las que haya trabajado. Es una canción preciosa. Recuerdo cuando tuve la demo. Me sacó una reacción inmediatamente visceral, como si me hubiera golpeado. Me dio la sensación de que me había caído una casa encima. Pensé para mis adentros, «Esta es una de esas cosas que una persona en mi posición espera años y años a que le llegue al regazo».
Chris Cornell: Cuando la canto, hay elementos de los Beatles y Led Zeppelin que saqué de ellos, y también un poco de Pink Floyd de la época de Syd Barrett. Creo que los Beatles es una banda que, si trabajo en los arreglos de una canción o tengo una idea para una canción y hay una pequeña cualidad Beatles, nunca lo evito. Siempre me meto a saco ahí.
Ben Shepherd: Recuerdo oírla y pensar, «Esta es la canción. Ahora nos hemos quitado los guantes. Ahora tenemos canciones con las que trabajar para este disco». Las composiciones de Chris era la bomba. Inmensas.
Michael Beinhorn: Como que Chris ya había hecho demos muy pero que muy buenas de sus canciones, ya nos había dado un mapa super preciso. En lo que arreglos se refiere, le dimos mínimos cambios.
Kim Thayil: Tuve problemas con partes de «Black Hole Sun», especialmente esas partes delicadas y arpegiadas del principio, la parte de guitarra que recuerda a un piano. Creo que esa parte y yo no nos llevábamos bien estilísticamente. ¿Como suena? ¿Como una bailarina con su tutu pisando de puntillas un piano? Y eso lo hice con la guitarra. No era mi estilo (aunque) ahora es divertidísimo de tocar, sin duda.
Michael Beinhorn: Tras la primera vez que cantó Chris, se giró hacia mí tras un día entero de trabajo, tras escucharlo y me dice, «No es lo suficientemente bueno». Es decir, es duro decirle eso a un artista pero cuando un artista te lo dice sobre su propio trabajo, te quedas en plan, «Quiero a este tío. Esto es fantástico». Me quedé, «Vale tío. Estoy contigo al 100%. Haz lo que tengas que hacer». Así que vino una semana después, se metió ahí e hizo la voz que oyes ahora.
Chris Cornell: En lo que a letras se refiere, no parecía ser algo fácilmente explicable. Para mi era bastante en plan lluvia de ideas. No lo revisé y lo edité. Es tal como vino y ya. Parecía ir bien y lo dejé. Pero es muy esotérico y lo único que, creo, tiene sentido, en términos de como pudo ser un éxito internacional, es cantar el estribillo. Pero cuando no lo analizas o ni siquiera piensas en ello, solo dejas que sea lo que es creativamente, quizá le llegue a la gente porque no hay una mente analítica contaminándolo.
Ben Shepherd: Me recordó de innmediato a Stevie Wonder, que me encanta. Fue como, ahora si somos diversos de verdad; ahora ampliamos nuestras capacidades y estilos. No somos solo esa estúpida banda grunge.
Chris Cornell: Una de las razones por las que «Superunknown» tiene tantas canciones es porque no queríamos discutir cuales deberían quedarse fuera porque no tenemos porqué opinar lo mismo. Así que metimos todo y era el máximo tiempo que podíamos ocupar en un compact disc en aquella época. Tras ello, nos importaba bastante poco cuales iban a ser los singles.
Kim Thayil: No sabíamos que iba a cambiar cosas pero teníamos una fuerte sensación de que iba a ser una canción exitosa. Creo que oímos una cassette con demos que iban a aparecer en «Nevermind» que los chicos nos dieron e, inmediatamente, oímos «Smells Like Teen Spirit» y Ben dijo, «Oh dios mío, ese va a ser su éxito. Va a ser tremendo». Y cuando teníamos algunas demos de «Superunknown», Hiro Yamamoto, el bajista fundador, se pasó por el estudio y al escuchar «Black Hole Sun», dijo, «Oh madre mía, tíos, eso es un éxito».
Chris Cornell: La única vez que los singles se convirtieron en un problema fue tras «Black Hole Sun», cuando el sello quería sacar «Fell On Black Days», como tercer single. «Black Hole Sun» se convirtió en el segundo single porque las radios empezaron a ponerla y estaba bien pero pensar que «Fell On Black Days» fuese el tercer single, para nosotros, estaba mal porque había muchos fans nuevos ahí afuera a los que no queríamos dar una impresión equivocada de como sonaba el álbum o quien éramos como banda. Sentimos que lo último que queríamos era que un montón de gente comprara el álbum y no le gustara. El sello nos advirtió que si no la escogíamos como single perderíamos el empuje en la radio y perderíamos empuje en las listas y empezaríamos a vender menos discos y la vida del álbum se acortaría. Nosotros insistimos en «My Wave» como tercer single y pasó todo eso (risas) Pero no lo representamos inadecuadamente y eso era importante para nosotros.
Jack Endino: Hay muchos cocineros en la cocina cuando estás con Soundgarden porque ninguno de ellos es estúpido y todos tienen muy buenos oídos. Entienden de tecnología; no les puedes hacer perder el tiempo con mierdas. Es decir, son inteligentes.
Michael Beinhorn: Estoy bastante convencido de que esos tíos no ven el proceso de hacer un disco desde la misma perspectiva que yo. Y creo que eso causó muchas fricciones. Sabes y, el hecho de que esos tíos no siempre se llevaron tan bien. Hubo muchos enfrentamientos.
Jack Endino: Las historias de sus enfrentamientos con Soundgarden son divertidas porque siempre he oído hablar de ellas de forma elíptica a lo largo de los años y siempre pongo los ojos en blanco y digo, «Si».
Michael Beinhorn: Les dije que tenían que trabajar más y componer mejores canciones, porque no se me ocurría otra cosa que decirles. Sabes, para que hicieran el disco que tenían que hacer. Ahí mismo, creo que eso creó algunos problemas. Pero me sentía tan enfático al respecto: el potencial para hacer este grandioso disco era inmenso. Si pudiéramos hacer una pequeña parte, iba a ser un disco maravilloso.
Chris Cornell: Creo que si hubo alguna tensión tuvo más que ver con temas de productor que cualquier otra cosa. Nunca fuimos una banda que necesitara un productor. Siempre habíamos sido capaces de hacer nuestro propio disco. Los productores estaban ahí para que el sello discográfico confiara en que su inversión no se iba a malgastar (risas)
Michael Beinhorn: Por la razón que fuese, creo que Chris se sintió bastante incómodo porque estuviera yo o cualquiera ahí analizando su voz. Así que creamos un ambiente en el que pudiera hacer la mayoría de sus voces solo.
Chris Cornell: Creo que «Superunknown» tenía más tensión que algunos de los (otros) discos porque era un tío nuevo con el que nunca habíamos trabajado antes que parecía estar muy interesado en inventar la rueda en cada momento, y cuando no funcionaba, que era casi siempre, alejábamos el disco de él.
Adam Kasper: Creo que cada músico, particularmente Matt y Chris ya al principio, empezaron a decidir cual era la toma a mantener. Matt no hace 49 tomas y Michael fuerza a hacer tantas. Matt siempre ha sido un tío de dos-tres tomas.
Ben Shepherd: Recuerdo a Beinhorn hablando mucho por el micro ‘talkback’ y nosotros nos poníamos con «Kumbaya». Cada vez que trataba de hablar con nosotros, empezábamos a tocar y a cantar «Kumbaya».
Adam Kasper: La puerta del cuarto de control que es una puerta insonorizada, acabó fuera de las bisagras por obra de Beinhorn. No fue tanto por su cabreo y más por ser una gran puerta y, una vez empezó a hacer oscilar la puerta, se salió (de las bisagras). Porque lo volvimos a hacer en el siguiente disco. Kim dijo, «No sé ni como la rompió él solo». Era un clásico.
Michael Beinhorn: A largo plazo, una pensaría que, en algún momento, debió haber una cruce de caminos porque las cosas se hicieron insostenibles, en plan, «Él quiere hacer esto pero nosotros queremos hacer esto». Hubo ciertos momentos en los que quizá yo, pensándolo, debí pensar, «Guau, me pregunto si el otro zapato también caerá así».
Kim Thayil: Pero el conflicto nunca llegó a las manos.
Chris Cornell: Nos forzó a no apoyarnos en nadie y a unirnos más como banda y responsabilizarnos de lo que hacíamos. De algún modo, quizá ese sea uno de los atributos de Beinhorn como productor porque sin duda estuvo involucrado en muchos de los discos que me parecían geniales, motivo por el que pensé que era la elección perfecta – y no hay duda de que «Superunknown» salió genial pero creo que tiene más que ver con el hecho de que teníamos ese adversario necesario en el estudio que nos juntó más como grupo.
Ben Shepherd: Siempre éramos así. Siempre éramos así cuando estábamos juntos. Es como, estás con nosotros o contra nosotros. Y si no estás en la banda, básicamente, te decimos «no».
Chris Cornell: Siendo justos, creo que Soundgarden teníamos esa mentalidad de ‘nosotros contra todos’ desde que empezamos, así que Michael simplemente lo sacó de nuevo. Todo el mundo lo hizo siempre. Y probablemente lo siga haciendo.
Kim Thayil: Una metáfora que sacó Ben o Chris fue que hay cinco dedos y nosotros trabajamos bien como un puño cerrado. No es una mala metáfora si hablas de hard rock.
Michael Beinhorn: No les puedo culpar totalmente por eso; entiendo lo que hace que una persona sienta que hace algo realmente precioso y no quiere que venga alguien y diga, «Vamos a hacerlo así». Pero al mismo tiempo, es difícil para alguien en mi posición porque quieres hacer tu trabajo. No quieres simplemente decirle que si a todo a la gente con la que trabajas y hacer que se sientan bien porque eso quizá sea gratificante a corto plazo pero a la larga, no creará algo que vaya a tener significado para alguien.
Adam Kasper: Todo el mundo tuvo momentos de frustración, incluido Beinhorn. Todos. Estuvimos encerrados en una habitación seis meses. Pero también diré que tuvimos muchos buenos momentos y risas. Fue una experiencia emocional estar ahí con seis, siete, ocho tíos todo el día, con auriculares a todo volumen – lo cual es algo irritante tras 12 horas – y tratando de ir más allá de los límites.
Kim Thayil: Recuerdo que se pasó Josh Homme y se pasó Billy Corgan. Pearl Jam estuvieron. Recuerdo que Josh Homme quería jugar a ping-pong después de que Adam Kasper y yo hubiéramos comido mucha comida india. Así que estábamos bastante hinchados y amodorrados, y nos dice, «Tío, ¡juguemos a ping-pong!» Y le dije, «Si juego a ping-pong tengo que jugar contra alguien tan hinchado y amodorrado como yo». Recuerdo que la conversación fue algo así como, «Venga tíos, ¡juguemos!» y decirle, «Tío, no me puedo mover».
Adam Kasper: Corgan estaba en la ciudad y algo había pasado con su bus de gira. No pudieron llegar a tiempo desde Portland por una tormenta así que se pasaron a llevarse prestado algo del material que teníamos y se sentó ahí a ver qué hacíamos. Vino más gente. Los chicos de Nirvana se pasaron. Recuerdo que Breeders también estuvieron mucho. Johnny Cash estuvo increible. Estuvo un tiempo; se estaba haciendo un disco de tributo a (Willie Nelson) así que estuvo en Seattle, en el estudio. Mucha gente pasaba y veía el rollo de la escena.
Kim Thayil: Teníamos una PlayStation. Recuerdo a Chris jugando a algunos juegos de carreras y de vez en cuando al «Doom». Recuerdo estar ahí sentado durante, dios, quizá un par de horas, viendo a Chris jugar al «Doom»; quedé abstraído con los gráficos y la naturaleza del juego – y quedé bastante mareado porque si solo ves un videojuego y no juegas, es como ser pasajero de un coche que va a toda velocidad. Si, recuerdo comer sandwiches mientras miraba a Chris jugar al «Doom».
Michael Beinhorn: Tengo algunas buenas grabaciones suyas haciendo versiones de Kiss sacadas ahí de la nada.
Adam Kasper: Fue un poco como «El resplandor». Íbamos tirando fruta a los altavoces. Te vuelves loco después de un rato.
Chris Cornell: Casi hacemos que echen a Adam Kasper. Era el único empleado del estudio cerca de nosotros, el tío al que le estaba permitido estar cerca de nosotros. En un momento, creo que nos pusimos bastante destructivos y él no nos detuvo – casi destrozamos la sala de control – y casi le echan. Lo único que nos detuvo e hizo que moderáramos nuestro comportamiento fue el hecho que no queríamos que el pobre Adam perdiera su trabajo.
Kim Thayil: Bill Nye estaba montando un episodio sobre el sonido y nos pidieron si podían echar un vistazo a los entresijos de un estudio de grabación y dijimos que si. Sacaron algunas imágenes de la banda y Adam Kasper en la mesa de mezclas. Creo que describimos todo el proceso de grabación como una pajita gigante.
Ben Shepherd: Así que Ben Nye, the Science Guy, vino y tocamos «Kickstand» para ellos. Creo que fue justo antes de empezar a mezclar así que el disco estaba hecho e hicimos un segmento completo. Si, es un extraño episodio con Bill Nye hablando de sonido con Soundgarden.
Kim Thayil: Siempre tuvimos debilidad por los programas infantiles educativos de televisión. Siempre dijimos que si nos pedían hacer algo para «Barrio Sésamo», lo haríamos, y no es ninguna broma.
Tad Doyle: No recuerdo que fuesen unos grandes fiesteros. Kim se tomaba un par de cervezas pero nunca parecía estar descontrolado. Quizá Ben se tomaba algunas más que Kim pero parecía que Tad siempre estaban algo más liberados que ellos.
Kim Thayil: Habían algunas historias circulando por ahí en plan, «Oh, todos beben y destrozan cosas». Si pero no más de lo que haríamos estando sobrios, ¿sabes? No más que lo que les gusta hacer a los atletas profesionales en los vestuarios o los políticos en sus oficinas.
Ben Shepherd: Me aprendí «4th of July» colocado – y no había fumado maría desde hacía muchísimo tiempo, fue raro. Volví al estudio al día siguiente para hacer mi pista de bajo y fue como, «¡Dios mío! ¿Como terminé afinando esto? ¿Qué está pasando?»
Chris Cornell: En los primeros tiempos de Soundgarden, sin duda durante el periodo de «Superunknown», cuando no estaba de gira era la época en la que terminaba bebiendo más. Y era consciente de ello. Hay tanta adrenalina a diario estando de gira que no sabes qué hacer cuando termina una gira. Fue algo que había leído muchas veces de diferentes músicos que habían salido mucho de gira y que eran conocidos por abusar de las sustancias, que no era tanto la carretera el peligro sino el estar alejado de ella. Y me arrepiento tanto de ello. Aunque no creo que fuese inteligente querer cambiar nada, creo que podría haber sido más productivo a los veinte y parte de los treinta de no haber sido alcohólico. Por ejemplo, no teniendo que recuperarme de la noche antes para poder centrarme en la creatividad. Porque nunca compuse nada estando bajo la influencia de nada; eso nunca funcionó. La otra cara de ello es que cuando dejé todo, no tuve esa crisis de, «¡Oh no! ¿Como voy a ser creativo ahora sin ninguna ayuda?»
Kim Thayil: Creo que la banda tenía una hostilidad particular hacia la tolerancia con las drogas, en general. Creo que siempre he odiado eso del rock, ya desde adolescente. La cosa se hacía muy repulsiva siendo niño y ver el modo en que los rockeros se comportaban en los 70 y como abordaban su éxito con las payasadas del backstage. Es un montón de mierda. Me encantaría que la gente se callara y, sabes, tocara su disco. Y esa es la cosa, en este caso, cuando tienes conocidos y amigos que andan luchando y con problemas: no hay ninguna razón por darle romanticismo o glorificar eso. Es una situación realmente desgraciada.
Jeff Ament: Recuerdo ir y verles en algún momento del principio de la grabación. Y luego salimos de gira por un tiempo que pareció largo y recuerdo que cuando volvimos, «Oh, si, Soundgarden siguen ahí metidos».
Adam Kasper: Hubieron momentos en los que no estábamos seguros de lo que teníamos. Había alguna pregunta, como si estaba todo terminado o, «Guau, ¿funcionará esto?» Porque era bastante extremo en términos de sonidos, por aquel entonces.
Michael Beinhorn: Llevé el disco a masterizar y el ingeniero la jodió – quedé estupefacto. Dos días y medio y no pudo masterizar el disco. Empecé a dudar de mi propia capacidad y me dije, «Oh dios mío, creo que tengo una bomba en mis manos». Luego la banda lo llevó para que lo masterizara alguien en un día. La gente quedó muy contenta y yo recibí el disco y no estaba contento. Pensé que Brendan (O’Brien) no comprendió el disco. Así que, de algún modo quedé desconcertado; me pareció que se había suavizado un poco. Pero, por supuesto, había invertido tanto en ese punto que creo que mi objetividad se había perdido por completo.
Chris Cornell: Creo que, probablemente cuando llevábamos una semana mezclando, entendí el alcance del álbum y lo poderoso que era y lo que habíamos creado.
Michael Beinhorn: No creo que nos despidiéramos en las mejores circunstancias. Al final, creo que todos estábamos demasiado cansados y fue una de esas cosas en las que, sabes, fue como, «Vale, está hecho. Ahora piérdete». Bueno, no creo que fuese tan extremo; no quiero decir con resentimiento pero, creo, todos habíamos terminado. Fue, sin duda, difícil de hacer.
Ben Shepherd: Mi canción favorita es la canción de Matt «Fresh Tendrils». Simplemente tocarla, me encanta. No me gusta tanto la mezcla. Probablemente la que menos me guste, a nivel de sonido y tocarla, sea «Half» (compuesta por el propio Shepherd). Tengo que estar de acuerdo con el 95% de los fans que odian esa canción.
Adam Kasper: Hay algo que creo es realmente interesante. Beinhorn me dijo que siempre tenía esa agenda de música electrónica cuando estuvo haciendo ese disco porque era de Nueva York y trabajó con Bill Laswell (músico experimental) y andaban muy metidos en el enfoque de música electrónica en los 90. Creo que quería incorporar algo de eso en un disco de rock. Creo que de alguna manera lo hizo, con la manera en que las cajas y demás están sobrecomprimidas. Lo escuché hoy y me quedé en plan, «Oh si, hace eso». Mola.
Jack Endino: No soy un gran fan de la producción. Está bien. Es algo ruidoso cuando lo oyes. La producción captura una sensación, lo cual creo que es bueno, pero es un disco de sonido raro si lo escuchas con oídos técnicos. Aún así, el tema es que, es un disco como una pieza artística y tienes que darle mérito a Michael Beinhorn por capturar algo, porque tenía una especie de visión de como quería que sonara. No suena a ninguno de los otros discos de Soundgarden así que, sónicamente, me hace rascarme la cabeza un poquito como ingeniero. Pero, emocionalmente, funciona extremadamente bien como disco, y eso es lo que cuenta.
Jeff Ament: Puedes oír las personalidades individuales en las canciones. A veces todos juegan entre ellos y a veces pelean entre ellos. Creo que a veces cuando peleaban, cuando sus partes no encajaban unas con otras, podías darte cuenta que si una parte era demasiado heavy, quizá Ben tocaba algo super raro y extraño. Eso hace el disco tan interesante para mi. Es un disco realmente bonito.
Adam Kasper: No suena como un anquilosado disco de los 90. Los sonidos, el enfoque, todos somos bastante análogos y orgánicos pero también de buscar superar límites, y por eso creo que sigue sonando bien hoy día.
Jeff Ament: «Ten» lo petó tanto que creo que cuando «Superunknown» se hizo grande, dio la sensación de, bueno, al fin la banda que merece el éxito logra el éxito porque no creo que tuvieran el éxito que tuvimos o el que tuvo Nirvana con «Nevermind». Personalmente, siempre sentí que Soundgarden y Mudhoney merecían más. Eran tan buenos en lo suyo. Tan pronto oí el disco supe que un par de las canciones iban a ser inmensas.
Jack Endino: Trabajaban muchísimo, sabes. Creo que es lo que terminó por separarles unos años después porque dejó de ser divertido. Sabes, por eso el siguiente disco, la continuación de «Superunknown» nunca iba a lograr igualarlo. («Down on the Upside») siempre me ha dado la sensación de ser un disco algo depresivo. Tiene esa sensación de, «Espera, ¿qué vamos a hacer? ¿Como vamos a superar esto?»
Jeff Ament: Es algo asombroso: puse el disco ayer mientras conducía, y aunque Chris compusiera la mayoría de las canciones, es un disco tan de banda. Puedes oír la influencia de todos en las canciones y el disco tiene de todo. Hasta tiene momentos de banda sonora, esas etéreas partes de los puentes y las intros.
Jack Endino: Eso es lo que llamó mi atención de «Superunknown»: las canciones son buenas piezas compositivas. Son grandes interpretaciones pero no hay una mala canción en el disco. Lo cual es bastante bueno para un disco con tantas canciones.
Kim Thayil: Algunos de mis álbumes favoritos, ya fuese el «Space Odity» de Bowie o el «Rocks» de Aerosmith, los sigo oyendo y siguen aguantando el paso de los años. Aún tienen profundidad. Y me gusta el modo en que «Superunknown» logra aguantar mi atención y afecto; eso me dice que estamos haciendo algo bien.
Michael Beinhorn: Saber que ha influido a tanta gente musicalmente, que ha llegado a tanta gente y le ha ayudado a seguir adelante con su vida, para mi, es por lo que puedo estar más orgulloso. Saber que jugué un papel en eso, significa muchísimo. Estoy eternamente agradecido haber podido ser una pequeña parte de ello.
Chris Cornell: Incluso superamos mis mejores expectativas, lo cual es bastante difícil de hacer.
Ben Shepherd: Sé una cosa sobre Soundgarden: siempre buscamos llegar a los 20 años. Nos centramos en intentar hacer algo que valga la pena sacar. Nuestro lema es, «Siempre pondremos nuestro mejor pie delante».