En el concierto de Pearl Jam del pasado 11 de julio en el Milton Keynes National Bowl del Reino Unido, su frontman, Eddie Vedder, soltó un discurso pacifista en referencia al bombardeo israelí en la franja de Gaza durante la interpretación de «Daughter», en el segundo bis.
¿Qué cojones? ¿Qué cojones? Podemos tener tanta gente viviendo tiempos de paz. Podemos tener tecnología moderna. Podemos contactar con nuestros amigos. Sabemos lo que piensan antes de que lo piensen. Los anunciantes saben lo que pensamos antes de pensarlo. Tenemos tecnología – todo en nuestras manos pero al mismo tiempo que ocurre todo esto tan positivo, al mismo puto tiempo, ni siquiera tan lejos, (hay gente) tirándose putas bombas unos a otros. ¿Qué cojones?
Juro por el puto dios que hay gente ahí buscando una razón para matar. Buscan una razón para cruzar las fronteras y coger tierras que no son suyas y deberían salir de ahí y preocuparse de sus putos asuntos… Todo el mundo es igual así que, ¿por qué la gente se pone a hacer guerras? ¡Dejad esas mierdas de una puta vez! ¡Ya! ¡Ya! No queremos darle nuestro dinero. No reciben nuestros impuestos para tirarle bombas a niños.
Tras ello escupió en el escenario y empezó a improvisar un cover del «War» de Edwin Starr.
Por el discurso, Vedder ha sido acusado de antisemita, en el habitual reproche que se hace a quien critica la política de Israel. Es por ello que el vocalista ha tenido que explicar sus palabras en un post que ha colgado en la web del grupo:
La mayoría de nosotros hemos oído a John Lennon cantar «Podrías decir que soy un soñador… Pero no soy el único». Y algunos de nosotros, tras otra dosis matinal de noticias llenas de muerte y destrucción, sentimos la necesidad de contactar con otros para ver si no estamos solos en nuestra indignación. Con un surtido de sobre una docena de conflictos en las noticias a diario, y con las historias cada vez más terroríficas, el nivel de tristeza se hace insoportable. ¿Y qué pasa con nuestro planeta cuando la tristeza se convierte en apatía? Nos sentimos desamparados. Y giramos la cabeza y pasamos página.
Actualmente estoy lleno de esperanza. Y esa esperanza surge de las multitudes de gente para la que nuestra banda ha tenido la fortuna de tocar noche tras noche en Europa. Ver banderas de tantas naciones diferentes, y que esos grandísimos públicos se junten de forma pacífica y alegre, es la verdadera inspiración detrás de las palabras que sentí que debía trasladar enfáticamente. Al intentar hacer un llamamiento para más paz en el mundo en un concierto de rock, reflejamos los sentimientos de todos aquellos con los que hemos contactado para que quizá todos nos entendamos mejor. No es algo que vaya a parar pronto. Llamadme ingenuo. Prefiero ser ingenuo, sincero y esperanzado que resignado por no decir nada por miedo a ser malinterpretado y a las represalias.
La mayoría de humanos de este planeta está más consumida por la búsqueda del amor, salud, familia, comida y cobijo que cualquier clase de guerra.
La guerra daña. Daña independientemente de donde caigan las bombas.
Con todos los logros globales en la tecnología moderna, las mejoras en las comunicaciones y recursos informativos, dando con el genoma humano, vehículos en Marte, etc., ¿tenemos que resignarnos a la devastadora realidad de que el conflicto se resolverá con bombas, muerte y actos de barbarie?
Somos unas especies tan extraordinarias. Capaces de crear belleza. Capaces de avances alucinantes. Debemos ser capaces de resolver conflictos sin derramar sangre.
No sé como reconciliar el pacífico arco-iris de banderas que vemos cada noche en nuestros conciertos con las noticias diarias de una docena de conflictos globales y sus terroríficas consecuencias. No sé como procesar el sentimiento de culpa y complicidad cuando oigo de muertes de una familia por el ataque de un drone de EEUU. Pero sé que no podemos dejar que la tristeza se convierta en apatía. Y sé que estamos mejor cuando todos tendemos la mano.
«Espero que algún día os unáis a nosotros…»
¿No escucharías lo que dijo ese hombre?
– Eddie Vedder.