Su nombre hace prever más un viaje psicodélico que no la patada sonora que es (acrecentado en directo) pero lo cierto es que tras su excelente último trabajo, «Static Tensions«, había ganas de ver qué tal se defendían los de Savannah sobre un escenario. Su 'doom-sludge-psicodélico' en estudio suena contundente aunque deja lugar para oír, en segundo plano, eso si, matices más sutiles y etéreos.
El recurso de la doble batería dota a la banda de una contundencia que pocos grupos pueden igualar: el armazón que crean Carl McGinley y Eric Hernandez es infranqueable y aunque uno pensara que en directo todo ello quedaría diluido por las guitarras y la voz, nada más lejos de la realidad: la integración de los cinco músicos en el escenario consigue trasladarnos a ese sonido poderoso donde el 'sludge' bordea de forma sutil la psicodelia y coquetea con el metal progresivo.
La noche se abrió con una banda cuya mayor curiosidad radica en lo mínimo de sus componentes: solo dos músicos (marido y mujer, él a la batería, ella a la guitarra; ambos a la ¿voz? Bueno, berridos) se bastan para proponer un 'doom metal' pantanoso, grumoso, de una espesura que casi atraganta.
Voluntarios y animosos, la pareja demostró que con solo dos instrumentos se puede lograr un resultado más que decente en aspectos de dureza y potencia.
Tras ellos, Kylesa saltaron al minúsculo escenario de BeCool (digno de aplauso es haber logrado encajar las dos baterías en ese espacio, mapa mediante), mostrando desde el primer momento que su directo gana en contundencia (lo cual ya parece complicado, todo sea dicho) con respecto a sus grabaciones de estudio.
Pero no solo de baterías se alimentan los sureños: las guitarras y el bajo ayudan a crear un manto sonoro que acaba por aplastar al oyente pero logrando que, pese a ello, no se pierdan sonidos por el camino. Si, la voz de Laura Pleasants no sonó bien (en «Hollow Severer» se notó especialmente) pero reconozcámoslo: Kylesa no tienen en las voces sus mayores activos. Efectivamente, son más accesorios que propias prendas de vestir. La voz de Phillip Cope, por su lado, si logró sonar más parecida a lo que se puede oír en disco.
La banda dio buena cuenta de lo más granado de «Static Tensions«, con una «Scapegoat» que sonó brutal, «Said & Done» o la lisérgica «Unknown Awareness», uno de los mejores temas compuestos en 2009 y que en directo guarda ese punto de psicodelia bruta. Y el esto de su discografía también tuvo representación con «Bottom Line» o la citada «Hollow Severer».
Cierto es que la banda finiquitó su concierto en prácticamente menos de una hora (bis incluído) pero aún así no se hizo corto. Si, claro, no es punk y no tienen la excusa de que sus canciones sean especialmente cortas porque la mayoría de sus temas se mueven entre los 3-4-5 minutos y tienen material suficiente como para alargar el setlist pero mejor cumplir con el refrán de «lo bueno, si breve, dos veces bueno».