Chino Moreno ha estado charlando con Team Rock de múltiples temas relacionados con Deftones, desde sus inicios hasta su presente pasando por todos los altibajos de su carrera.
De telonear a Kiss:
No sé ni como acabamos en esa gira pero tuvimos la ocasión de telonear a Kiss todo un mes, tocando en pabellones. La banda más complicada de telonear del mundo. La gente que va a ver a Kiss está ahí para ver a Kiss, les trae al pairo quien telonea. Nuestras canciones eran bastante abrasivas, ese sonido no se había desarrollado aún y la gente no lo entendía.
Así que ahí estábamos tocando y había gente ahí literalmente sentados delante de nosotros con el maquillaje haciéndonos la peineta durante todo el set. No bajaban los brazos. Había veces en las que pensaba, «hijoputa, sé que se te cansa el brazo, puedes bajarlo, sé que nos odias». Fue muy duro pero al mismo tiempo una experiencia única.
Del abuso de drogas durante la composición/grabación de «Saturday Night Wrist»:
En aquel momento tenía un grandísimo problema de drogas lo cual me causó muchos problemas vocales. Llegas a esa edad y todo era demasiado fácil y no le prestaba atención a nada, y entonces, de golpe me enfrenté a la realidad, toda esa mierda acumulada, mi vida se había jodido porque había ignorado todo durante mucho tiempo. Y en lugar de encajar las piezas, eché a correr. Le eché la culpa a todo el mundo en lugar de mirarme a mi. Así que tuve que aprender lentamente a responsabilizarme por mi cuenta. Pero todo el mundo estaba haciendo eso de forma individual. Éramos muy disfuncionales.
No empezamos con las drogas duras hasta que no empezamos a hacer «White Pony» pero en aquel momento todo era bastante novedoso por lo que fuimos capaces de mantener lo que estábamos haciendo. Pero terminamos esa gira y llegamos a casa y las cosas escalaron. Todo el mundo se fue a sus sórdidos mundos y eso fue el principio de ello.
Yo abusaba de la cocaína y era fácil. Por la razón que fuese todo el mundo la tomaba en aquel momento. Y no era solo de gira, empiezas a tomarla en casa y esa es una situación sin salida. Afortunadamente, pudimos salir de ello pero nos llevó mucho tiempo darnos cuenta, en plan, ‘me estoy haciendo esto a mi mismo’. Y es un cliché total, toda banda ha pasado por esto, pero en lugar de aprender de los errores de otra gente, hay cosas que tienes que entenderlas de la manera difícil.
Fue una larga temporada. Duró todos los días oscuros, de aquel disco («White Pony»), el autotitulado, hasta el «Saturday Night Wrist». Llegó a un punto en el que éramos una cáscara de nosotros o lo que solíamos ser como banda. Y eso te deprime y te hunde aún más en el agujero. Y mucho de ello era mi ambiente. Salía con el mismo grupo de amigos que hacía la misma mierda a diario.
Y me mudé a Los Angeles y tuve un momento de claridad en plan, ¿qué coño estaba haciendo? Y a partir de ese día decidí que nunca más volvería a hacer esa mierda. Tuve mucha suerte, no tuve que pasar por rehabilitación ni nada de eso. En aquel momento tomé esa decisión para no volver a ser ese cliché. Sinceramente, no me costó. Todo empezó a centrarse y a mejorar, solo confirmó que si, eso era lo que lo estaba causando.
Dejar las drogas, componer y grabar «Eros» y el accidente de Chi Cheng (2008):
Yo y mi colega Shaun (Lopez) nos metimos en el estudio y montamos el disco («Saturday Night Wrist»). Y funcionó, salió, salimos de gira y empezamos a reconectar como banda, empezamos a ponernos en un buen sitio. Todos estaban limpios, Chi estaba limpio y sobrio y Abe también. Éramos el trío tóxico. Realmente Stephen nunca le dio a las drogas. Así que llegó el momento de ponernos a hacer otro disco.
Era el disco «Eros». Hicimos dos tercios. En aquel momento seguía viviendo en Los Angeles pero me alojaba en un hotel de Sacramento y fueron momentos duros. Era padre soltero, me había divorciado de mi mujer. Así que aún siendo un buen momento como banda fue un momento jodidamente difícil. Así que los niños se mudaron conmigo a Los Angeles y yo iba a terminar el disco ahí.
Llevábamos dos buenos meses terminando aquel disco, y de golpe recibí una llamada diciéndome que Chi había tenido un accidente (que le sumió en un coma en 2008 y muriendo en 2013). Y en aquel momento la cosa quedó en el aire.
No sabíamos qué nos iba a deparar el futuro o qué íbamos a hacer. Todos nuestros pensamientos estaban con Chi y la banda era secundaria. Nos llevó unos cinco o seis meses debatir sobre el futuro de la banda. No fue casi una pregunta, nos vimos todos y lo primero que hicimos fue empezar a hablar sobre Chi y acabamos reconectando. Y a partir de ahí nos zambullimos en nuestra creatividad, y es cuando empezamos a componer «Diamond Eyes».
El disco «Eros» está sin terminar, no sé si alguna vez terminará saliendo pero trabajar en «Diamond Eyes» fue como un renacimiento, fue cuando nos dieron nuestra segunda oportunidad. Nos dimos cuenta de nuestra mortalidad, de lo afortunados que éramos de tener la plataforma para hacer música y tener a gente a la que le interesa.
La vida es corta, nuestro amigo está en un coma y dejamos de lado nuestro pesar y todo lo que estábamos pasando y nos centramos en la música. Nos encerramos en una habitación y compusimos un disco brillante. Y esa fue la segunda oportunidad que tuvimos en nuestra carrera.
De su relación con Stephen Carpenter:
Le quiero a muerte pero si estuviera aquí sentado con él y dijera, «Tío, me gustan esa cortinas grises de ahí» y él me diría, «Esas cortinas no son grises». Iría hacia la cortina para decirme porqué esa cortinas no son grises. Así es él. Es muy discutidor, le encanta discutirlo todo. Pero cuando estás componiendo música con alguien es bueno tener diferentes opiniones. Y eso es lo que hace que seamos quienes somos. He aprendido a aceptarlo y quererle pero no es sencillo. Sigue siendo así hoy día. Le quiero pero está loco.