Medir la capacidad de un grupo de música para trascender a varias décadas, a diversas etiquetas y a la propia industria y salir victorioso de todo ello es probablemente el mejor cumplido que unos músicos puedan recibir.
Por ello, Anathema son, en primer lugar, unos supervivientes que desde hace unos cuantos años caminan con paso firme y decidido por encima de géneros, etiquetas o estilos. Lo suyo es algo así como una recreación de emociones de carácter atemporal que, gracias a los hados de la música, sigue encontrando la inspiración suficiente como para conseguir arrancar un poco de nosotros mismos con cada nuevo álbum.
«Weather Systems» es su última contribución, o mejor dicho un capítulo más de este proceso emocional que supone adentrarse en un disco de Anathema. Resulta imposible no rendirse desde el primer momento a la belleza de «Untochable Part. 1» y «Part. 2», dos temas de inspiración acústica en los que Vincent Cavanagh te arranca el alma apoyado el preciosa y evocadora voz de la magnifica Lee Douglas.
Continuan «The Gathering Of Clouds», una canción orquestal que funciona como prefecto preámbulo de «Lightning Song», una preciosa oda de reminiscencias folkies que acaba por convertirse en un dueto entre Vincent Cavanagh y Lee Douglas.
Cuando llega el quinto corte, «Sunlight», ya estas atrapado. De modo que este tema creado a partir de un arpegio de guitarra acústica que va creciendo con la incorporación de nuevos instrumentos te lleva al limite para desembocar en el mismo tenue arpegio de guitarra inicial. Sencillamente magnifica.
«The Storm Before The Calm» es probablemente la canción de espíritu más experimental del álbum, algo más de nueve minutos que se inicia en una especie de ambiente psicodélico-progresivo para variar absolutamente el rumbo del tema hacia la mitad de este, y convertirse en una nueva introspección orquestal de ecos góticos hábilmente acompañada por la aterciopelada voz de la omnipresentes Lee Douglas.
«The Begining And The End», tema que los de Liverpool adelantaron hace unas semanas, y que se construye desde el piano, es uno de esos temas que nace con clarísima vocación de clásico, y si bien no es el tema más emotivo de este álbum, pero si es el más épico, por lo que creo que les funcionará excelentemente en directo.
«The Lost Child», un tema que de nuevo se construye desde el piano, y al que le aprecio ciertos ecos de Radiohead es una canción que carácter minimalista a la que hay que reconocerle su brillante imaginación compositiva.
Con «Internal Landscapes» llegamos al final del álbum con el alma encogida como solo Anathema son capaces de hacerlo despidiéndose de la misma forma en que nos dieron la bienvenida: otra bella canción de espíritu acústico que va creciendo hasta convertirse en una pieza atmosférica e ir decreciendo en la parte final, dejándose ir sutilmente.
Como decía, más allá de géneros o estilos, Anathema es una banda de rock con un alto contenido emocional, capaces de trasladarte a los recovecos más nostálgicos de tu alma, capaces de acompañarte en un recorrido onírico a través de la naturaleza humana. Emocionan, conmocionan y sobre todo atrapan.
Resulta difícil no rendirse ante cada nueva obra de arte que nos entregan, de modo que solo nos queda esperar que esta perfecta maquinaria musical de crear emociones no pare de alimentar nuestra vida con tan bellas, perfectas y atemporales canciones por mucho tiempo.