Maynard James Keenan, frontman de Puscifer y Tool, repasó en la sección «Music Ruined My Life» del Rock Show de Daniel P Carterv arios de los discos que más le han influido en su vida.
«Blue» de Joni Mitchell
Eso fue mi tía… Me ve en esa espiral decadente de Kiss y Black Sabbath y me dice, «espera, ponle el oído a esto». No sé como se las arregló para expresar todo esto en un periodo de tiempo tan corto y conciso a un niño que miraba películas de monstruos los sábados.
Pero, de hecho, fue capaz de transmitirme que ahí había una persona, una mujer, que componía sus propias canciones, que producía y mezclaba y publicaba sus propias canciones. Y es una mujer luchando cuesta arriba en un mundo claramente de hombres como es el rock.
Así que eso caló en mí enseguida. Incluso con lo joven que era, tenía sentido, en plan, «Oh, esto es alguien que va a contracorriente».
«Black Sabbath» de Black Sabbath:
Fue el momento en el que miraba -hasta el culo de azúcar en casa de la abuela- los sábados esas películas de monstruos…
Y creo que fue cuando mi tía vino y me dijo, «Oh, tienes que escuchar esto. Si vas a ver películas de vampiros, escucha esta banda sonora.
Y era (el autotitulado) de Black Sabbath, bastante maravilloso. Así que tenía eso. Bajaba el sonido de la TV y escuchaba el álbum mientras veía películas de monstruos.
«Q: Are We Not Men? We Are Devo!» de Devo:
El estrambótico enfoque en su intento de destruir el rock clásico con sus melodías y enfoques. Si escuchas algunos de esos primeros álbumes -la mayoría son, en mi opinión, no soy abogado- muchas de esas primeras canciones parecen copias de canciones de rock clásicas, simplemente aceleradas y con sus rarezas.
Así que los escuchas y es como si trataran de estirar el rock clásico en esa rara y extraña naturaleza digital. Me encanta eso. De nuevo me sacó de mi comprensión convencional de la música.
Y tras Black Sabbath y todas esas otras cosas sigues volviendo a esa clase de cosas estructuradas… Foreigner y Bob Seger y entonces llega de golpe Devo y dices, «Guau, ¿qué es esto?» Y se lo pones a tus amigos y dicen, «No te entiendo».
«Things We Lost In The Fire» de Low:
El control y la paciencia. He tenido muchos amigos a lo largo de los años -todos mis proyectos- siempre soy el tío que dice, «Si ralentizamos esto, podría ser algo tan intenso».
Porque entender la paciencia que tiene Pink Floyd cuando aún no están tocando la nota – espera a que esto termine su ciclo emocional antes de tocar la siguiente nota.
Esa disciplina es dificilísima para los músicos porque buscan la recompensa inmediata. En este álbum, «Things We Lost In The Fire», hay tanta paciencia y contención.
Solo la paciencia entre notas y golpes. Es una demostración tan fabulosa de «no, hay una imagen más grande. Estamos creando un ambiente».
Cada proyecto en el que he estado, cuando sugiero ralentizarlo llega el pánico. Les cuesta meterse en eso. Todo el mundo quiere acelerarlo. Este último álbum fue como «acelera el tempo, acelera el tempo». Es como «creo que estás perdiendo algo aquí. Creo que estás perdiendo la oportunidad de atraer a alguien, como hipnotismo».
Preguntado por cual es el tema compuesto por él del que está más orgulloso, señala «Grand Canyon» de Puscifer:
Me da la sensación de ser uno de los pocos temas que captura paisaje visual y sonoro a la vez; y es un puzzle difícil de juntar porque no era fácil poner todos esos elementos vocales juntos.
Para hacer que funcionara era muy burdo. Si oyeras algunas de las primeras versiones, lo que tratábamos de hacer, era como, «quita esto, no funciona».
Llevó mucho tiempo… Bueno, no mucho tiempo… Los primeros ataques fueron como «esto es un desastre. Como, espera, no está. Mueve esta parte ahí, mueve esa aquí» como si ahora encajara. Ahora el paisaje visual y sonoro empieza a descubrirse.