Trent Reznor fue el encargado de hacer el discurso de iniciación en el Salón de la Fama del Rock And Roll de The Cure. La ceremonia se llevó a cabo el pasado 29 de marzo en el Barclays Center de Brooklyn (Nueva York).
Crecí en un pequeño pueblo, un pequeño pueblo de Estados Unidos. Concretamente Mercer, Pennsylvania, donde no había nada más que campos de maíz. Eran tiempos primitivos, mucho antes de que el milagro de Internet llegara para devaluar nuestra maravillosa forma de arte. Incluso antes de la MTV. No había nada que escuchar en la radio. No había otra que soñar y escapar.
Al dejar el hogar llegó hora de la gran ciudad. En mi caso, la gran ciudad era Cleveland. Era mediados de los ochenta, y solo poder sintonizar la radio universitaria hizo que mi cabeza explotara ante sus ilimitadas posibilidades. Ese fue mi bautismo en el mundo de la música alternativa y underground. Y uno de los aspectos más importantes de ser arrastrado por esta ola de nueva música fue escuchar a The Cure por primera vez.
Inmediatamente esta banda me caló hondo. El primer álbum que escuché fue «The Head On The Door». No había escuchado nada igual antes. Noté mucha de la oscuridad que sentía en mi cabeza volviendo a mí a través de los altavoces, y me dejó perplejo. Era como si esta música fuera compuesta solo para mí. Pasé toda la vida sintiendo que no encajo ni pertenezco a nada – casi cómo ahora. Al oír eso, de repente me sentí conectado, no tan solo.
Es una de las cosas que encuentro tan únicas y especiales sobre el poder de la música. No era solo el sonido, las palabras, la presentación, todo quedaba anclado en el instrumento más exquisito, la voz de Robert Smith. Esa voz tenía tal variedad de emociones, desde la rabia y el dolor y la desesperación hasta la belleza, la fragilidad y la alegría. Puede sonar ingenuo, pero hasta que escuché «The Head On The Door», no me di cuenta de que es posible tener ideas tan difíciles y profundas en el contexto de canciones accesibles que incluso pueden reproducirse en la radio, desafiando las normas desde dentro.
Escuché ese disco tantísimas veces que no quedaron surcos en el vinilo. A partir de ahí fui echando la vista atrás. Habia un rico y extenso catalogo esperándome. El grupo que formaría The Cure se formó en 1976 en el remanso inglés de los suburbios de Crawley, una pequeña ciudad de la que los miembros también soñaban en escapar.
Fueron energizados por la explosión de punk que estaba pasando en Londres y el heavy rock psicodélico de Estados Unidos con el que crecieron. Después de algunos cambios en la formación y la creación de algunos post-punk atemporales y new wave, la banda entró en 1980 como uno de los grupos que vendrían a definir la música, la actitud, el aspecto de la década que estaba por venir.
Mientras que todo el mundo se preparaba para saltar al nuevo sonido que The Cure ayudó a presentar al mundo, ellos ya se estaban mudando a nuevos pastos. Robert Smith estaba dispuesto a mostrarle al mundo que podía hacer mucho más que lo monocromático. Grabó una serie de canciones que se convirtieron en grandes éxitos en todo el mundo y, con razón, todavía se consideran clásicos. Los 13 álbumes que grabaron durante su carrera de 40 años son un testimonio de su poder y de su imaginación artística.
A pesar de hacer música desafiante que trata los temas más importantes, su impacto ha sido gigantesco. Han vendido no sé cuantos cuántos millones de discos y han sido una piedra de toque esencial en géneros como el post-punk, New Wave, goth, alternativo, shoegaze y post-rock. Han estado tantas veces en la moda en las últimas cuatro décadas que han terminado trascendiendo a la moda en sí.
Aunque decir su nombre puede ser algo moderno, no siempre fue así. Su dedicación a ampliar los límites sonoros y artísticos mientras hacen música atemporal no siempre fue recompensada con buenos comentarios en prensa. Pero nunca dejaron de atraer a una base de fans apasionados, inteligentes y leales que siempre supieron la verdad: The Cure es una de las bandas de rock más singulares, brillantes y auténticamente excelentes que el mundo haya conocido.
Lógicamente, la mayoría de los músicos tienden a diferenciarse del personaje que cuidadosamente crean, en un grado u otro. Puedo decir que Robert Smith es el más raro de todos: un tipo de persona 100% Robert Smith que vive un tipo de vida 100% Robert Smith. Usó eso para crear un mundo totalmente autónomo. Es un sonido, es una mirada, es una sensación, es una estética que los fans pueden visitar y en la que sumergirse cuando lo deseen. Es un mundo personalizado para cualquiera que haya soñado con escapar.
Debería hacer una revelación: creo que es admitir que he sido, digamos, ambivalente con respecto a la existencia de ciertas ceremonias de premios. He tenido la costumbre de cuestionar sus motivaciones con un cierto grado de cinismo.
De hecho, recuerdo que me dije claramente, entre otras cosas, ¿cómo puedo tomarme en serio esta ceremonia de premios si abren sus puertas a X, Y y Z y no reconocen a The Cure? No hace mucho recibí una llamada que no esperaba y, bueno, aquí estamos. Digamos que nunca antes había estado tan feliz de comerme mis palabras como esta noche.