La gente de Loudwire ha tenido la ocasión de charlar con Mike Ness, frontman de Social Distortion, coincidiendo con el trigésimo primer aniversario del lanzamiento de su debut, «Mommy’s Little Monster».

Casi ni me acuerdo de hacer el disco. Fue simplemente un desmayo. Pero recientemente vi la película «Another State Of Mind» y aún compongo de la misma manera – solo con una guitarra acústica. Aún y haber evolucionado musicalmente y en cuanto a letras, muchas cosas han seguido igual.

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El músico tuvo graves problemas con las drogas y el alcohol entre la salida de ese álbum y el siguiente. Ahora, sin embargo, lleva ya 25 año limpio.

Para desintoxicarme, fue cosa del dolor, fue un gran motivador. Ya era adicto a las drogas y el alcohol antes de tener ningún éxito con la banda. No me estaba chutando caballo en el hotel St. Regis o en la parte trasera de una limusina. Empecé desde abajo y terminé cayendo aún más bajo. Así que, a mi me ayudó porque debido a mi dolorosa infancia, no era fácil para mi seguir adelante y me puso en una situación muy solitaria. Eso te pone en una posición desesperada en la que quieres probar algo nuevo.

En cuanto a seguir limpio todo este tiempo, ha sido cosa de tener bien presente que podría volver a eso en cualquier momento y sé como progresa la enfermedad. Así que, hacer lo que hacía, si no me mataba, me haría ir a prisión y no quiero hacer eso en esta coyuntura de mi vida.

Tras la publicación de «Prison Bound» (1988), la banda firmó por Epic Records, lo cual fue todo un logro.

Bueno, eso es todo. El sueño de casi cada banda es firmar por una multinacional – por entonces pintaba casas como medio de vida – dejé el trabajo y dediqué todo mi tiempo y energía a lo que amaba, la música. En ese aspecto fue genial. Ahora podíamos salir y girar por el país y más gente nos vería. Lográbamos aparecer regularmente en la radio y más gente nos oiría.

Pero económicamente no fue la mejor situación de una banda con una multinacional que lucha por todo y tu te endeudas constantemente con ella. Funcionó un tiempo pero cuando llegó la hora de renegociar, nos dimos cuenta que no hacían nada por nosotros que no hiciéramos nosotros. Y fue muy liberador volver a hacerlo nosotros mismos, tal como cuando empezamos la banda.