Phil Anselmo, quien fuese frontman de Pantera, ha escrito un artículo para Rolling Stone recordando a Dimebag Darrell, compañero de banda del que ayer día 8 de diciembre se cumplía el décimo aniversario de su asesinato mientras actuaba con su banda de por entonces, Damageplan.
Recuerdo a Dimebag como un guerrero. No solo era un guitarrista y una personalidad increíble sino también dentro del grupo de miembros de la banda y equipo de gira, era una personalidad dinámica, siempre exigente con todos. Y tenía una manera mágica de mostrar su aprecio.
La manera en que se fue, debiendo usarse la palabra «asesinato», es siempre algo cruel, frío, espantoso. Ninguna de estas mierdas se me hace más fácil. De hecho es más y más duro. Personalmente, yo, aún tengo que asumirlo. No le veo el sentido. No le veo la actitud de ‘todo-pasa-por-una-razón’. Este año es el más complicado.
Pero cuando pienso en Dimebag, el 99% de las veces, son siempre los divertidísimos buenos momentos, y el 1% son momentos lamentables por mi parte. Pienso en Dime cada día de mi vida. Soy un vívido soñador y él aparece en muchos de mis sueños. Cuando sueño con Dimebag, son siempre buenos momentos de cuando viajábamos en la furgoneta azul o en su maqueado Camaro amarillo, con el que aterrorizaba a su vecindario del pequeño Arlington, Texas. Era jodidamente divertido, destrozando el césped de la gente o sus buzones de correo. Era un tío salvaje.
La primera vez que puse mis ojos en Dimebag fue en 1987 cuando hice la audición para la banda. Dije, Dios, mira este flacucho con su afro tocando la guitarra. El pelo no le llegaba a los hombros porque tenía un cuellaco tremendo y (el pelo) iba rebotando. Más tarde, le dije, «Tío, pareces un puto bastoncillo para las orejas ondulado». Y se rió.
Cuando me uní a la banda, se hacía llamar «Diamond Darrell». Yo siempre estuve ahí en el proceso de mutar la banda en lo que terminaría en convertirse, al controlar la cinta de cassettes y hacerles oír a los primeros Mercyful Fate, Slayer y mierdas así. Tras un tiempo, le dije, «Esta mierda de ‘Diamond’ no va a ningún lado ya, hermano, deberías cambiar esa mierda a ‘Dimebag'» y su cara fue impagable porque pude ver que le encantó solo oírlo. Le hizo partirse el culo y se quedó el nombre.
Dimebag fue siempre un gran animador de todo aquello que fuese diversión. Muchas bandas te dirán que la vida en la carretera no siempre es algo fluido. Hay momentos difíciles, hay contratiempos y no siempre todo es de color de rosa y bonito; Dimebag era uno de esos tíos que podían convertir una situación no-tan-perfecta en algo especial e hilarante y, de hecho, divertido.
Recuerdo que lo hizo en una ocasión hacía el final de la gira de «Vulgar Display of Power». Había un tío que solía a venir a nuestros conciertos en una ciudad concreta y era un buen tío pero la cosa es que quería estar un poco demasiado con nosotros y eso ponía a todos de los nervios. El día que llegamos a la ciudad fue uno de esos días en que me levanté con el pie izquierdo de la litera pensando lo peor. Me fui a mi camerino y ahí había esa pedazo de carta de dos páginas del tío que decía, «Para Phil». El tío decía, «He oído que tenéis algo de tiempo libre así que planeo venir a Nueva Orleans y pasarme por tu casa. Tengo tu dirección y vendré con mi mujer y te hará favores especiales». Y dije, «Hijoputa, tío. Esto es una pesadilla». Estaba cabreado. Llevaba fuera de mis casillas todo el día. Y como una hora antes del concierto, como era habitual, Dimebag abre la puerta de mi camerino con un par de tragos de whisky en la mano: «Es hora de ponernos a ello, hijoputa. Vamos al lío». Y me dice, «Por cierto, esa carta, era todo mentira. Lo escribí yo todo». Maldita sea. Le agarré y le dije, «¡Hijo de puta!». Me tuvo engañado todo el puto día. Hizo que el resto de la noche fuese una pasada.
Pero tenía otra cara. En lo que a Pantera se refería, era totalmente serio. Pero había esa perfección irónica dependiendo del humor con el que componíamos. Cuando me uní a la banda, sentí como que era el «tío nuevo» durante todo «Vulgar Display Of Power», con los hermanos Abbott mirándome por encima del hombro, cuestionando mis letras, lo cual me puso como una mona. Recuerdo cuando grabamos «Cemetery Gates», al final de la canción donde ando con las notas agudas y él me iguala con su palanca, eso era una competición – quien podía superar a quien. Y por supuesto, él alcanzaba esa nota aguda a la que yo ni de coña podía llegar. Le hacía sentir genial durante cinco o 10 minutos pero más tarde era siempre, «Gran trabajo, tío». En lo que a Pantera se refiere, era muy particular y en cuanto a exigirle a alguien, fuese yo, Rex o cualquiera, podía exigirte pero era un gran motivador. Y siempre trabajaba buscando lo mejor para cualquier canción en la que trabajábamos. Sacaba lo mejor de todos.
Fue uno de mis mejores amigos en este planeta y los mejores amigos – especialmente aquellos con fuertes personalidades e integridad – se pican a veces. Pero siempre encontramos un compromiso. Sé que habríamos hecho más música juntos. Habrían habido más giras de Pantera. Habrían habido más álbumes. Cuando pienso en ello, la realidad de su muerte hunde ese sueño imposible, y de nuevo el corazón me queda hecho añicos.
Aprendí muchas lecciones de Dimebag. Hubo una época en la que pasé por un periodo muy difícil en el que sentía que mi cuerpo me traicionaba y algunos días tenia una actitud de mierda que marcaba mi puto humor durante todo el día. Tanto Dimebag como nuestro tipo de seguridad, Big Val, llegaron un día y dijeron, «Sabes, Phil, cuando sales de ese bus, creas el tono del día con tus acciones». De aquello saqué algo positivo y sin que importe como me sienta, me aseguro de centrarme y saludar a los teloneros, al equipo de gira, me centro para mostrar una cara amable. Dimebag me enseñó que facilitar las cosas de todos los que me rodean es un imperativo.
Su pérdida me ha hecho trabajar más duro para hacer justicia a su memoria. Quiero dejar su recuerdo inmaculado y esforzarme al máximo porque sé que eso es lo que habría querido: que diera lo mejor de mi.
El viejo dicho, «en la vida no hay nada garantizado» – es jodidamente cierto. Nunca des nada por sentado. Todo lo que puedo decirle a sus fans es que disfruten de cada segundo de esta vida porque habrá momentos en que serán puestos a prueba. La pérdida de un pariente, la pérdida de un hijo. De alguna manera, necesitamos tener la fortaleza intestinal de seguir adelante y enorgullecer a nuestros seres queridos.
Los fans de Pantera son y siempre fueron los mejores. Son parte de la familia. Y las canciones que compusimos, son sus canciones ahora. Solo espero que todo el que busca una conclusión, se esfuerce al máximo cada día, porque así es como vivía Dimebag. Y esa es la manera en que, sinceramente, se fue. Estaba en ese escenario tocando la puta guitarra.