Trent Reznor ha escrito una columna en Rolling Stone para recordar lo que David Bowie supuso para él, tanto a nivel personal como profesional.
Para mi, cada álbum de Bowie tiene su propio pack de memorias. Allá por los tiempos del auge de los discos, iba a casa de mi amigo y escuchaba su colección de discos en su sótano. «Scary Monsters» fue el primero con el que me identifiqué. Luego seguí investigando y descubrí la trilogía Berlin, lo cual fue un tremendo impacto.
A principios de los 90, al encontrarme yo mismo sobre un escenario con público delante de mi, estaba en pleno modo obsesivo con Bowie. Leía entre todas las migajas que sacaba -las claves en sus letras que se revelan con el tiempo, las fotografías crípticas, los artículos de revistas- y yo proyectaba y creaba lo que él era para mi. Su música me ayudó a verme reflejado en mi mismo y ver quien era. Fue una tremenda inspiración en términos de qué era posible, cual podría ser el rol del artista, de la inexistencia de reglas.
A mitad de los 90, se puso en contacto conmigo y me dijo, «Colaboremos y hagamos una gira juntos». Es difícil expresar lo validante y surrealista que fue toda la experiencia de gira de Outside – conocer a este hombre en carne y hueso y comprobar, para mi regocijo, que superaba cualquiera de mis expectativas. El hecho de que fuese un personaje tan elegante, cautivador, feliz y atrevido fue un nuevo punto de inspiración para mi.
En una de nuestras primeras reuniones, en los ensayos, hablábamos de como iba a ir la gira. Se me presentó un extaño dilema: en aquel momento nosotros vendíamos más entradas que él en EEUU. Y de ninguna manera David Bowie iba a telonearme.
Y encima me dijo, «Sabes, no voy a tocar lo que todo el mundo quiere que toque. Acabo de terminar un raro nuevo álbum. Y vamos a tocar algunos temas determinados de mucho de la trilogía Berlin y el nuevo álbum. Eso no es lo que la gente espera pero es lo que necesito hacer. Y vosotros vais a darnos por todas partes cada noche». Recuerdo pensar, «Guau, estoy viviendo en primera persona la valentía de la que había leído».
Encontramos la manera de hacer un show que tuviera sentido, donde todo diera la impresión de ser una única experiencia. Tócabamos algo tranquilo, David salía y hacía «Subteraneans» con nosotros y luego su banda salía y tocábamos juntos, y mi banda se iba. Uno de los momentos más grandes de mi vida fue estar en un escenario junto a David Bowie mientras cantaba «Hurt» conmigo. Estaba fuera de mi, pensando, «Estoy aquí encima del escenario al lado de la mayor influencia que haya tenido nunca y está cantando un tema que escribí en mi cuarto». Fue un momento maravilloso.
La mayoría de las veces hubo una reacción sutil por su parte. En el ambiente de un concierto de rock en un anfiteatro al aire libre en verano, gente con litronas de cerveza habría preferido oír «Changes» antes que una instalación de arte en un escenario. Hizo lo que quiso hacer. Eso impresionó. Y pienso en ello cada vez que pienso en llamaros la atención o pediros dinero.
En esa gira, estaba hecho polvo, sinceramente. Esto era la cumbre del recién encontrado cohete de la fama de Nine Inch Nails. Deformó mi personalidad y se hizo algo abrumador: lidiar con que todo el mundo te trate diferente, de no poder pagar la gasolina a aparecer en pabellones llenos de gente, que cree conocerte.
La línea empieza a difuminarse entre el tío que está en el escenario y la persona que solías ser. Mi forma de lidiar con la vida era atontarme con drogas y alcohol porque me hacía sentirme mejor y más preparado para lidiar con todo. Mi carrera estaba despegando a velocidad de vértigo pero el andamio que me estaba aguantando como persona empezaba a derrumbarse. No era totalmente consciente de lo mal que se estaba poniendo pero, sabía, en mi corazón, que estaba en un camino insostenible, temerario y autodestructivo.
Cuando conocí a David, él había pasado por eso. Y estaba feliz. Estaba en paz consigo mismo, con una mujer increible, claramente enamorado. Hubo algunas veces donde estando solos, me decía cosas que no eran regañinas sino palabras sabias que se me quedaron dentro: «Sabes, hay mejores vías aquí y no tiene que terminar en desesperación o muerte».
Un año entero después, toqué fondo. Una vez limpio, sentí muchísima vergüenza de mis acciones y las oportunidades perdidas y el daño causado en el pasado. Y pensé de cuando estábamos juntos a menudo y me preguntaba como podría haber sido de haber estado el 100%. «I’m Afraid of Americans» cae en esa categoría de estar en mi peor versión – fuera de mi y avergonzado de quien era en ese momento. Así que cuando lo veo, tengo sensaciones enfrentadas – agradecido por estar involucrado y halagado por ser parte de ello pero disgustado conmigo mismo, con quien era yo en ese momento, y deseando haber sido yo al 100%. Y me fastidiaba.
Años más tarde Bowie pasó por Los Angeles estando yo limpio desde hacía unos cuantos años. Quise agradecerle del mismo modo en que él me ayudó. Y de mala gana fui al backstage, sintiéndome raro y avergonzado en plan, «Hey, soy el tío que vomité en la alfombra». Y de nuevamente, fui recibido con calor y amabilidad y amor. Y empecé a decir, «Hey, escucha, llevo limpio desde…» Creo que ni terminé la frase; recibí un gran abrazo. Y me dijo, «Lo sabía. Sabía que lo harías. Sabía que saldrías de ello». Tengo escalofríos ahora mismo al pensarlo. Fue otro momento muy importante en mi vida.
No pensé que hubiéramos terminado. Da la sensación de haber perdido un mentor, figura paterna, alguien que mira por ti, recordándote que en un mundo donde el listón parece rebajarse más, donde la estupidez se posiciona con fuerza, hay sitio para la excelencia y la visión inflexible.