Uno de los mejores discos de metal de 2005 fue el autotitulado de Chimaira. Para ese disco la banda de Cleveland echó mano del ex batería de Dying Fetus, Kevin Talley, que sustituía a Andols Herrick, que había dejado la banda para seguir con sus estudios. Pese a sacarse de la manga un Sr. disco, parece que las relaciones del grupo con Talley no eran demasiado buenas.
«Algo no saba buena sensación, y siempre deseamos que Andols no se hubiera ido. Era como cuando te deja una novia. Habían algunos tíos, incluído yo, que querían dejar la banda porque sentíamos que estábamos ahí fuera matándonos para nada, y no parecía que nada fuese a cambiar,» explica el frontman Mark Hunter a la MTV.com.
Pero llegó un punto de inflexión: el concierto para celebrar los 25 años de existencia de Roadrunner Records. Aquel concierto, además de reunir a la 'creme de la creme' del mundo metalero, vio como Chimaira volvían a tocar con su ex-batería, Andols Herrick. Esa noche Herrick vio claro que lo que quería realmente era volver a tocar con sus amigos y que sus estudios podían esperar. «Cuando estaba ahí arriba, su cara parecía la de un niño en su fiesta de cumpleaños. Tras eso, me dijo, 'Esto es lo que necesito hacer con mi vida'. Tras eso, volvió al grupo.»
Con el batería original de nuevo en el mismo barco, el sexteto decidió que era momento de dejar Roadrunner Records, al entender que ya no se sentían cómodos en el sello.
Tras eso, llegó el momento de empezar a componer su ya cuarto disco, que bautizaron con el revelador nombre de «Resurrection«. «Lo llamamos así porque es exactamente lo que es. Cuando hablamos, sacamos todo lo que teníamos dentro, lo sacamos todo, y ahora volvemos a ser amigos. Y estamos tocando y componiendo mejor que nunca.»
Y esa camaradería se demuestra en que, mientras «Chimaira» fue compuesto en gran parte por el guitarrista Rob Arnold, esta vez tanto Hunter como el guitarra Mark DeVries han metido cucharada, repercutiendo en el disco, surgiendo algo mucho más ecléctico.
«Hay de todo, en el buen sentido. Creo que es una buena combinación de 'The Impossibility of Reason' y el autotitulado. Pero pienso que hay mucha más energía detrás porque todos estábamos más que emocionados de volver a juntarnos,» afirma Hunter.
Las canciones del disco, aparte de más diversas, han salido más largas: varias superan los seis minutos y una supera los 10. «Es super pegadizo sin ser Fall Out Boy ni nada de eso. Hay algunos ganchos fantásticos que le van a llegar a la gente al momento al contrario de lo que ocurría con el último disco, que te llevaba unas cuantas escuchas meterte en él. Y tampoco es uno de esos discos que pillas enseguida y luego tres días después ya te has cansado de él. Este lo querrás oír una y otra vez. Digo eso porque no escucho nuestros discos pero este disco sigue en mi reproductor de CD's.»
Entre octubre y noviembre fue grabado el disco junto a Jason Suecof (Trivium, God Forbid) y el hecho de haberlo grabado sin tener aún contrato discográfico, hizo que todo fuera más fluido y relajado. «Parece que estas canciones fueron compuestas en solo unos minutos. Veníamos con un 'riff' y la canción estaba terminada ese día. No nos poníamos demasiado a sobre-analizar. Fuimos a ello y fue muy divertido. Yo y Andols bromeábamos porque estamos metidos en levantar pesas, así que, si un 'riff' no era lo suficientemente 'heavy', nos poníamos como si hiciéramos yoga. Y una vez el 'riff' era 'heavy' empezábamos a hacer ejercicios de triceps. Teníamos que deshacernos de los 'riffs' de estrógenos, y guardar lo que sobraba.»
El buen rollito entre los miembros se propagó también con los que les rodeaban. Por ejemplo, Hunter empujó al productor Jason Suecof -que va en silla de ruedas- a una piscina. «Tiene tanto talento y un oído genial, y tiene algo especial para sacarte mierda de dentro que ni sabías que tenías pero es que es un cabrón con deficit de falta de atención. El tío te dice, 'Vamos a empezar a la 1', luego llega a las 4, y suelta, 'Oh, ni sabía que grabábamos hoy. Bueno voy a hacerme algo para comer, fumarme un cigarrillo y me meteré en Myspace un rato'. Y nosotros nos poníamos, '¿Estás de coña? ¡A trabajar, cabronazo!'. Así que tuvimos que meterle en el estudio más de lo que nos hubiera gustado pero valió la pena por lo que consiguió sacar de nosotros.«