«Psalm 69: The Way To Succeed And The Way To Suck Eggs» fue el disco que catapultó a Ministry a la fama y con el que lograron superar el millón de copias vendidas. Fueron tiempos de excesos, según ha reconocido el frontman Al Jourgensen en su biografía «Ministry: The Lost Gospels According to Al Jourgensen», de la que Revolver ha adelantado algunos fragmentos.
Así, según parece Jourgensen siguió una intensa dieta de drogas de 1.000 dólares al día:
Me chutaba, fumaba crack y bebía Bushmills mezclados con ácido y era un ciclo que repetía 10 veces al día, como mínimo.
Para financiar sus frenéticas jornadas, la banda gastó gran parte de los 750.000 dólares que recibieron como adelanto por el álbum en drogas. Pese a ello y dejando oír al sello solo «Jesus Built My Hotrod», obtuvieron otros 750.000 para completarlo.
El tema en cuestión incluía a un puestísimo Gibby Haynes, de Butthole Surfers, y muchos trucos de estudio:
Gibby vino totalmente jodido. No podía ni andar. Le sentamos en un taburete, le dimos un micrófono y un quinto de Jack y le tocamos esa canción roñosa redneck con la que queríamos tocarle la moral. Gibby soltó esas gilipolleces incoherentes, tiró el whisky y se cayó del taburete. Lo volvimos a poner ahí y lo volvimos a intentar. «¡Bing, bang, dingy, dong, wah, wah, ling, a bong!». Soltaba esa mierda durante un rato y luego, ‘crac’ – otra vez al suelo.
Pasamos por eso toma tras toma y no obtuvimos nada más que gilipolleces con unas pocas palabras inteligibles como «baby», «gun», «trailer park» y «¡why! ¡why! ¡why!» Al final Gibby se desmayó y fue cosa mía convertir ese balbuceo en una canción.
Era como sacar un anillo de diamantes de una fosa séptica. Edité la canción en mi dos pistas casero y corté tantísima cinta para hacer que esa jerigonza sonara a palabras…