El frontman de Tool, A Perfect Circle y Puscifer, Maynard James Keenan, ha departido con Jason P. Woodbury del Phoenix New Times sobre diversos temas dando como resultado un interesante artículo.
Keenan habla de la motivación detrás de hacer su autobiografía, en la que está trabajando:
Creo que hay muchas ideas equivocadas con alguna gente que, de la noche a la mañana (cree) nací cuando salió mi primera banda. De hecho, tuve vida antes de eso y tuve muchos logros. El (libro) relatará por qué estoy donde estoy y por qué llegué a donde crees que me conocías.
Desde diciembre, Keenan ha estado encerrado en su «bunker«, en el estudio que tiene en sus bodegas de Arizona preparándose para la gira que iniciará en febrero (adecuadamente encajada en función de la agenda de sus bodegas) y en la que hará doblete con A Perfect Circle y Puscifer.
Esa es la belleza de este proyecto. Podemos mantener nuestro lado irresponsable -nuestro lado de estrella del rock- pero cuando llega el momento de ser responsables, podemos reaccionar; podemos responder. Podemos hacer lo que se tiene que hacer. Podemos empezar los ensayos a las 10 de la mañana. ¿Qué banda conoces que pueda empezar a las 10, 10:30 de la mañana y haber terminado a la 1?
Si bien Maynard es preguntado por Tool, no comenta absolutamente nada al respecto de una banda que según su batería, tiene la mitad de su nuevo álbum terminado.
En cambio de Puscifer si que está mucho más dispuesto a hablar. No en vano, el 19 de febrero editará un nuevo EP, «Donkey Punch The Night», y nunca está de más un poco de promoción. El vocalista afirma que quiere asegurarse de que no pase demasiado tiempo entre lanzamiento y lanzamiento. «El enfoque general de este proyecto ha sido hacer un par de canciones y sacarlas. El formato single era el formato del día (en los años 50 y 60) y me gusta la idea de volver a eso, donde te centras en dos ideas o una idea y publicas esa idea.»
En los tiempos que corren es difícil vivir de la música:
Hay una desconexión entre la gente no comprando música y no entendiendo porqué (las bandas) desaparecen. Hay gente que son como monos enjaulados, que solo pulsan el botón de coca. No entienden que para que (los músicos) hagan lo que hacen, necesitan financiarles. Tienen que tener algo con lo que pagar el alquiler.
Tiene suerte Keenan con Puscifer ya que no hay «ningún patrocinador tosco, insensible, desalmado que se entrometa en el puto arte.» Y es que, de alguna manera, sigue una «mentalidad de superviviente, de fin del mundo. Agudizando el ingenio para no terminar convirtiéndote en comida.»
El vocalista hace sus predicciones sobre el futuro de la industria:
Va a tener que volver a la gente que quiere trabajar más por menos dinero. Tienes que hacerlo por amor y vivir dentro de tus límites económicos y tener claro lo que quieres hacer en lugar de la pensión y el seguro y toda esa mierda que lleva aparejado trabajar para otro.
De algún modo es comprensible que
La ilusión ha desaparecido. Ya no hay cheques en blanco. Recuerdo hacer un concierto hace años en el que ofrecieron a Helmet (un contrato discográfico de) un millón de dólares. ¡Dios mío! Un millón de dólares. Por supuesto, eso lo que hizo fue que toda banda con ego pusiera la polla en la mesa y dijera, ‘Bueno, queremos un millón y medio’, ‘Yo quiero dos millones, soy más popular’. Aquellos números no tenían ni pies ni cabeza en cuanto a en qué terminaban traduciéndose al final. Si echas un vistazo a lo que se pagaba, no estaba ni de lejos tan estudiado como podría hacerlo una empresa de videojuegos, por ejemplo, ‘No, vamos a vender exactamente esta cantidad de copias de este juego’. Nunca se calculó. La gente que dirigía (el negocio) no estaba cualificada par dirigirlo.
Si bien el formato digital parece ser el futuro sin posibilidad de vuelta atrás, el vocalista sigue manteniendo discusiones mentales sobre el hecho de ofrecer algo más.
No sé, tengo la sensación de estar algo dividido. Hay dos bandos en mi cerebro peleándose. Hay algo en lo de conectar con esa parte física de tu propiedad y también cosas que no conoces. Cuando te bajas una canción, no hay nada. A veces viene con el libreto, a veces con una imagen pero normalmente no. No es más que esa cosa que ni puedes tocar ni notar ni experimentar. Hay otras tonalidades en las canciones. Algunas imágenes y artwork que conectan totalmente con la canción que oyes y tu haces la conexión viendo la imagen y completa el chiste o el pensamiento; eso está un poco desconectado.
De cualquier modo, como proyecto independiente -sin financiación ni sello discográfico, ni compañías aseguradoras, nada- la ruta digital es mucho más sustentable. No gastas un montón de papel o productos de plástico, excepto los de la fabricación de ordenadores, que parece que quedan obsoletos cada semana. Muchas gracias, Apple. Pero puedes sacar tu música y tener una conexión directa con a quien se la vendes – y, de hecho, financiar tu proyecto.